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ETA, el aborto y el ministro

José María Calleja

El todavía ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, considera que el aborto y la banda terrorista ETA, con sus 874 asesinatos, “tienen algo que ver, aunque no demasiado”.

No cabe rectificación ni corrección posible: el ministro ha dicho lo que piensa, con la verdad que tienen las primeras declaraciones.

Me puede doler esta comparación infame, pero no me sorprende. Un conmilitón de Fernández Díaz, el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, se ha referido al aborto como “un Holocausto silencioso”, y son varios los miembros de la jerarquía de la Iglesia católica española que han considerado el aborto peor que un asesinato y equiparable a las matanzas sistemáticas de judíos -de homosexuales y gitanos, que también las hubo-, realizadas por los nazis.

Últimamente, al PP todo le parece etarra o nazi. Sin embargo, hemos visto como el pasado fin de semana un grupo de ciudadanos indignados contra el desahucio se situaban pacíficamente delante de la casa de Floriano en Cáceres, sin que hayan tenido que pasar los camilleros a llevarse no ya seis millones, ni un solo judío gaseado.

Sabemos de mujeres que han abortado y estamos convencidos, como lo están ellas, de que no forman parte de ninguna grupo de la banda terrorista ETA, que no han matado a nadie, no han secuestrado a nadie y no han extorsionado a nadie; que no han sembrado ni odio, ni muerte ni miedo. Tampoco las mujeres que abortan han colaborado, en silencio o a gritos, en los exterminios de Auschwitz, Birkenau o Treblinka.

Coherente con su afirmación, el ministro nacional católico, y caótico, debería proceder a la inmediata detención de los miles de comandos individuales formados por mujeres que un doloroso día de su vida decidieron abortar.

No tiene sentido explicarle al ministro el desgarro que un aborto supone para toda mujer, ya sabemos que a estos les interesa más el feto, porque dicen que es de Dios, que la madre, que es humana, y que pueden llegar a que se muera la madre con tal de que el feto nazca malformado o con un padre violador. Que nazcan bebés con malformaciones que luego Gallardón no les aplicará la Ley de dependencia, convertida en una escombrera a estas alturas del partido.

No dimitirá el incompetente ministro y ya estará recibiendo a estas alturas encendidos apoyos ultras por ese pensamiento “sin complejos”, tan en boga de un tiempo a esta parte.

No sé, resulta cansado este ejercicio constante por explicar lo obvio, que como sabemos es lo más costoso de establecer, pero ¿cree el todavía ministro Jorge Fernández Díaz que una mujer que decide abortar “tiene algo que ver”, por ponérselo fácil, con los etarras que pegaron un tiro en la nuca a su compañero de partido Miguel Ángel Blanco, esposado con las manos por detrás, de rodillas, totalmente indefenso?

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