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Prohibieron Internet y ahora es su nido de propaganda: la encrucijada de las redes con los talibanes

Vista de talibanes armados en Kandahar, Afganistán, el 17 de agosto de 2021.

Carlos del Castillo

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“Vuelta al cole en un Nuevo Afganistán”, dice Suhail Shaheen, portavoz de los talibanes para los medios internacionales, en un tuit que incluye un vídeo de niñas entrando a una escuela. El mensaje es viral y miles de cuentas lo han replicado. Muchas, añadiendo críticas a la prensa occidental por difundir una imagen falsa del grupo extremista. 20 años después los talibanes vuelven a controlar Afganistán, pero lo hacen con una nueva estrategia para la Red. Si en 2001 prohibieron Internet por ser un medio de difusión de ideas “anti-islámicas”, hoy tienen muy claro su potencial propagandístico.

Saheen tuitea en inglés y suma 440.000 seguidores en Twitter, el doble que hace un mes. Es uno de los líderes talibanes que se han hecho más visibles ante los medios y en redes sociales después de que el grupo recobrara el control del país. Tiene experiencia en la propaganda: antes de la caída del anterior régimen talibán fue portavoz del Ministerio de Exteriores y editor del periódico Kabul Times, controlado por los talibanes. Actualmente es la voz de la llamada “oficina política”, con la que el grupo está intentando mantener contactos con otros países y promocionar su nuevo “Emirato Islámico” en el exterior.

Zabihullah Mujahid, el principal portavoz de los talibanes, tuitea principalmente en árabe y cuenta con 370.000 seguidores, un 50% más que a principios de julio. A ellos se suma Mohammad Naeem, otro de sus líderes y que, como Shaheen y Mujahid, utiliza Twitter para difundir del discurso de moderación que su grupo se esfuerza en transmitir al exterior. En su caso ha pasado de 86.000 a 245.000 seguidores desde que los talibanes lanzaron su ofensiva final en Afganistán.

Las cifras de seguidores no deben ser tomadas como una referencia del apoyo del grupo en esta red social, puesto que pueden estar infladas con cuentas falsas o ser simplemente un reflejo de que el foco internacional ha vuelto a posicionarse sobre Afganistán. Lo que sí evidencian es el esfuerzo de los talibanes por construir una red de influencia digital. Sus mensajes estos días se centran en asegurar que su nuevo régimen será “inclusivo” (muchos de sus comunicados se esfuerzan en comunicar una imagen de “normalidad” para las mujeres) y que no reprimirá violentamente a la población.

Twitter está siendo una pata importante para que los talibanes difundan este nuevo discurso, con el que quieren ganarse la aceptación internacional y consolidar su gobierno en Afganistán. Mientras la comunidad internacional reflexiona cómo tratar con ellos y evitar que un aislamiento agrave aún más la emergencia humanitaria que sufren la afganos, las redes sociales se topan con la misma encrucijada.

Twitter, al contrario que Facebook, no ha prohibido su presencia en su plataforma. Según ha explicado una portavoz de la compañía, los perfiles del grupo extremista no han violado sus normas, que “prohíben la glorificación de la violencia, el comportamiento abusivo, la conducta de odio, el deseo de dañar a otros y el gore gratuito”. Las mismas fuentes aseguran en un comunicado enviado a elDiario.es que los equipos de la empresa monitorizan constantemente la situación para “actuar rápidamente” contra aquellos que lo hagan.

No obstante, la red de influencia que están construyendo los talibanes en Twitter va más allá de los mensajes de moderación. También utilizan este altavoz para distribuir desinformación abiertamente. Tariq Ghazniwal, que ha ejercido de portavoz de los talibanes en el pasado, se identifica ahora en Twitter como “periodista de investigación” y “Defensor de los derechos humanos y de la mujer”. Su explicación de los atentados del aeropuerto de Kabul se basó en que las explosiones ocurrieron en un almacén de la CIA donde se acumulaba munición antes de ser transportada de vuelta a EEUU. Tiene 33.000 seguidores.

La aproximación que Facebook ha hecho a este problema es la contraria a Twitter, pero también le ha valido críticas. La multinacional anunció a mediados de agosto que censuraría cualquier cuenta o contenido relacionado con los talibanes en sus redes, que incluyen a Instagram y WhatsApp. Esta última era especialmente relevante para ellos, puesto que la utilizaban como método de comunicación con la población. Tras tomar Kabul llegaron a poner en marcha una “línea de ayuda” que los habitantes podían presuntamente utilizar para alertar sobre violencia o saqueos. El veto de Facebook se llevó por delante ese chat y todos los que detectó como operados por los talibanes, lo que provocó el reproche de algunos expertos y colaboradores humanitarios.

