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Sánchez centra en la gestión económica la batalla ideológica frente a Feijóo

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, en su última reunión en la Moncloa, el pasado octubre.

José Enrique Monrosi / Alberto Ortiz

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El control de los precios, la evolución del empleo y que se haya diluido el fantasma de la recesión han cambiado el guion de la política española. La oposición pasa ahora de puntillas por los temas netamente económicos y es el Gobierno el que saca pecho de gestión, justo lo contrario de lo que ocurría cuando Alberto Núñez Feijóo accedía a la presidencia del PP hace apenas nueve meses. Por entonces, el nuevo líder de los populares confiaba a la crisis derivada de la invasión rusa de Ucrania el desgaste del Ejecutivo y su propio ascenso hasta las puertas de la Moncloa. Pero los malos augurios no se consumaron.

“Por mucho que a muchos les pese, el apocalipsis no ha llegado ni va a llegar”. La frase es de Pedro Sánchez y la pronunció esta semana durante la inauguración de las jornadas de acción sindical en la sede de la UGT. En ese foro, desmenuzó la ingente producción legislativa del Ejecutivo en lo referente a la gestión de las dos crisis que han atravesado su mandato: la de la pandemia del coronavirus, primero, y la de la guerra de Ucrania, después. Y contrapuso ese modelo de gobernanza al que llevó a cabo la derecha durante la gran recesión. 

“El Gobierno de entonces dio como respuesta una reforma laboral aprobada en solitario y de manera unilateral, y fue una contrarreforma. No solo no frenó la sangría del paro sino que la aceleró, y no contribuyó a reducir la precariedad, sino que la disparó”, dijo Sánchez, contraponiendo ese modelo económico de la derecha a lo hecho por el Gobierno de coalición progresista. “Si algo hemos demostrado es que hay otra forma de crecer más y mejor. Hemos parado el golpe de dos crisis sucesivas sobre la clase media y trabajadora”. 

El presidente llegó a esbozar con sus palabras cuál será el planteamiento que guiará a su Ejecutivo y al PSOE de cara a la eterna precampaña electoral en la que se convertirá el año 2023. Será un cuerpo a cuerpo ideológico con la derecha centrado en contraponer, principalmente, dos modelos económicos muy diferenciados. “Hay dos alternativas, una centrada en proteger empleos y rentas desde la política útil y otra anclada en proteger los intereses de algunos poderosos y ofreciendo las mismas recetas del sálvese quien pueda”, planteó.

La imposición de la socialdemocracia

Los socialistas no esconden su preferencia para que ese cara a cara con la derecha se desarrolle en el terreno económico, llamado a ser el punto débil del Ejecutivo al inicio de la invasión rusa de Ucrania y ahora convertido en un aval de gestión por los efectos de las medidas anticrisis en la contención de los precios o la creación de empleo. “Ahora que Goldman Sachs y el Banco de España dicen que no habrá recesión ni en Europa ni en España el PP ya no habla de economía”, reflexionan en Ferraz, donde añaden: “Tendremos que recordárselo nosotros”. 

El PSOE cree que la lección política de esta legislatura enseña que la socialdemocracia se ha impuesto en el debate ideológico sobre cómo salir de una crisis económica, no solo en España sino también en Europa. “Hay gobiernos conservadores europeos interviniendo mercados. Todo el mundo coincide en este rumbo a excepción de la derecha española”, razonan en la dirección socialista, que hace hincapié en que ahora Feijóo prefiera esquivar estos debates. “Hemos aguantado un chorreo de meses, de otoño negro, de apocalipsis, anhelaban que las cosas fueran mal y no ha sido así. No es desbordar el optimismo, pero reconocer que nuestras medidas han funcionado es ser realistas”, reivindican.

