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Los incendios forestales queman en seis meses más monte que en todo el año pasado

Pinar abrasado por un incendio forestal.

Raúl Rejón

España lleva un año resecándose. En los últimos 12 meses ha llovido un 25% menos que la media. Con ese panorama en el campo, las quemas agrícolas, las negligencias e incendios intencionados en el monte han encontrado condiciones favorables para multiplicar su acción destructora. El fuego ha quemado ya, en seis meses, más superficie forestal que en todo 2018. El monte español ha llegado a la época de alto riesgo de incendios mucho más abrasado que el año pasado. A 9 de junio, las llamas habían calcinado un 33% más que la media de los últimos diez años a estas alturas del calendario.

Los incendios forestales han carbonizado 36 866 hectáreas y en todo el curso pasado la destrucción llegó a 25 162 hectáreas, según los partes del Ministerio de Transición Ecológica. 2018 fue un buen año. Para contextualizar, la media de la década cuando llega el inicio de junio es de 27 753. Un tercio por debajo del registro actual. Esa es la situación que dibujan los datos una vez extinguidos las llamas.

¿Qué ha cambiado para justificar esta diferencia? No el presupuesto para combatir el fuego ni las causas que inician los siniestros. Tanto la campaña de extinción pasada como la que se abre ahora en junio cuentan con un presupuesto muy similar en la Dirección General de Desarrollo Rural y Política Forestal: unos 85 millones euros. Los dispositivos de las comunidades autónomas –que tienen la mayoría de competencias de medio ambiente– suman unos 1 000 millones anuales. Más otros 300 en labores preventivas, según la recopilación que hace WWF.

Tampoco varían las causas que, en los últimos 15 años se mantienen invariables: más de la mitad de todos los incendios en España son intencionados. Por delante de los causados por accidentes o negligencias. En la otra punta, los fuegos originados por causas naturales como un rayo suponen poco más del 4%, según consta en los inventarios de Transición Ecológica. 

Sin embargo, sí ha variado considerablemente la pluviosidad. Ha llovido bastante menos. De hecho, la falta prolongada de lluvias ha hecho que España vuelva a la situación de sequía meteorológica en zonas muy amplias de la península y Canarias. Justo a las puertas de un verano que la Aemet prevé “seco y cálido”. En este sentido, el portavoz de la Agencia, Rubén del Campo, ha detallado qué elementos utilizan para elaborar sus mapas de riesgo de incendios: “Usamos la temperatura, la humedad, el viento y las precipitaciones de los días anteriores”.

2019 es, de momento, el tercer año más seco de lo que va de siglo XXI. Febrero y marzo fueron, técnicamente, “muy secos”. Se multiplicó la superficie abrasada por los incendios recurrentes del invierno en la franja norte asociados a la creación de pastos para la ganadería. Abril dio una tregua pluviométrica, pero mayo y lo que va de junio han vuelto a ser muy secos. Solo en los nueve primeros días de este mes se han calcinado más de 2 000 hectáreas de monte. 

Temperatura, humedad y viento

En ese sentido, “llegamos en una posición de partida de bastante sequía”, explica Del Campo. “Los paisajes ya se ven que están bastante secos también, en el sentido de hacer de combustible. Además, si prevemos un verano más cálido, el umbral de temperatura se va a superar más fácilmente. El de humedad, a la baja, también. Por temperatura, que es un parámetro importante, se puede prever un verano malo en cuanto a incendios”, ha rematado el meteorólogo. 

La escasez de agua, más allá de contabilizarse algún curso benigno como el 2017-2018, es consustancial a la mayoría de climas que dominan en España. Más de tres cuartas partes del territorio están denominadas como tierras áridas donde el agua es un factor limitante. La crisis climática afecta en España de manera específica al régimen de lluvias: menos precipitaciones en general combinados con episodios de lluvia torrencial.

Estas circunstancias climáticas se concretan en la pérdida de suelo por la erosión, la desertificación del territorio y la multiplicación de incendios forestales con siniestros cada vez más potentes y destructivos (los llamados grandes incendios forestales). Las previsiones científicas van cumpliéndose.

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