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Traslados “caóticos” en las residencias de mayores que reciben pacientes con COVID-19 desde hospitales y otros centros

Un operario trabaja en la desinfección con ozono de la residencia Casablanca, en el barrio madrileño de Villaverde. EFE/Mariscal/Archivo

Sofía Pérez Mendoza

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“Nos llamaron una mañana y ese mismo día trajeron a 14 residentes, bastantes con síntomas pero sin la prueba hecha. Todo por órdenes verbales de Sanidad. Tuvimos que hacer una valoración propia de su estado, ver qué medicación tomaban. Imagínate si uno es diabético... ”. Así describe la residencia Amavir de Pozuelo de Alarcón cómo gestionó la Consejería de Sanidad el traslado de usuarios de un centro que tuvo que cerrar en medio de la pandemia al suyo hace dos semanas.

La Comunidad de Madrid ha movido al menos a 174 personas entre residencias para aliviar a centros colapsados. Desde marzo han fallecido en estas instituciones 5.548 uusuarios con coronavirus o síntomas compatibles. Las residencias se enfrentan a la estresante situación de incorporar a un espacio cerrado al exterior –solo entran y salen las trabajadoras– y lleno de personas de riesgo a usuarios nuevos que vienen de hospitales o de centros ajenos donde no pueden ser atendidos.

Las residencias se quejan de que reciben poca o nula información sobre las personas que acogen: no saben si son positivas por COVID-19 o no (hasta ahora no se hacían tests y algunos son trasladados con síntomas), el historial médico en ocasiones no llega con ellos y a veces no disponen de la documentación del residente ni de datos de los familiares. En el caso de que procedan de centros sanitarios se dan dos variantes. Que sean residentes ingresados en el hospital que vuelven al centro o bien que sean nuevos. El protocolo de la Comunidad de Madrid permite el reingreso de usuarios en esta situación con la condición de que puedan ser aislados. Según datos oficiales, 2.099 residentes han sido ingresados y han recibido el alta.

A la residencia pública de Villaviciosa de Odón (Madrid) llegaron a principios de abril 14 usuarios de El Bosque, un centro privado al que el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso tuvo que auxiliar porque se había quedado sin personal por los contagios. “Fue a última hora de la tarde y los tuvimos que dejar en el comedor hasta que pudimos preparar las habitaciones para aislarlos. Caótico”, cuenta Pedro, un auxiliar de enfermería, que destaca la desorientación de los mayores al ser cambiados de espacio. Unos días después, 12 de esos 14 dieron positivo en COVID-19.

En algunas comunidades como Galicia o la Comunitat Valenciana se han habilitado residencias íntegramente COVID-19 con equipos médicos. Son regiones en las que el volumen de contagiados es mucho más manejable que en Madrid, que suma 5.548 muertes en residencias frente a las 229 de Galicia. El Gobierno de Alberto Núñez Feijóo habilitó también un centro limpio para trasladar a usuarios de residencias con muchos casos, aunque finalmente el virus se coló también allí.

Madrid ya ha intervenido 144 residencias en situación crítica, según los últimos datos de Sanidad. El equipo que lidera Isabel Díaz Ayuso prometió “medicalizar” las residencias al inicio de la crisis. Un mes y medio después, la Consejería informa de que hay 57 equipos de sanitarios (entre Atención Primaria y personal de hospitales) que pasan por los centros intervenidos para atender a los residentes y hacerles seguimiento.

El grupo Amavir confirma que hace dos semanas recibió en su residencia de Villanueva de la Cañada a cuatro personas procedentes del hospital de Guadarrama. Dos habían dado negativo en la PCR y a las otras dos no les habían hecho la prueba. “Entendemos que estos traslados se hacen por razones humanitarias. Es Sanidad quien tiene el mando. Pero para nosotros en principio es una situación que no es agradable. Meter a una persona positiva entraña riesgos”, apuntan fuentes de la compañía, que gestiona varias residencias con plazas concertadas en la región.

Contagiados y no en el mismo pasillo

El Ministerio de Sanidad recomendó el “aislamiento en vertical” como la mejor fórmula en un protocolo publicado a finales de marzo. Es decir, agrupar a todos los contagiados en una planta y a los sanos, en otra. Muchas residencias no han seguido este sistema y han mantenido dentro del mismo pasillo a unos y a otros, aunque sin que salieran de sus habitaciones.

“El fin de semana pasado, por ejemplo, teníamos en el mismo módulo a aislados positivos (en habitaciones individuales), a dudosos y a personas que habían dado negativo”, relata una trabajadora de La Gran Residencia, un centro de gestión directa de la Comunidad de Madrid con capacidad para más de 400 residentes, que asegura que se autoorganizó con sus compañeras para que no fueran transitando de unas habitaciones a otras. Solo las que cuidan a los mayores contagiados tienen equipos de protección individual (EPI). El resto utiliza mascarillas y batas quirúrgicas. “Los sintomáticos saltan de un día a otro. Usuarios a los que has cambiado el pañal el día anterior o acostado con la mascarilla; y que compartían habitación con un compañero que se ha puesto también en riesgo”, añade otra técnica de cuidados auxiliares de enfermería (TCAE), que prefiere no dar su nombre.

Esta semana han llegado por fin las pruebas a todos los usuarios y la separación a partir de ahora se hará con criterio objetivo, no a golpe de síntoma o de contacto como hasta ahora. “Llevamos desde el inicio de la crisis moviendo a usuarios de un lado de otro. Uno tenía fiebre, se le cambiaba de habitación. Otro que satura bajito, de nuevo. El caos es absoluto. No tienen sus cosas más básicas a veces. El otro día una residente me pidió su camisón y otro la caja de sus dientes”, abunda una de las empleadas.

Algunos usuarios salen sin permiso de las habitaciones por la demencia que arrastran. “No es una situación nada fácil”, coinciden varias trabajadoras de la plantilla. En este contexto, la residencia espera dos nuevos ingresos, según varias fuentes consultadas, cuya procedencia desconocen.

La llegada de residentes procedentes de hospitales o trasladados de otros centros genera miedo y malestar entre los familiares, que no pueden visitar a los suyos desde principios de marzo y que viven conectados al teléfono como el único hilo que les une a sus seres queridos. La residencia Los Berrocales, en Villalba (Madrid), se negó a reingresar a un residente que había sido dado de alta y aún era positivo. En el centro, según informaron a las familias, no se había detectado ningún otro contagio. Las familias se movilizaron y finalmente la persona pudo permanecer un tiempo más en el hospital.

El protocolo de Sanidad para residencias de mayores permite a los centros “rechazar el traslado” si no puede seguir las “pautas para la prevención de la transmisión”. En tal caso, dicen las directrices, “la Comunidad de Madrid habilitará camas en centros sociosanitarios de referencia o en hospitales de apoyo para dar cobertura a estos pacientes”. eldiario.es ha preguntado a la Consejería sobre estos recursos sin obtener respuesta.

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