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Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar

Operación “Criminalizar al inmigrante”

Manifestación de la ONG Convivir sin racismo pidiendo el cierre del CIE

María Iglesias

“A las nueve de la noche del miércoles 5 de octubre un interno fingió un infarto y los 67 compañeros de módulo llamaron a los funcionarios. Luego les rodearon y atacaron con extintores, dejando a cinco heridos, y escaparon. En horas, 41 fueron apresados, pero hubo que lanzar orden de busca y captura contra 26. Aún en paradero desconocido”.

No son palabras textuales de Marta Jaumandreu, sino la impresión que su relato en el Telediario de La 1 me dejó. Suelo grabar el informativo de La Sexta, pero el ordenador falló y puse -¡temeraria!- TVE. Me alarmé, ¡26 fugados y varios eran “reincidentes”! Me calmé, habría ocurrido lejos, quizá en el México del Chapo Guzmán. Mi estupor se convirtió en indignación cuando, con esfuerzo, entendí del “vídeo desinformativo” que no estaban hablando de una fuga de presidiarios, sino de inmigrantes del Centro de Internamiento de Sangonera, Murcia. 

Una huída el día que, según titular de El Mundo “Más de 150 inmigrantes (eran) liberados por el colapso de los centros de internamiento en Almería y Granada”. Tras agotarse las 72 horas máximas en comisaría no había plaza en los CIE al que derivarles.

La violencia de 67 contra cinco, de golpear con un extintor la cabeza de un guardia es sucia, mancha. La violencia que ejercemos contra los inmigrantes, encerrándolos como a criminales en agujeros es trasparente. Como se tapa y si emerge se disfraza, es como si no existiese. Sólo que existe. Y están hartos de denunciarla ONGs, por citar casos recientes Cruz Roja y Málaga Acoge.

También es violencia endosar el trabajo sucio en nuestras cloacas a una plantilla mínima en un centro que supera su capacidad. “En el salón para 60 personas se hacinan de 90 a 133 con las consiguientes tensiones, falta se seguridad y estrés para el escaso personal”, denuncia el Sindicato Unificado de Policía.

Ciudadanos ha dado un paso más en la criminalización de la emigración al presentar en el Congreso, este septiembre, una proposición no de ley para “abrir los módulos de prisiones que están cerrados y convertirlos en nuevos CIE” . Las plataformas anti-CIES -con entidades como SOS Racismo- han puesto el grito en el cielo pero no detecto eco social. ¿Haremos algo al respecto?

Nuestra inacción es violencia

Nuestra inacción es violencia. Como nuestra indiferencia. Sabíamos que al pagar a Erdogan para frenar en Turquía el éxodo de Oriente Medio y África, condenábamos a cruzar de Libia a Italia donde el Mediterráneo es más ancho. Sólo la semana pasada murieron 50 personas y 10.600 fueron rescatadas. El gran trabajo en la zona de Proactiva Open Arms podrá verse desde este miércoles en cines por el estreno del documental de Jordi Évole Astral. Pero también desde el jueves llega a las salas Fuego en el mar, ganador del Oso de Oro en la Berlinale, y con él la dimensión y las décadas que llevamos consintiendo los ahogamientos, 15.000 sólo en las costas de Lampedusa en estos 20 años. Y sumando.

Sabemos que la llegada de pateras a Andalucía casi dobla las cifras del año pasado. Hay casos escalofriantes como el de la mujer que se puso de parto a finales de septiembre en su rescate. Este sábado, salvamento marítimo asistió en el Mar de Alborán a 88 personas, entre ellas embarazadas y bebés. Pero cerramos los ojos al mar, como los alemanes lo hicieron a las cámaras de gas.

Consentimos la masacre. Peor, nos lucramos. Amnistía Internacional, FundiPau, Greenpeace y Oxfam Intermon denunciaron en mayo que un tercio de las armas que exporta España va a la coalición liderada por Arabia Saudí para aniquilar a la población yemení. Ahora vuelven a exigir al Gobierno una explicación que no llega. ¿Para qué va a llegar si no tiene coste electoral? 

Un día, un superviviente del exterminio de Yemen se lanzará al mar y también le sobrevivirá. Pisará una de nuestras playas, le cazaremos como a una rata y, según en qué provincia caiga, lo meteremos en un CIE o le largaremos por falta de plaza. Si le apresamos en el CIE o las cárceles que sueña Ciudadanos, quizá aguante pacíficamente su suerte. O quizá se rebele y lance un extintor a una cabeza, impulsado por nuestra violencia.

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