“Impedir la comunicación entre la gente y los talibanes no ayuda a los afganos”, expuso Ashley Jackson, antiguo cooperante de la Cruz Roja y Oxfam en Afganistán y autor de un libro sobre los talibanes y su relación con los civiles afganos, en declaraciones al Financial Times. “Si los talibanes de repente no pueden utilizar WhatsApp, lo único que se consigue es aislar a los afganos, dificultando su comunicación en una situación que ya es de pánico”.

La corporación de Mark Zuckerberg explicó el movimiento alegando que “los talibanes están calificados como organización terrorista según la legislación estadounidense”, por lo que Facebook las encuadra dentro de su lista negra de organizaciones peligrosas. Es el mismo razonamiento que da YouTube, que informa que hace meses que bloquea cualquier vídeo relacionado con los talibanes. No obstante, este es un eco más del peliagudo contexto internacional en el que queda ahora el país, puesto que el Departamento de Estado de EEUU no tiene a los talibanes en su lista de organizaciones terroristas extranjeras y ha negociado con ellos en las últimas semanas.

Facebook no toma decisiones sobre el gobierno reconocido en un país concreto, sino que respeta la autoridad de la comunidad internacional a la hora de tomar estas decisiones

Una portavoz de Facebook

Al igual que EEUU ha sido durante casi un siglo la policía del mundo, las plataformas digitales adoptan a menudo el rol de policía de Internet, decidiendo quién puede ocupar un espacio virtual y quién no. El compás de espera que marcan ahora los gobiernos occidentales respecto a Afganistán deja en manos de los directivos de las multinacionales tecnológicas decidir cómo actuar con los talibanes que quieran aprovechar sus servicios. Oficialmente, la vara de medir que utilizan son sus reglas y términos de uso, pero los antecedentes han demostrado que ese manual es tan flexible como convenga a su modelo de negocio y las presiones que reciben.

“Nuestros equipos siguen de cerca esta situación a medida que evoluciona. Facebook no toma decisiones sobre el gobierno reconocido en un país concreto, sino que respeta la autoridad de la comunidad internacional a la hora de tomar estas decisiones”, afirma una portavoz de la compañía a este medio. “Independientemente de quién ostente el poder, tomaremos las medidas oportunas contra las cuentas y los contenidos que incumplan nuestras normas”.

Borrar el pasado digital de los enemigos de los talibanes

Otro de los problemas alrededor de las plataformas derivado de la rápida caída de Afganistán en manos de los talibanes ha sido la huella digital de los usuarios, que ahora podría ser utilizada para incriminarlos y perseguirlos por parte del nuevo régimen. En sus comunicados remitidos a este medio, tanto Twitter como Facebook han explicado que han puesto facilidades para que cualquier residente en Afganistán así como los activistas, periodistas y colaboradores de las fuerzas internacionales borren su actividad en sus redes y eviten la represión talibán.

El fin de las operaciones de evacuación de los países europeos y las últimas horas de los soldados estadounidenses en territorio afgano han cerrado la última vía de escape de muchas afganos que ahora temen por su seguridad. Aunque los líderes talibanes en Twitter han asegurado que no vetarán su salida del país (“aquellos afganos que tengan intención de salir al extranjero, podrán hacerlo con dignidad y tranquilidad al disponer de documentos legales como pasaportes y visados tras la reanudación de los vuelos comerciales en el país”, ha comunicado Shaheen en representación del jefe de la “oficina política” talibán), los colaboradores humanitarios temen que la realidad sea otra cuando la salida de las fuerzas internacionales del país sea un hecho definitivo.

La ONG Access Now ha publicado una guía sobre cómo borrar determinados contenidos o la cuenta entera de cada plataforma. La organización pide a aquellos que hayan quedado atrapados en territorio afgano que elaboren un plan sobre qué hacer en caso de que ellos o alguien de su entorno sea detenido, que además contemple la posibilidad de que sean forzados a desbloquear sus dispositivos. “Esta guía también puede ser útil para entender cuánta información sobre ti está disponible públicamente y minimizar las cosas que pueden ponerte en riesgo, especialmente para los activistas que son detenidos y cuestionados por sus opiniones”, recuerda Leanna Garfield, miembro de esta ONG.

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