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Los estancos buscan alternativas al tabaco: “Hemos perdido a todos los fumadores sociales”

Estanco

Mónica Zas Marcos

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Contra todo pronóstico, la venta de tabaco se ha desplomado desde el inicio de la crisis del coronavirus, por lo que los estanqueros han empezado a reivindicar otros servicios que ofrecen y que la sociedad no suele tener en el radar. En enero, el saldo de cigarrillos repuntó por primera vez en España tras diez años de caídas, pero esos datos se han dado la vuelta con la reciente crisis sanitaria.

Tomás, que trabaja en un estanco de la calle Hernani desde hace 12 años, calcula que las pérdidas en tres semanas de confinamiento corresponden a un 70% del negocio. “A la gente ya no le gusta fumar en sus casas y hemos perdido a todos los fumadores sociales”, cuenta escondido tras su mampara de plástico y frente a una exposición de 300 marcas de tabaco distintas. “En nuestro caso, además, las máquinas de los bares eran una gran parte del ingreso que ahora ha desaparecido”, subraya.

Los estancos son algunos de los servicios que el Gobierno ha considerado de primera necesidad durante el estado de alarma. La Unión de Asociaciones de Estanqueros de España comparte el criterio, pues “somos concesionarios del Estado y tenemos muy interiorizado nuestro papel de servicio público”, relata su presidenta. No así Tomás, que piensa que mantener ocho establecimientos abiertos durante toda la jornada en un mismo barrio es excesivo: “Recaudar, recaudar y recaudar. Esa es la única razón”, piensa este estanquero de la zona madrileña de Cuatro Caminos. 

No obstante, entiende que, de mantenerse cerrados, el mercado negro empezaría a actuar a toda velocidad. “La gente compraría tabaco de peor calidad, de eso no hay duda”, concede. “La población está muy nerviosa en su casa, no va a dejar de fumar”, considera Borja, que adquirió su estanco en Bravo Murillo hace cuatro días. “Pienso mucho en los que viven en bajos o interiores: es una forma de desfogar si no tienen balcones”, defiende él.

Ambos estanqueros madrileños cuentan con un protocolo de actuación prestado por la Unión. Borja apenas ha tomado precauciones más allá del metro de distancia que marca una pegatina del suelo. Tomás sí que atiende con mascarilla y ha improvisado un telón de plástico en el mostrador. “Ofrecimos medidas de protección e higiénicas, incluso distancias y número de personas a admitir en el estanco de una vez”, dice la asociación, para quien los riesgos económicos de un cierre parecen equipararse a los del contagio de Covid-19.

“Nos preocupa, como pasó en crisis anteriores, que el cliente busque productos más baratos y acabe recurriendo al contrabando con lo que aquello supondría: pérdidas de impuestos para el Estado, caída de ingresos para los estancos y contrabandistas en las calles con producto de dudosa calidad y sin garantías de higiene ni conservación”, alegan desde la Unión de Estanqueros para defender las medidas. Además, aluden a los otros servicios que se ofrecen en los locales estos días.

“El estanco es un comercio de proximidad de los de toda la vida. Forma parte de la cotidianeidad de cualquier barrio, ciudad, pueblo o aldea. Además, en el caso de las expendedurías, el estanco se ha convertido en el único establecimiento abierto en el que las pequeñas poblaciones pueden aprovisionarse de productos de alimentación”, dice la presidenta de la Unión. Pero, ¿qué otras cosas se pueden hacer en ellos? 

Reprografía, prensa y recarga de móviles

El establecimiento de Tomás es uno de los más grandes de Cuatro Caminos y cuenta también con pilas, una impresora y ciertos artículos de papelería. “Las pilas LR44 se han vendido fenomenal porque son las que usan los termómetros digitales”, revisa. Sin embargo, basta con echar un vistazo a sus vitrinas giratorias para darse cuenta de que faltan productos. Donde antes había cuatro baldas de chucherías, ahora solo hay un rollo de papel celo y un par de paquetes de bolis.

“No tenemos reposiciones”, desvela. “Si miras la parte de las tarjetas de felicitación, está a la mitad de su capacidad”. Este veterano estanquero reconoce que él ha salido perdiendo respecto a otros locales que hicieron convenios en su día con la cadena de papelería Folder o con los que tienen un horario intensivo más generoso. “Aunque no creo que la gente demande esos servicios ahora mismo”, duda Tomás.

La Unión de Asociaciones de Estanqueros, en cambio, confía en que los ciudadanos sepan que “ofrecemos desde abonos de transporte, recargas de tarjetas telefónicas, recargas de tarjetas de servicios digitales, envío de dinero con Western Union, hasta copias e impresión de documentos, productos de papelería, prensa y un gran etcétera en función de cada caso”.

Los estancos solicitaron este servicio a través de la modificación de un Real Decreto en 2014, ante una bajada del 50% en la venta nacional de tabaco. Desde entonces, el modo de proceder es pedir permiso al Comisionado para el Mercado de Tabacos con una declaración responsable de la comercialización de otros productos. “Yo he visto locales que venden hasta abrigos”, comenta Borja, quien solo cuenta con una nevera de refrescos a la entrada de su local.

Lo mismo le ocurre a Antonio, en la Avenida Reina Victoria, cuya mayor parte de los ingresos proviene del servicio de timbre al no haber adquirido una impresora de uso comercial. “Tampoco la quiero, porque la tendría que tener en la trastienda y ahora que estoy solo hay muchos robos”, argumenta. Borja, que a pesar de haber abierto de nuevo hace unos días ya ha notado las bajas ventas, piensa igual y prefiere esperar a que la situación se estabilice. 

“Si hubo colas al principio por el temor de los clientes al posible cierre y luego pocas ventas porque esos mismos se habían sobreabastecido, lo más probable es que en las próximas semanas se regularice y el consumo vuelva a ser similar al habitual”, creen desde la Unión de Estanqueros, que defienden orgullosos su labor hasta que finalice esta crisis sin fechas.

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