La otra cara de los cribados de mama en Andalucía: la “ansiedad” por el retraso excesivo entre resultado y tratamiento
El diagnóstico y el tratamiento del cáncer de mama, que se ha convertido en una de las principales amenazas de la sanidad pública en Andalucía y para el futuro político de Juan Manuel Moreno al frente del Gobierno andaluz por la crisis de los cribados, tiene más caras. No es solo que, como denuncian miles de mujeres a través de la Asociación Amama, algunas de ellas se hayan quedado sin conocer su diagnóstico pese a padecer la enfermedad, sino que quienes sí lo reciben pueden llegar a sufrir una odisea de meses de espera entre los resultados de las pruebas y su tratamiento.
Un periodo de espera que, pese a que la Junta dice reconocer la “preocupación de las pacientes”, juega un papel clave en la posible recuperación de las personas que acaban desarrollando un cáncer de mama. Así lo denuncian ellas mismas a través de testimonios que retratan cómo incluso se ven abocadas a la sanidad privada para acortar plazos. Para responder a la polémica, la Junta de Andalucía anunció que realizará en un solo acto único las mamografías, las ecografías e incluso las biopsias de aquellas pacientes cuyos resultados sean Bi-RADS 4 y 5. En estos niveles, se considera que la persona sí tiene un tumor maligno y hay que intervenir. Así será a partir del 12 de enero.
Sin embargo, este anuncio de la Junta deja fuera del acto único a las mujeres con Bi-RADS 3 en sus mamografías, que es el mayoritario de aquellas que han sufrido la crisis de los cribados y que, pese a que significa que es potencialmente benigno, no lo es con total seguridad, lo que genera preocupación y ansiedad por la espera que han de pasar estas pacientes. Esperas que, en muchos casos, llegan a sumar meses.
Una espera interminable
Ese es el caso de mujeres como María Graván. Diagnosticada tras recurrir a la sanidad privada para conocer si tenía cáncer de mama, lo que ha vivido en estos meses permite describir la ansiedad que genera la espera: “Tras una primera exploración y no tener resultados, como soy aprensiva, decidí ir a una clínica privada y ahí me dijeron que tenía un Bi-RADS 5, prácticamente seguro que era un tumor. Con ese informe me hicieron la biopsia de urgencia en el Virgen del Rocío, pero aun así he tenido que esperar semanas hasta la cirugía. Esto es una tortura”. Añade que incluso pequeñas molestias físicas ahondan en el sufrimiento: “A mí me molesta la piel, cualquier roce me da miedo. No sé si es que el tumor se mueve o si me estoy sugestionando”.
La situación de María no es única en Andalucía. No en vano, la Asociación Amama habla de miles de mujeres que sufren los retrasos en sus diagnósticos o que incluso no llegan a conocerlos. Isabel Fuentes, de Sevilla, pertenece a las primeras. Sufrió demoras que afectaron directamente a su tratamiento: “Me hicieron la mamografía el 4 de agosto de 2022 y no fue hasta diciembre cuando me dijeron que había algo. Después esperé hasta marzo para la primera visita con el oncólogo y hasta mayo para la operación. Si me hubiesen cogido a tiempo, no tendría ahora el brazo dañado por complicaciones derivadas del retraso. Desde que supe que tenía cáncer, pasaron cinco meses mientras la enfermedad seguía creciendo y yo sin poder hacer nada”.
La tardanza acumulada considera que jugó un papel esencial para que la cirugía tuviese complicaciones graves posteriores: “En el mismo mes me tuvieron que operar tres veces más por un trombo en el pecho. Me quitaron una arteria del brazo y ahora lo tengo un poco jodido. ¿Quién me dice que todo esto no se podría haber evitado si me hubiesen diagnosticado a tiempo?”.
El patrón se repite por toda la geografía andaluza. Olga Liébana, de Jaén, denuncia también problemas administrativos que complicaron su diagnóstico y sospecha que su cáncer ya estaba presente un año antes. Precisamente describe los problemas que Amama llevó a la Fiscalía sobre el presunto borrado de los resultados de los cribados, cuya investigación ha sido archivada al considerar el Ministerio Público que se colapsó el sistema: “Me metí en ClicSalud y mi informe del 2023 había desaparecido. No me notificaron resultados y no me permiten ver mi mamografía. Estoy segura de que ahí ya había algo maligno. Esto se podría haber evitado”.
Además, denuncia la falta de coordinación en las pruebas: “Me mandaron la ecografía a un hospital donde no pertenecía, tardó dos meses y tuve que volver a solicitar otra mamografía. Entre retrasos administrativos y falta de información, todo se alarga y la enfermedad avanza”. Al mismo tiempo, su historia dibuja la impotencia y la rabia que comparten muchas pacientes: “La ansiedad que sientes es indescriptible. Sabes que tienes algo en tu cuerpo, pero nadie te lo confirma y la enfermedad sigue su curso”.
María Graván, que aún no ha sido operada, está viviendo todo lo que describen sus compañeras en primera persona: “Primero me citan para cirugía y tarda dos semanas largas, y luego, una vez firmas, te dicen que tienes que esperar un mes más. En total, desde que se hace la primera prueba hasta la operación pueden pasar ocho meses”. Como denuncia Amama, historias como las de María, Isabel u Olga muestran un patrón de retrasos, descoordinación entre pruebas y falta de información que aumenta la ansiedad y puede afectar el pronóstico. Muchas recurren a la sanidad privada, pero no todas tienen los recursos para hacerlo.
La solución del “acto único”
Sin embargo, el Gobierno andaluz, a través del Servicio Andaluz de Salud (SAS), dice reconocer la preocupación y la ansiedad que generan las demoras, pero defiende que el acto único se aplica solo a Bi-RADS 4 y 5 por ser hallazgos de alta sospecha de malignidad. Según el SAS: “Los Bi-RADS 3 corresponden a hallazgos probablemente benignos, en los que la evidencia científica recomienda seguimiento radiológico estrecho y no una actuación inmediata como si se tratara de un cáncer confirmado o altamente sospechoso”.
“No se banalizan estos casos, pero se trabaja para que las revisiones de control se hagan en plazos recomendados y con información clara y acompañamiento profesional”, explican desde Salud. Además, fuentes del SAS insisten en que su compromiso es seguir mejorando los circuitos, reducir las demoras y ofrecer máxima seguridad clínica, tanto en cribado como en diagnóstico y tratamiento.
Algo que no acaban de ver claro las afectadas. Desde Amama creen que la medida del acto único promovida por la Junta de Andalucía no soluciona el problema real, porque la mayoría de las mujeres afectadas por la crisis de los cribados tienen Bi-RADS 3, y son precisamente estos casos los que han sufrido los retrasos más graves. Para esta asociación se trata de un anuncio insuficiente: “El acto único solo en Bi-RADS 4 y 5 deja fuera los Bi-RADS 3, con lo cual evidentemente no solventa el problema y la gran catástrofe que ha ocurrido es en los Bi-RADS 3”. Por lo que, al menos de momento, la ansiedad que padecen quienes sufren esta enfermedad en Andalucía sigue lejos de resolverse por culpa de las demoras.
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