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Del colegio abandonado Rey Heredia a Casa de la Ciudadanía

Concentración ciudadana en el Puente Romano contra el cierre del Rey Heredia. (Foto. Acampada Dignidad)

Carmen Reina

Casa de la Ciudadanía `Rey Heredia´. Un nuevo nombre para un

nuevo estatus, pero sin perder el apellido que le dio vida al colegio ocupado

en Córdoba por la Acampada Dignidad y reconvertido en centro social, y que en

unas semanas será cedido finalmente por el Ayuntamiento a los vecinos y

colectivos del barrio.

Esa denominación es la guinda que corona el documento elaborado

entre los activistas de la Acampada Dignidad y los vecinos, un plan de usos y

normas de funcionamiento que fue el requisito pedido por el Ayuntamiento de

Córdoba para formalizar la cesión municipal del edificio al Consejo de Distrito

Sur, el órgano de representación de los vecinos del barrio donde se encuentra

el centro social Rey Heredia.

En el documento, al que ha tenido acceso

eldiario.es/andalucia, se desarrollan los usos y las normas de funcionamiento

de la futura Casa de la Ciudadanía `Rey Heredia´, que tendrá un carácter

asambleario con una comisión de coordinación para la toma de decisiones.

Así, la asamblea estará integrada por las asociaciones y

colectivos que desarrollen su actividad en el centro, en una estructura “de

carácter horizontal y participativa“. Colectivos de los que quedan ”expresamente

excluidas las entidades de carácter político o religioso y empresas con fines

lucrativos“, además de ”aquellas asociaciones que contravengan la Declaración

Universal de los Derechos Humanos y la Declaración Universal de los Derechos de

los Niños“, según señala el documento.

Con todo, el logro obtenido por los vecinos y activistas pasa por

mantener todas las actividades que han sido desarrolladas en los ocho meses de

ocupación del colegio, tales como el comedor social, las clases de apoyo a los

menores y adultos del barrio sin recursos, la apertura de la biblioteca con más

de 3.000 ejemplares o la celebración de actos culturales, conferencias o

presentaciones de libros. Actividades sobre cada una de las cuales habrá una asociación que será responsable de llevarla a cabo.

Y así, en el plan de usos del centro se plasma que se

facilitarán “los espacios suficientes a las asociaciones y colectivos (…) para

que puedan radicar en el centro su sede social o llevar a cabo sus actividades“.

Junto a ello, se prevé desarrollar las actividades del propio Consejo de

Distrito Sur, así como la de aquellos “colectivos ciudadanos acreditados”.

La “dinamización

de talleres y todo tipo de actividades culturales, sociales, de promoción de la

participación ciudadana, etc“ serán el objeto principal, además de

poner a disposición abierta el uso de sus espacios.

Autogestión e independencia

Autogestión e independencia

Todo ello, según proponen los propios vecinos y activistas,

se hará de una manera autogestionada, haciéndolo viable económicamente con

cuotas de los miembros de los colectivos radicados en el Rey Heredia y las

donaciones solidarias con las que hasta ahora han podido sacar adelante el

centro. “Se comprometen a colaborar con su

trabajo y sus aportaciones económicas“, reza el plan de usos y funcionamiento

elaborado.

De hecho, el Ayuntamiento les había ofrecido abonar mediante

subvención el agua y la luz de edificio, cuestión que, “de ser posible,

intentaremos evitar y pagar nosotros mismos para tener una autogestión

totalmente independiente“, apuntan los activistas.

“Es una victoria absoluta, porque el objetivo al ocupar el

colegio fue devolverle el edificio a los vecinos y colectivos del barrio. Y así ha sido“, señalan quienes entraron en el colegio abandonado el 4 de octubre de 2013 y

desde la Acampada Dignidad pusieron en marcha todas las actividades de lo que

hoy es un centro social.

Porque, pese a la denuncia del Ayuntamiento por un presunto

delito de usurpación, la imputación de catorce activistas, los cortes de suministros de agua y luz ordenados por el Consistorio o la inicial orden judicial de desalojo que finalmente quedó suspendida, la solidaridad vecinal y

el trabajo de los colectivos han hecho que no se interrumpieran en estos ochos

meses de vida la actividad social del centro y que ahora tenga un futuro como

Casa de la Ciudadanía.

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