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“Los recortes han provocado un retroceso en las prestaciones sociales y la Sanidad, eso es algo objetivo”

Francisco Javier Enériz, defensor del pueblo de Navarra.

Garikoitz Montañés

Pamplona —

“Si no fuera molesto, no habría hecho mi función. Aquí estoy para estorbar, en el buen sentido”. Francisco Javier Enériz (Pamplona, 1959) se muestra a menudo conciliador y apuesta por la prudencia, pero también “por decir las cosas”. De lo contrario, asegura, no se consigue nada. Este funcionario foral es, desde marzo de 2007, el defensor del pueblo de Navarra, un cargo que se ostenta durante seis años y que, por tanto, en el que ahora continúa de forma interina hasta que, probablemente el próximo Parlamento, apueste por su continuidad o por otra persona. Él, que fue nombrado con los votos de UPN y CDN, confía ahora en que su labor en este organismo haya demostrado su independencia. Como, por ejemplo, cuando el consejero de Políticas Sociales, Íñigo Alli, le acusó de extralimitarse de sus funciones. Algo que, en opinión de Enériz, suele ocurrir cuando se da en el clavo.

¿Usted tiende a extralimitarse en sus funciones, como le acusó el consejero Alli?

Eso lo suelen decir aquellos a los que les has pillado. Porque, cuando les dices algo, tienes datos, y les pides que colaboren, que faciliten la información y, si no cumplen los plazos, les insistes y, al final, responden con que el que te has extralimitado en sus funciones eres tú.

¿Tiene la sensación de pelear contra un muro?

Tengo esa sensación todas las mañanas.

¿Con todas las instituciones?

Para la política ya está el Parlamento. Yo me peleo sobre todo con la Administración, con esa cantidad de despachos, pasillos, procedimientos y circuitos con los que el ciudadano se relaciona y lo vuelven loco. Con las calles sin arreglar, los cuidados del medio ambiente, las construcciones de viviendas donde se debe… Ahí es donde me pego yo.

Si las recomendaciones del defensor fueran de obligado cumplimiento, ¿se agilizaría mucho más el sistema?

Algunas cosas podrían ser de obligado cumplimiento. Por ejemplo, las indemnizaciones por una caída en una zanja por una obra en la calle sin señalizar. Pero es que la Administración nunca reconoce su responsabilidad. La Administración puede ser eficaz, y rápida, pero diciendo que no. Y el ciudadano quiere que le expliquen por qué. El ciudadano tiene pavor a acercarse a la administración, la desconfianza es absoluta, no creen que le arreglarán los problemas de forma ágil. Y ahí es donde nosotros podemos ayudar.

¿Los ciudadanos son conscientes de sus derechos?

No. Los ciudadanos funcionan más según su sentido de justicia o injusticia. Pero es que conocer todos los derechos casi exige estudiar la carrera y una especialidad concreta.

¿Le ha tocado mucho decir a un ciudadano ‘No tiene razón’?

Pues también pasa, pero en esos casos hay que sentarse con el ciudadano y ‘perder el tiempo’ en explicarle hasta la convicción por qué, que es algo que parece que en la Administración nunca se quiere hacer.

Si hiciéramos un ranking de las quejas que recibe, ¿cuáles ocuparían los primeros puestos?

Las políticas sociales, que son un grupo muy amplio: residencias, prestaciones sanitarias, dependencia, renta de inclusión social, los servicios de atención de día a personas con discapacidad… Hablamos de un bloque que afecta a las personas más necesitadas social y económicamente.

¿Cómo ha influido la crisis?

La crisis desata todo eso de una forma brutal. Porque el que menos tiene y, sobre todo, el que menos puede es el que más padece la crisis. También hay muchas quejas sobre Sanidad, que es nuestro valor número uno.

La Sanidad genera debate en todos sus frentes. Las privatizaciones, las listas de espera, los cambios en Urgencias… ¿cuál es la queja más habitual?

Aquí el problema número uno son las listas de esperas, y en determinadas especialidades, como en Traumatología por ejemplo. En este tema, y en las prestaciones sociales, se ha notado un retroceso por la falta de recursos humanos y económicos. Porque se ha recortado en todas las áreas, y eso es objetivo.

¿Qué logros recuerda y qué espinas se le han quedado clavadas tras estos años en el cargo?

Pues tengo mala memoria, así que, por ejemplo, no recuerdo casos concretos en los que hayamos logrado algo, pero sí creo que ha habido avances al fomentar las viviendas en alquiler, al cuidar las pensiones de viudedad o corregir las tasas judiciales, que eran infumables… Y me pasa lo mismo con aquellos casos donde no ha habido avances. Es tal la batalla del día a día… Hablamos de unas mil quejas, aproximadamente, cada año.

¿Cuántas veces se ha llevado las manos a la cabeza con las actuaciones de la Administración?

Muchas. Y sigo haciéndolo. Se han hecho muchas cosas sin pies ni cabeza en ese afán por contener el gasto público que, lejos de reducir, ha aumentado el problema.

Con mil quejas al año, ¿cómo le sentó que el PP abogara por eliminar la figura del defensor del pueblo?

En temas de partido no quiero entrar, porque me debo a todos…

… Pero han cuestionado su figura.

Yo creo en la democracia y cada partido puede aportar sus soluciones, y creo que la mayoría, aplastante, de los partidos del Parlamento apoya al defensor del pueblo. Además, creo que esta es una figura vinculada a la democracia, porque sirve a los ciudadanos directamente, y a la participación. Hablamos de una figura de control, de la legalidad, de la corrupción… aquí cuando notas que alguien está metiendo la mano al cajón lo mandas al fiscal y que lo investigue.

Pues en Navarra habrá estado atareado.

No mucho, porque es más una labor policial.

Sí le llegaron quejas sobre Caja Navarra.

Sobre Caja Navarra, aquí se trató el caso de las dietas de los políticos. Y ahí dijimos que es legal que cobren las dietas, pero otra cosa es que discutamos el importe. Nadie habría cuestionado unas dietas de 20 euros, no habría habido escándalo. Pero lo que estaba mal era la cuantía y la forma de cobrar las dietas. Si además me dice que cada vez que se levantaban del asiento cobraban una dieta, lo único que puedo es señalar que eso está mal hecho.

¿Le ha tocado ser defensor del pueblo en un momento complicado?

No. Este no es un cargo para estar cómodo. Puede ser una función dura, con independencia de que haya una crisis económica o no.

¿Entiende que haya suspicacia con la figura del defensor, al ser nombrado por los partidos a los que le toca controlar?

Puede haber esa suspicacia, pero si han visto nuestro trabajo, creo que hemos acreditado cierta imparcialidad. Aunque todo sea opinable.

¿Va a seguir en el cargo?

Prefiero no pronunciarme. Después de las elecciones me tocará hablar con el Parlamento, pero esto no depende de mí. Pienso en cumplir esta legislatura y, después, ya se verá. O ya verán.

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