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Guerra y bloqueo en Yemen: bombas cada 10 minutos, miedo a ir al hospital, falta de agua

Vecinos de Jamer, en la provincia de Amran, Yemen, cogen agua de un camión inmovilizado por la falta de combustible/ Foto: Malak Shaher/MSF

Gabriela Sánchez

Algunas noches se producen robos sobre los tejados de las casas yemeníes. Es allí donde suelen colocarse las escasas reservas de uno de los recursos más demandados: el agua. En Yemen empiezan a robar agua. La desesperación por beber en zonas que pueden alcanzar los 54 grados de temperatura en verano se ha disparado tras el bloqueo derivado del conflicto cuyo pronunciado impacto sobre la población civil está provocando la mayor crisis humanitaria del país, según denuncia Médicos Sin Fronteras.

Los ataques de la coalición liderada por Arabia Saudí en aeropuertos, carreteras e infraestructuras portuarias está teniendo un efecto especialmente sangrante sobre la población civil: la falta de petróleo. La escasez de combustible ha agravado las carencias de uno de los países con menor tasa de consumo de agua per cápita del mundo.

El uso de bombas de agua alimentadas con electricidad o diesel es imprescindible para extraer el agua de los pozos profundos donde se encuentra, explican desde Médicos Sin Fronteras, organización que exige el fin del bloqueo de facto que limita la cobertura de las necesidades básicas en este estado asiático. “Cuando las ciudades se convierten en objetivo, cuando los campos también lo son y el acceso al agua se convierte en una política... No se está teniendo en cuenta a la población”, alerta Teresa Sancristóval, responsable de Emergencias de la ONG que acaba de regresar de Yemen.

“Cerca de un 50% de los barrios de Saada no reciben agua en un país de clima desértico, donde las temperaturas llegan a los 54 grados. Recordemos que, si un bebé no tiene agua en tres días, muere de deshidratación”, alerta Sancristóval. La coalición liderada por Arabia Saudí declaró el 26 de marzo la guerra a los rebeldes chiíes del Yemen, que intentan arrebatar el poder al presidente Abdo Rabo Mansur Hadi, refugiado desde entonces en Riad.

La escasez de combustible derivada del bloqueo de facto sobre Yemen afecta también a la asistencia sanitaria ofrecida a una población víctima de constantes bombardeos. Sin electricidad, la insulina necesaria para las personas diabéticas se estropea ante la imposibilidad de mantenerla en frío: no hay energía para los refrigeradores. La producción de oxígeno destinado a la respiración asistida se frena y, con ello, se paralizan las cirujías y otros tipos de tratamientos que lo requieren. “El embargo tiene un impacto enorme. En Saná (capital de Yemen), dos de sus cinco hospitales han dejado de funcionar. No tienen petróleo suficiente para bombear agua, para generar electricidad, para limpiar...”, añade Sancristóval. “Parece más una guerra contra la población que entre bandos”.

Una bomba cada 10 minutos

Además de sedienta, la población de Yemen vive aterrada por los constantes bombardeos que, aunque tengan objetivos estratégicos, afectan a la población civil de forma constante por el impacto generado por la metralla, según MSF. “Cada diez minutos una bomba cae en Saná (Yemen), durante días y días. Cada tres minutos en los pueblos. ¿Qué quiere decir que caiga una bomba cada diez minutos en una ciudad como Toledo? Quiere decir que no puedes ir a comprar. Quiere decir que no puedes trabajar, que no puedes ir a la escuela, que no sabes en qué momento caerá. Quiere decir que ves las calles vacías”, describe la responsable de Emergencias de la ONG. “Aunque tenga un objetivo muy concreto, aunque caiga en un edificio, la metralla tiene un impacto mucho mayor”.

El miedo es otro factor clave en el deterioro de la asistencia sanitaria: la gente no se atreve a acudir al hospital. “Es una guerra muy encarnizada. Si alguien está herido, tiene que sentir que se trata de un riesgo vital para que se anime a ir”. A cruzar calles desérticas por culpa del miedo, sin saber dónde caerá el siguiente bombardeo. “La disminución de partos en los hospitales es otro ejemplo del impacto sobre la población civil. No se quieren mover de casa. Así como las altas voluntarias”, afirma Sancristóval. “Vinieron siete mujeres que estaban de parto, iban a dar a luz en dos horas, pero se fueron porque pensaban que el riesgo de estar en un núcleo urbano era más alto que parir en su casa”, añade.

Este lunes se han registrado fuertes explosiones en almacenes de armas situados en una montaña cercana a la capital yemení y controlados por los rebeldes hutíes, según ha informado la agencia Efe. Debido a los bombardeos, numerosos proyectiles se han disparado y han caído en barrios residenciales próximos a Naqam.

Los desplazados tienen miedo a vivir en campos

“Si nos metemos en un campo, nos van a bombardear”. Es la conclusión a la que ha llegado la población yemení, según Médicos Sin Fronteras, tras el bombardeo realizado a finales de marzo sobre el campamento de Al Mazraq, establecido en 2009 para miles de personas que huían de los combates entre las tropas gubernamentales y las fuerzas Houthi en la provincia de Sadá. La consecuencia, aseguran, no tardó en llegar: los cerca de 300.000 desplazados internos del conflicto no quieren concentrarse en grupos, una práctica que facilita la respuesta humanitaria. Las escasas organizaciones que trabajan en el terreno tienen que buscarlos.

“Tenemos enormes dificultades para asistir a la población. Se están metiendo en sitios minúsculos, las familias se esconden en cuevas surgidas entre las montañas. Mucha gente también huye a casas de familiares pero se producen múltiples desplazaminetos de pueblo en pueblo, en función del movimiento de los bombardeos”, explican desde la ONG. “La gente está enormemente asustada. Piensa que si los grupos son de 1.000 personas, algo que nos facilitaría la asistencia, les vana bombardear. Ahora mismo se esfuerzan más en preservar la vida que en vivir y tener una mejor calidad de vida”.

Médicos Sin Fronteras exige a la coalición de Arabia Saudí el fin del bloqueo sobre los yemeníes. En este sentido, mantendrán una reunión con representantes del Gobierno español con el objetivo de que aprovechen su asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU para presionar sobre la necesidad de proteger a la población civil, según fuentes de la ONG. Además, recuerdan que “los ataques de los hutíes en Adén, Al Dhale, Taiz y otras ciudades y pueblos están causando también una enorme destrucción y están dejando tras de sí una terrible pérdida de vidas humanas”.

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