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Más de 14.000 personas han muerto en el Mediterráneo desde 2014

Raúl Sánchez / Gabriela Sánchez

Detrás de cada salvavidas, se esconde un episodio traumático, la angustia de decenas de personas sobre una inestable embarcación; la desesperación que empuja a beber agua del mar, la propia orina o restos de gasolina; una niña con la mente clavada en los abusos sexuales sufridos en el camino; el recuerdo de una madre fallecida durante la travesía, cuerpos sin vida dejados atrás por los saturados equipos de rescate…

Entre las tragedias que tiñen de rojo el mapa de las aguas que rodean la Unión Europea, Oscar Camps, director de la ONG Activa Open Arms, recuerda decenas de días “horribles”, decenas de rostros e historias de dolor. Destaca una fecha: 28 de octubre de 2015.

El naufragio de una embarcación de centenares de personas cerca de la isla griega de Lesbos, unido a la falta de equipos de rescate suficientes, acabó en uno de los días más mortíferos en las aguas del Egeo, en la estrecha franja de mar que separa Lesbos de suelo turco. Entonces, Gerard Canals, socorrista de la ONG, lo describía así dos días después de la tragedia. “Si hubiera sido una lancha con 50 personas, podríamos haberlas salvado, pero eran cientos, no podíamos. Estábamos en el agua entre cadáveres, intentando no mirarlos, arrancamos a niños de los brazos de sus madres...”.

Hoy, Camps, los recuerda a ellos. A esos niños rescatados que no volvieron a ver a sus padres. “No olvido la cantidad de muertos, de familias enteras que desaparecieron. Mantengo en la memoria haber decidido rescatar primero a los niños. Y dejar a decenas de niños solos en el puerto porque no pudimos rescatar a sus padres. Fue un error que mantendremos en la cabeza el resto de nuestra vida. No puedes dejar a niños solos en esta Europa que no los cuida como debería. Ahora rescatamos primero a familias completas”, reconoce el director de la ONG.

Mapa de las personas que han muerto en la ruta del Mediterráneo desde 2014

Según cifras obtenidas de las bases de datos del projecto Missing Migrants de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), al menos 474 menores han muerto en las aguas del Mediterráneo desde 2014. Cada flotador corresponde a un niño, niña o adolescente cuya vida se perdió en aguas europeas pero, según las estimaciones de organizaciones sociales como Save The Children, la cifra podría ser mucho mayor.

Cuando el pequeño cuerpo sin vida de Aylan Kurdi apareció en la orilla de una playa turca, las autoridades europeas, abochornadas, prometieron actuar. Sin embargo, desde entonces, poco ha cambiado. Casi un año después de su muerte, Save The Children calculó que cerca de 350 menores habían fallecido en su intento de alcanzar Europa desde que el niño kurdo sirio perdió su vida.

“Basta ya de excusas, hay que actuar”, dijo Mariano Rajoy tras la muerte de Aylan. Un año y cinco meses después, el pequeño cuerpo de Samuel apareció en la orilla de una playa de Barbate (Cádiz). El niño, de dos años, murió en el naufragio de la barca en la que viajaba junto a su madre, Véronique Nzazi, cuyo cadáver apareció en la costa argelina. Véronique, de República Democrática del Congo, decidió cruzar el Estrecho después de que la Unión Europea denegase el visado que solicitó para operarse de un tumor en Europa.

En 2013, una pequeña localidad italiana ocupó portadas en todo el mundo, Lampedusa. 368 personas, la mayoría eritreas y somalíes, murieron ahogadas a los pies del continente europeo. De poco valieron de nuevo las palabras oficiales de consternación: los naufragios han vuelto a convertir una y otra vez a Lampedusa en protagonista. En abril de 2015, más de 800 personas fallecieron cuando intentaban llegar a las costas europeas a bordo de un barco pesquero. “Se colocaron todos en el mismo lado para pedir socorro y la nave volcó”, explicó Acnur aquellos días.