Tampoco esquivan en el PSOE el choque netamente político con Alberto Núñez Feijóo. En Ferraz, de hecho, establecen un hilo conductor entre las intentonas golpistas de Brasil o Estados Unidos y la actitud de la derecha española: la deslegitimación del resultado de las urnas y el desprecio a las instituciones. Y ahí es donde señalan al líder de la oposición por su actitud de bloqueo de órganos constitucionales como el Consejo General del Poder Judicial y por su alianza estratégica con la extrema derecha para poder gobernar en muchos ayuntamientos y autonomías abriendo incluso la puerta a utilizar esos pactos para acceder a la Moncloa a finales de año.

“Lo que está claro es que el manual trumpista de las fake news y el negacionismo lo siguen a rajatabla en España dos partidos”, apuntan en el PSOE, en referencia a los postulados políticos de PP y Vox. Los socialistas no esconden, sin embargo, su preferencia porque el cara a cara con la derecha se desarrolle en el terreno económico, sobre el que el propio presidente se compromete a seguir adoptando medidas hasta el último día de la legislatura. “Vamos a hacer lo mismo que hemos hecho estos tres años: dignificar las pensiones, dignificar el Salario Mínimo Interprofesional y proteger la dignidad de los empleos y a la gente de a pie”, aseguró Sánchez este miércoles en la sede de UGT. 

Podemos ve imprescindible renovar el Poder Judicial

Podemos coincide con su socio en que, más allá de lo que pase con la Ley de Vivienda y la reforma de la ley mordaza, el Gobierno en su conjunto debe entrar en esa etapa de “batalla ideológica”, pero pide centrarla no tanto en la economía sino en la “profundización democrática” que a su juicio supone la renovación del Poder Judicial. En la formación que dirige Ione Belarra presumen de que el PSOE ha asumido su dureza en el discurso sobre la derecha judicial, pero creen que una vez superada la crisis de diciembre y renovado el Tribunal Constitucional, su socio de coalición piensa moderar el discurso de cara al periodo electoral que de alguna manera ya ha comenzado.

La demanda que Podemos hace al PSOE se concreta en una cuestión principal: cambiar el sistema de mayorías con el que el Congreso y el Senado renuevan a los vocales del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que le corresponden. “Seguimos diciendo que hay mayoría suficiente para cambiar el sistema de elección del Poder Judicial. La fórmula actual pertenece a un sistema bipartidista que ya murió; está ligada a una forma diferente de negociar y hay que adaptarla a la configuración parlamentaria actual”, señaló este lunes en rueda de prensa el portavoz de Podemos, Pablo Fernández.

Para poder articular esa batalla ideológica tiene que darse una condición, según entienden en Podemos: que salgan las dos leyes que ambos socios se marcaron como imprescindibles y que aún siguen bloqueadas en el Congreso, si bien en las últimas semanas ambas han experimentado algunos avances, especialmente en vivienda. 

Podemos quiere que la regulación de los alquileres sea “efectiva” y, para ello, ha propuesto al PSOE limitar el precio de los pisos que se ponen en el mercado por primera vez. La ley, tal y como salió del Consejo de Ministros, contempla limitar el precio de las viviendas, en función a un índice aún por definir, ubicadas en zonas tensionadas que sean propiedad de grandes tenedores y que ya estén en el mercado. La idea de la formación de Belarra es adosar también a este índice el precio de las viviendas que entren al mercado, ya sea de grandes como de pequeños tenedores. 

El partido reconoce, además, que no va a dejar caer la ley aunque no cumpla sus exigencias más ambiciosas. La idea que sobrevuela en el socio minoritario es que van a presionar al máximo pero que cualquier avance en este sentido es una mejora respecto a cómo está la situación ahora, con los precios disparados y, especialmente, en esas zonas tensionadas. El problema es que, como en otras ocasiones, además del apoyo de los partidos del Gobierno, la ley necesita el voto de los socios de la investidura y ni ERC ni EH Bildu se muestran ni mucho menos optimistas sobre las negociaciones en curso, una lógica parecida a la que rige para la ley de bienestar animal, en peligro por una enmienda del PSOE para excluir de la protección de la norma a los perros de caza que esos mismos grupos no se plantean aprobar. 

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