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El rabo de los perros llega al Congreso: amputarlo provoca dolor, atrofia y problemas de comunicación

Un pareja de cachorros de podenco.

Raúl Rejón

Los cazadores han conseguido, de momento, que el Congreso frene la prohibición de cortar el rabo a los perros que emplean en sus jaurías. “En realidad no son cortes sino amputaciones que provocan dolor y pueden degenerar en padecimiento crónico, problemas de locomoción y atrofia”, explican en la Asociación de Veterinarios contra el Maltrato Animal (Avatma).

La práctica de amputar los rabos de los perros (caudectormía) no es inocua: “La cola es la continuación de la columna vertebral, es un elemento importante para el equilibrio, para correr, girar….”, según el análisis clínico de Avatma. Como toda intervención, entraña el riesgo de la anestesia (cuando se aplica) o las infecciones posoperatorias.

Pero, además de puros daños físicos, hacer desaparecer esta extremidad impide una correcta “comunicación e interacción social” con otros perros, ya que se utiliza para comunicarse. También se han descrito atrofia y degeneración de los músculos pélvicos que, en ocasiones, acaba en incontinencia. Todo eso en los casos de secciones llevadas a cabo por profesionales. Los veterinarios aseguran que también se hacen de manera doméstica.

En España hay registrados unos 7,4 millones de perros, según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente. ¿A cuántos se les corta el rabo por estética? “Cada vez menos”, dice el veterinario Manuel Lázaro, que ejerce en la Comunidad de Madrid, una de las siete regiones donde esta práctica estaba ya proscrita (ocurre también en Andalucía, Aragón, Cataluña, Comunidad Valenciana, Murcia y Navarra).

Ejemplares para las jaurías

Sin embargo, a día de hoy siguen mutilando la cola de los perros. El presidente del Colegio de Veterinarios de Castilla y León –región que permite las caudectomías–, Luciano Díez, argumenta que “nada es blanco ni negro”.

Este sanitario entiende que “los motivos estéticos no son aceptables” pero “hay razas, como los perros de caza o con cola fina, que mueven mucho, donde puede evitarse una lesión peor” al golpearse mientras “corren por el campo o contra las paredes”. En su opinión, “habría que hacer una regulación pormenorizada” en la que “también se estudien los ejemplares que se utilizan para una actividad profesional como las jaurías”. Es decir, los grupos de perros usados en partidas de caza mayor.

El veterinario Manuel Lázaro entiende que esto es “buscar argumentos para justificar esta práctica”: “¿Por qué alguna razas de caza como el braco sí y otras no? ¿Por qué algunos perros de las rehalas sí, pero a ningún dueño de galgo se le ocurría cortarle el rabo?”. Según Lázaro, “lo importante es cambiar el sentido de la estética ya que así se erradican estas actitudes. ¿Está el perro más bonito cortado? Pues no”.

Presiones en el trámite parlamentario

Este tipo de intervención estaba a punto de quedar prohibida en toda España mediante la ratificación, 30 años después de crearse, del convenio europeo de protección de animales de compañía que las proscribe. Pero ya no está tan claro.

El Gobierno del PP anunció en septiembre de 2015 que el Consejo de Ministros había dado el visto bueno a la ratificación. La Moncloa especificaba que este paso implicaba erradicar “las intervenciones quirúrgicas cuyo objetivo sea modificar la apariencia de los animales o conseguir otros objetivos no curativos”. Sin embargo, un año después, el Ejecutivo introdujo una reserva: “Que no se considera obligado por el artículo 10, párrafo 1. a. sobre el corte de la cola”, redactó.

La decisión no daba mayores explicaciones ni argumentos. Casi pasó desapercibida. El grupo parlamentario de Unidos Podemos En Marea introdujo finalmente una enmienda para eliminar esa excepción y ganó una primera votación el lunes pasado. Sin embargo, el Partido Popular consiguió aliarse con ERC en la Comisión de Exteriores para permitir las amputaciones en “razas cazadoras y sus cruces”. También pedían un listado de variedades que “requieran esta amputación juvenil”.

El portavoz de ERC en la Comisión, Joan Capdevila, consumió su turno diciendo que la tardanza en firmar el acuerdo evidenciaba “la insensibilidad de los sucesivos gobiernos [de España]”. Luego anunció que estaba pendiente de un “acuerdo con el Ministerio de Agricultura” para presentar una enmienda. La enmienda que amparaba las caudectomías.

A la ratificación le falta aún el trámite del pleno. Esquerra anunció 24 horas después de votar junto al Partido Popular que daba marcha atrás porque “no se ha entendido” su postura. “El pleno es más transparente y todos tendrán que retratarse”, cuenta el diputado de Equo Juantxo López de Uralde cuyo grupo planteará una nueva enmienda para el debate en pleno.

“Al menos ahora se ha echado algo de luz sobre de dónde provino la reserva introducida por el Gobierno y hasta por qué se ha tardado tanto en abordar este convenio: la presión del sector de la caza”, asegura Uralde.

La justificación cinegética para seccionar los rabos –y orejas– de los perros de caza se basa en evitar apéndices a los que pueda aferrarse una presa. Especialmente de los ejemplares utilizados para levantar trofeos de caza mayor en monterías. Esos grupos de perros se denominan rehalas.

El presidente de Avatma, José Enrique Zaldívar, cuenta que “nos encontramos muchas veces a ejemplares a los que los propios dueños han cortado los rabos. Sin protocolo veterinario”. Y añade otro aspecto: “Estos animales pasan mucho tiempo solos y desarrollan estereotipias como perseguirse y morderse el rabo. Así que para eliminar ese problema, se les corta”. Este medio intento recabar la opinión de la Asociación Nacional de Rehalas sin obtener respuesta.

“Tradicionalmente, se corta”

Lo que es indudable es que el corte de rabos es todavía una realidad legal en gran parte del territorio. Y que el sector cinegético la fomenta. Puede ilustrarlo el caso del desarrollo de una variedad moderna de perro montero: el Valdueza –creación del marqués del mismo nombre– que fue declarada grupo étnico por la Real Sociedad Canina (RSCE) en 2014. Es el paso previo a ser considerada pura raza.

Perro de rehala, el estándar propuesto para la futura raza Valdueza afirma, tanto para orejas como para rabo: “Tradicionalmente se corta para evitar lesiones en el trabajo”. La RSCE ha contestado a eldiario.es sobre la práctica de la caudectomía que “desde la sociedad siempre se ha trabajado en pro del bienestar animal en general y de los perros en particular”.

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