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No se puede ser tan ignorante

Albert Rivera en un mitin de su partido

Antón Losada

Ya sabemos que estamos en campaña y a la mayoría de los candidatos y candidatas les vale todo, olvidando el sagrado principio de que la tontería desmoviliza. Si no, ahí tienen el dato más llamativo y significativo de la macroencuesta del CIS: de cada diez personas que afirman ir a votar con seguridad, cuatro aún no han decidido a quién votarán. Pueden hacer la horquillas que quieran. El papel y ese dato lo soportan todo.

Que Pablo Casado tire de la sangre y los muertos de ETA, para ponerlos de su lado y acusar de cómplices a todos los demás cuando le va mal en las encuestas, es la historia de siempre en la derecha española desde José María Aznar. Se lo hemos visto hacer tantas veces que, a lo mejor, puede que haya perdido toda su eficacia y sus votantes lo dan tan por hecho que ni lo aprecian y los votantes de los demás ya están indignados antes de que lo haga. 

Que Cayetana Álvarez de Toledo declare que el nacionalismo es incompatible con la democracia y que el error fue aceptar a los nacionalistas como animales de compañía entra dentro de las burradas que la frivolidad intelectual acostumbra a producir. Ya los votantes sabrán valorar si conceden su voto a este discurso de cuñados pijos apurando la barra libre de la boda, o prefieren discursos políticos más pensados y más complejos.

Que Pedro Sánchez ponga como ejemplo de la democracia y el pluralismo del Estado español la supuesta oferta a Pep Guardiola para ocupar el puesto de seleccionador español demuestra, una vez más, los problemas que tiene la política española para responder con una mínima solvencia a las cuestiones de calidad democrática que plantea todo cuanto ha sucedido y sucede en Catalunya.

Pero que Albert Rivera anuncie que piensa implantar una asignatura obligatoria, llamada “Constitución Española”, para que nuestras hijas e hijos aprendan qué es una constitución o una economía de mercado, traspasa todas las líneas rojas. No se puede hablar de una manera tan iletrada e ignorante de nuestra educación, un tema complejo que requiere cierta formación y algo de conocimiento, también en campaña.

Todas las cosas que preocupan tanto al líder naranja ya se estudian, en primaria y en secundaria y en varias entregas, troncales y obligatorias. Se les explica a nuestras hijas e hijos qué es un mercado, qué es la economía de mercado, qué es Europa y cómo funciona, qué es una democracia y cuáles son los valores de una sociedad democrática, qué es una Constitución y cuáles son los principios y valores que la rigen. Prometer que se va a hacer aquello que ya se hace solo puede significar, o que nos toma por tontos, o que no sabe de qué habla. No me atrevo a elegir cuál de las dos opciones sería peor.

Ya lanzado, aseguró Albert Rivera, farruco como se pone, que si “a alguien le molesta esta asignatura entonces tiene un problema con la democracia y la constitución”. No, Albert, sólo tenemos un problema con la gente que no dice la verdad.

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