Número de personas que han muerto en la ruta del Mediterráneo desde 2014

La mayoría de las personas fallecidas murieron, según la OIM, por ahogamiento, pero también destacan otras causas, como aquellas que fallecieron de sed o insolación durante el trayecto.

Según la OIM, al menos 331 personas perdieron la vida en su intento de llegar a España desde 2014. La cifra, de nuevo, vuelve a quedarse muy por debajo de los recuentos de algunas ONG, como la Asociación Pro-Derechos Humanos de Andalucía o Caminando Fronteras. Esta última estima que 388 personas murieron en los alrededores de las costas españolas solo entre septiembre de 2015 y diciembre de 2016.

En su recuento, la Organización Internacional para las Migraciones incluye la muerte de, según sus datos, 15 personas el 6 de febrero de 2015 (el último recuento de las organizaciones que han seguido el caso sitúan las víctimas en 14 personas), en un intento de entrada en el que la Guardia Civil disparó pelotas de goma hacia la zona donde se encontraban quienes trataban de rodear a nado el espigón fronterizo del Tarajal (Ceuta). A principios de este año, la justicia ordenó la reapertura de la causa que investiga la responsabilidad del Instituto Armado en el fallecimiento de estas personas.

La organización de las Naciones Unidas también incluye el fallecimiento de “cuatro personas” tras ser golpeadas por las fuerzas auxiliares marroquíes en su intento de saltar la valla de Melilla, según publicó L’Espresso, citando a la ONG local Prodein. La OIM incluye también datos de la alambrada de las ciudades autónomas, pues las considera parte de las “rutas del Mediterráneo”.

Más allá del riesgo intrínseco a atravesar el Estrecho en una patera, la ONG Caminando Fronteras refleja en su informe anual las que considera “causas evitables” de las muertes en nuestra frontera. “El Gobierno, a través del Ministerio de Fomento, tiene medios suficientes para que no haya muertes en nuestras fronteras o estas solo sean aquellas que se deben a una tragedia irremediable”, afirmó Helena Maleno, portavoz del colectivo.

Pero las muertes y desapariciones en las aguas fronterizas no cesan. A través de su teléfono de emergencias, operativo las 24 horas del día, reciben el grito de quienes se encuentran en peligro en su intento de arribar a las costas españolas sobre una patera, y vigilan la respuesta de las autoridades españolas y marroquíes. Por ello, relatan, han sido testigos de importantes retrasos en la activación de los medios de rescate, han presenciado la suspensión del rastreo ante información “falsa” o inexistente de las autoridades marroquíes, los riesgos añadidos en operaciones de control fronterizo…

Mapa de las personas que han muerto frente a costas españolas en el Mediterráneo desde 2014

Ni en España, ni en Italia, ni en Grecia. A día de hoy, no existe ninguna misión conjunta europea cuya misión sea el salvamento y rescate de personas en el mar. Los operativos lanzados por la UE, generalmente tras las grandes tragedias migratorias, tienen como finalidad el control de fronteras. Salvan a gente, pero solo si se las encuentran o si otra embarcación o el servicio de Salvamento del país requiere su ayuda para tal fin cuando se encuentra cerca del incidente.

Tras cada naufragio de migrantes y refugiados mientras tratan de buscar protección en la Unión Europea, resuena la falta de vías legales y seguras para llegar a suelo comunitario. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y las organizaciones sociales especializadas denuncian que la inexistencia de estas los empuja a ponerse en manos de traficantes y arriesgar su vida en el mar.

A cada intento de establecer un sistema sostenible para que los solicitantes de protección puedan llegar a la UE de forma segura, el fantasma del “efecto llamada” suele aparecer en las reuniones de las autoridades comunitarias. Desde Acnur, respondieron de la siguiente manera: “No es un efecto llamada. Es un 'efecto empuje'. El hambre, la desesperación, la guerra”.

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