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45 enfermos para 22 camas: los trabajadores denuncian saturación en las urgencias del hospital La Paz

Imagen de las urgencias tomadas por testigos en un hospital de Toledo

Laura Olías

Son las cuatro de la tarde y en una sala de urgencias con 22 camas se agolpan 45 personas. Más del doble de su capacidad. Para atenderlos, ocho profesionales se mueven entre camillas, sillas de ruedas y sillones, sin poder pedir apoyo de las salas contiguas, porque sufren situaciones similares. La escena se vivió este miércoles en el Hospital Universitario de La Paz, según el personal de enfermería de urgencias, que denuncia la escasez de recursos para proporcionar una atención adecuada a sus pacientes.

Frustración. Es la palabra más repetida por un enfermero del centro hospitalario que comprueba día a día su incapacidad para tratar a los enfermos como debería. “Como se merecen”, dice al otro lado del teléfono. Según el profesional, es habitual que los pacientes estén más de 48 horas en urgencias, cuando el compendio de recomendaciones del Ministerio de Sanidad insta a que “el tiempo máximo de observación-valoración de la evolución de un paciente en la Unidad de Urgencias Hospitalaria debería ser inferior a 24 horas”.

El cierre de camas en las distintas unidades ha provocado que las urgencias se conviertan en un “embudo”, explica el enfermero. “La gente sigue viniendo a urgencias, porque continúa enfermando, pero no podemos subirlos a planta porque no hay camas”, indica.

El Comité de Empresa del Hospital Gregorio Marañón manifestó también este miércoles su malestar ante el cierre de 36 camas de Traumatología, “con más de 1.700 pacientes en lista de espera” desde hace más de un año, denuncian. Adjudican las “camas vacías” en las que se escuda la dirección a la reducción de intervenciones quirúrgicas. En este sentido, el comité recuerda que desde hace tres meses un quirófano de esta especialidad permanece cerrado todos los viernes.

Los enfermeros y enfermeras de La Paz han optado, en esta ocasión, por mostrar en cifras concretas el desbordamiento de sus servicios. En la sala 1, a la misma hora de la tarde, atendieron (o “malatendieron”, como lo califican a su pesar) a 22 pacientes, cuando solo está habilitada para 12. Es otra de sus iniciativas, después de presentar el pasado 2 de abril una comunicación al juzgado de guardia en la que denunciaban la falta de medios en la atención, y de innumerables avisos a la dirección del hospital.

Pero no cambia nada. A pesar de que la nueva directiva es “más comprensiva”, los cambios no llegan a la planta de las urgencias, apunta el enfermero. “Solo hemos conseguido contar con una presencia más de enfermería y de un auxiliar, a costa de nuestros días libres”.

Un portavoz de La Paz desacredita los datos de los enfermeros. “No vamos a entrar en cifras pero no es cierto”, apunta a eldiario.es, que adjudica las denuncias del personal sanitario a “un problema laboral”. En la respuesta oficial de la dirección, se remiten a “momentos puntuales” en los que una mayor afluencia de pacientes no ha posibilitado que los enfermos salieran de las urgencias en menos de 48 horas, su “objetivo de calidad”.

Las cifras sí son significativas para los enfermeros: “Desde la dirección están negando la saturación porque para contabilizar a los pacientes solo tienen en cuenta las camas de cada sala, no los sillones y canillas que tenemos que añadir”.

Pañales dentro de toallas a modo de almohadas

Los profesionales alertan de que la falta de medios se puede materializar en la salud de los pacientes. Si se agrava el estado de un enfermo y necesita ser trasladado a otra unidad con urgencia, los segundos son fundamentales. Sin embargo, el personal sanitario, a día de hoy, debe pararse para apartar sillas de ruedas, camillas y sillones en su camino.

Por otro lado, la espera de pacientes que deberían recibir atención especializada en otra unidad es frecuente, según los profesionales. “Es duro irte un día del hospital y ver a un paciente aún en la cama. Llegar al día siguiente y que permanezca allí. Librar y que, a tu vuelta, siga en urgencias”, relata el enfermero de La Paz. Según su experiencia, se han dado casos de espera de hasta 4 o 5 días.

El pasado enero, la madre de Yolanda P. falleció en el Hospital Severo Ochoa de Leganés tras cuatro días en las urgencias del centro. La familia denunció que la mujer había sido “aparcada” en una camilla colocada en el pasillo, como se podía ver en el vídeo que publicó eldiario.es.

La falta de ropa de cama es otra de las exigencias de los sanitarios. Las mantas y las almohadas que tienen no son suficientes, porque necesitan más material para los pacientes en los sillones y camillas que han habilitado. “Y por la noche hace frío”, apunta el enfermero. Cuando pueden, meten “pañales o algún objeto blando” dentro de sábanas o toallas para que los enfermos reposen la cabeza.

En este punto, la versión oficial vuelve diferir totalmente: “Los recursos materiales y humanos de urgencias son los necesarios para satisfacer la demanda asistencial de los pacientes y proporcionar los cuidados médicos necesarios”.

Al profesional le apena que los enfermos aguanten tanto, que se conformen con una atención lejos de la calidad que recomiendan organismos como el Colegio de Enfermería y la Sociedad Española de Medicina de Emergencia. “La falta de intimidad en las salas, compartir cuatro aseos entre todos los pacientes, no poder apenas levantarse y ver a sus familiares solo una hora al día”, lamenta el enfermero, entre otras situaciones. De hecho, según les trasladan desde los servicios de atención al paciente, apenas ponen reclamaciones. “Muchas veces te ven tan saturado que no te llaman todas las veces que te necesitan”.

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