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El delta del Ebro vuelve a plantar batalla para salvarse

Manifestación para defender el delta del Ebro en 2014

Oriol Solé Altimira

El plan hidrológico de la cuenca del Ebro que aprobó el pasado enero el Gobierno en funciones de Mariano Rajoy ha vuelto a encender las alarmas en el delta, si es que alguna vez se desactivaron del todo desde del fatídico Plan Hidrológico Nacional (PNH) del gobierno de Aznar. El Ejecutivo estatal ha hecho caso omiso de las reclamaciones del territorio para aumentar el caudal mínimo del tramo final del río y lo ha fijado en 3.000 hectómetros cúbicos. La Generalitat, las comunidades de regantes y la Plataforma en Defensa del Ebro (PDE) habían pactado un caudal mínimo de entre 5.871 hm3, en años de sequía, y 9.907 hm3.

Para rechazar el plan de cuencas, Amposta volverá a llenarse este domingo de camisetas azul cobalto (o azul Ducados, como recuerdan los veteranos). La manifestación se prevé multitudinaria, similar a las grandes marchas de principios de los 2000 contra el Plan Hidrológico Nacional (PNH) de Aznar y CiU.

Se han organizado autocares desde pueblos de norte, oeste y este de Catalunya para acompañar al sur en su lucha por la supervivencia del delta. En esta ocasión, la manifestación cuenta con el apoyo del Govern de Puigdemont, así como de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y la Confederación de Federaciones de Asociaciones de Vecinos de Catalunya (CONFAVC)

En el delta tienen claro con el agua no se juega. Desde la PDE calculan que menos de 5.500 hm3 anuales de caudal ecológico suponen una condena. “Si llega menos agua también llegan menos sedimentos al delta y se fomentará su desaparición”, explica Susanna Abella, una de las portavoces de la PDE.

Los peligros que corre la zona si se consuma el plan de cuenca van desde el aumento de la salinización (el delta no resistiría el embate del mar, y podría afectar incluso a los pozos de agua próximos al río), al incremento de los periodos de anoxia, esto es, la falta de oxígeno en el agua y sus afectaciones en la biodiversidad del delta. No solo se vería afectado el ecosistema natural; también el económico y los trabajadores que dependen del delta y de su agua para vivir.

El documento del Ministerio de Agricultura y la Confederación Hidrográfica del Ebro, además, prevé 465.000 hectáreas más de regadío en los próximos cinco años y otros 52 embalses. Desde la PDE se teme que, en vez de usar el agua para regar, se venda y se lleven a cabo trasvases entre cuencas no solo a otros ríos como el Júcar o el Segura, sino también entre cuencas catalanas para asumir el déficit de agua que tiene el área de Barcelona. Los trasvases, recuerda Abella, son un buen negocio para empresas constructoras, más cuando la obra pública en carreteras o el sector ferroviario se ha moderado con la crisis.

Bruselas y el agua española

En paralelo a la mobilización a lo ancho y largo del territorio catalán (la PDE lleva semanas celebrando conferencias por toda Catalunya para explicar el plan de cuencas y llamar a la manifestación de este domingo en Amposta), la lucha por la supervivencia del delta de l'Ebro tiene otra parada importante en Bruselas.

La Comisión Europea ha llamado varias veces la atención a España acerca de su política de agua. El Ejecutivo comunitario alertó en junio del año pasado de las “importantes deficiencias” de la gestión del agua en España. Resaltó las carencias en los planes hidrológicos para la mejora ecológico de los ríos. En concreto, sobre el Ebro advirtió que hacer más presas implicaba poner en peligro los objetivos ambientales de la directiva marco del agua europea.

Dicha directiva no fija ningún caudal concreto, si bien si insta a que se conserven los caudales necesarios para que los ecosistemas no se deterioren. En este sentido, Abella recuerda que la nueva normativa estatal violenta la norma europea ya que no demuestra que con el caudal fijado el tramo final del Ebro no se resienta. Y añade que, al contrario que lo que pide la legislación comunitaria, el nuevo plan de cuencas se ha llevado a cabo sin consenso.

Precisamente el lunes, el día después de la manifestación, el delta recibirá la visita de una misión de eurodiputados que se reunirán con varios agentes de la zona. El objetivo es dar a conocer de primera mano la amenaza que supone para el delta la insuficiencia de caudales. La visita llega a partir de una petición de la PDE del año 2012.

“Queremos evitar un nuevo trasvase, también entre cuencas internas catalanas”, afirma Abella, que reclama un nuevo modelo de gestión del agua y de planificación hidrológica más sostenible y con mayor participación del territorio.

“Nuestro camino es que las instituciones europeas se hagan eco de lo que aprueba el Estado y le obliguen, mande quien mande, a cumplir con las obligaciones comunitarias”, valora Abella. ¿Alguna esperanza en que un cambio de gobierno en el Estado mejore la situación? “En 15 años que llevo en la PDE he visto de todo. No es lo mismo Cañete que Narbona, pero lo importante que todos los planes cumplan con las directivas europeas”, asevera Abella. El delta sí confía en Bruselas.

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