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Desde el año 2005, Juan Mal-herido hace públicas sus opiniones sobre libros, lencería y trastornos de identidad. En este espacio, se centrará en los trastornos de identidad. Creado por Alberto Olmos

Ríete tú de Sidney Poitier

Juan

Harlem —

No Soy Sidney Poitier es la segunda novela de Everett que publica en España Blackie Books. No es mejor que X, pero sí más divertida y legible y delirante. X combinaba un discurso teórico sobre literatura con el relato durísimo de la vida en un barrio negro, y ambas narraciones se hacían desde un punto de vista paródico: a mí me gustó más la parodia de la vida de los negros de clase baja porque la parodia del estructuralismo, postestructuralismo y demás le parece a uno que muchas veces ya viene metida en su propia formulación.

No Soy Sidney Poitier se escribe todo con mayúsculas porque no se trata de una afirmación -o de una negación, que ahora mismo no me aclaro- sino del nombre completo del protagonista. Esto ya da la pauta, en la primera página, de lo disparatada y original que es la peripecia de nuestro héroe. Llamarse No Soy, y no digamos No Soy Sidney Poitier, da -como aquel Nadie de La Odisea- para confusiones divertidísimas, y Everett las aprovecha y dosifica a lo largo de toda la historia.

No Soy, por pintarlo otro poco, resulta ser fruto de un embarazo que duró dos años; al morir su madre, queda al cuidado de Ted Turner. Sí, Ted Turner. Everett avisa en una nota preliminar que van a salir agunos nombres conocidos en el libro, y que, en definitiva, no lo denuncien, que sólo es literatura. Él mismo aparece como profesor de Filosofía del Absurdo, cameo autoparódico que, curiosamente, es lo menos conseguido del libro. Everett no le ha sabido sacar el personaje a Everett, entre otras cosas, porque esto de que los autores metan su nombre en sus propios libros es una tontería que ya debería haber prescrito. A mí, al menos, no me hace gracia desde el año 2002.

La novela parece César Aira un poco, otro poco Boris Vian en Qué se mueran los feos (todos quieren follar con el protagonista) y obviamente en Escupiré sobre vuestra tumba (el rencor social de la raza negra contra el hombre blanco); también le han venido a uno a la cabeza las novelas ligeras de Eduardo Mendoza (todas desde hace veinte años) y, ya tirando más hacia los clásicos, el modelo tradicional de la novela picaresca: un personaje de origen humilde al que la sociedad moldea y envilece, a falta de televisión.

En No Soy Sidney Poitier hay autocrítica racial:

Intenta acabar con el sistema de bienestar porque mantiene oprimidos a los negros, y poner coto a los derechos de los gays porque eso pone en peligro la estructura familiar y mantiene oprimidos a los negros, y abolir la discriminación positiva porque enseña a mostrar preferencias y eso mantiene oprimidos a los negros.

Hay trabalenguas academicistas:

Imaginen un contextualismo radical y formidable que deriva de la hipostatización del lenguaje y que anticipa un lenguaje licuado (etc.)

Hay mucho, mucho ingenio:

¿Cómo es posible que, después de que todas las balas le han rebotado en el pecho, Supermán se agache cuando el malo le tira la pistola vacía?

Hay erratas.

Y hay motivos muy particulares para detener a los negros en Georgia:

Bueno, pa empezá, por hablarle con descaro a un agente de la ley, que por aquí é lo mimmo que resistirse a un arresto. Luego tenemo exceso de velocidad y no haberte parao enseguida cuando he encendío la lú. Y luego está lo de ser un puto negro.

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