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Una avispa china amenaza con llevarse por delante los castañares españoles

Una avispilla del castaño.

Raúl Rejón

Un insecto invasor chino llegado en 2012 amenaza con destruir los castaños españoles. Expandida con gran rapidez, la Dryocosmus kuriphilus: la avispilla del castaño, ha sido localizada en unos 25.000 puntos de España, según el Ministerio de Medio Ambiente. Hace cinco años se detectó en Cataluña y ahora ya infecta bosques en Andalucía, País Vasco, Cantabria, Asturias, Galicia, Castilla y León, Extremadura y Madrid.

La avispa amenaza con afectar a gran parte de estos árboles en diez años. En 2010, el grupo científico de Salud Vegetal de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria calculó que su tasa media de expansión era de ocho kilómetros al año pero parece que las estimaciones se han desbordado.

Ante el avance implacable del insecto, los gobiernos de las comunidades afectadas han urgido al Ministerio de Medio Ambiente para que autorice el uso generalizado de otro parásito –también de origen chino– para contener a la avispa. La plaga ha llegado al Congreso de los Diputados donde el PSOE acaba de pedir que se inste al Ejecutivo a que permita la suelta masiva de ese parásito y que realice “con la mayor celeridad posible una evaluación del impacto de la plaga”. De momento solo se han autorizado algunas experiencias piloto en Galicia o Andalucía.

El investigador del CSIC José Luis Nieves-Aldrey ha pedido prudencia antes de iniciar una introducción a gran escala del parásito chino llamado Torymus Sinensis (que es, a su vez, otro tipo de avispilla) en los ecosistemas españoles.

Cautela por los riesgos medioambientales que implica liberar una gran cantidad de insectos exóticos –se precisa un gran volumen para controlar la plaga– que puede desestabilizar la ecología de otros bosques que se solapan con la distribución del castaño: los robles, melojos, quejigos, alcornoques, encinas o coscojas.

En su Evaluación de posible impacto ambiental del uso de Torymus Sinensis posible impacto, el investigador explica que a la avispilla del castaño le están atacando parasitoides autóctonos por lo que existe la posibilidad científica de que la plaga se controle sin intervención humana.

Las experiencias en otros países han indicado que la avispa que mata a la avispa necesita unos siete años en resultar efectiva y a base de su uso en grandes cantidades, lo que también es costoso. La fase experimental en Galicia ha presupuestado 180.000 euros para adquirir 700 cajas con 192 individuos cada una.

Para soltar de forma intensiva el parásito contra el insecto, Medio Ambiente espera evaluar los proyectos piloto cuyos resultados finales se prevén para finales de 2018. Los productores de castaños contraponen que no se puede aguardar más: “Si esperamos o retrasamos la aplicación, nos quedamos sin castaños”, ha expresado la Red Estatal del Castaño que agrupa a productores de diversas regiones. Según su criterio, si existieran riesgos medioambientales por el empleo del Torymus sinensis, se producirán igual “por las sueltas experimentales o las de otros países”.

300.000 hectáreas

Los bosques de castaños son ecosistemas que precisan protección al estar considerados como un hábitat de interés por la normativa de la Unión Europea. Ocupan unas 300.000 hectáreas, según el Ministerio de Medio Ambiente aunque su área de distribución llega a más del millón. Una buena parte está incluida en la Red Natura 2000 de protección ambiental con figuras de defensa como los Lugares de Importancia Comunitaria o las Zonas de Especial Protección para las Aves.

Cuando se redactaron las normas generales para su conservación en 2009, el Ministerio evaluó el estado de los castañares tanto en la región mediterránea como en la atlántica como malo. Aún no había llegado la avispilla asiática. Las condiciones de estos bosques ya eran “desfavorables a causa del abandono (…) y de los gravísimos daños ocasionados por los ataques parasitarios”.

En la siguiente evaluación realizada por el Gobierno para remitir a la Comisión Europea, que abarcó hasta 2013, los árboles de la zona atlántica estaban conservados de manera “inadecuada” y los mediterráneos seguían instalados en la conservación “mala”.

Precisamente en 2013, el Centro Europeo de Conservación de la Naturaleza, por encargo de la Comisión Europea, incluyó estos bosques en la lista de “hábitats de consideración prioritaria”, a petición de los estados miembros de la Unión Europea (aunque el documento indicaba que España no había participado).

El avance de la plaga ha sido bastante imparable. Como entró en Europa por Italia en 2002, la Comisión Europea dictó una norma específica para tratar de frenar la infección de los árboles continentales. No sirvió. Bruselas derogó la orden en 2014 ante la evidencia de que no había podido contenerse la expansión. Desde entonces, la Dryocosmus kuriphilus no ha hecho más que colonizar y agostar castaños en España.

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