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Las cárnicas afrontan otra crisis de reputación tras la caída de un 60% en el consumo de carne mechada por la listeriosis

Cartel en un bar de sevilla.

Consuelo Durán

La industria cárnica, la cuarta en importancia en España tras las del automóvil, petróleo y energía eléctrica, sigue con temor la evolución de la crisis generada por el mayor brote de listeria del país –con tres alertas alimentarias en Andalucía desde el verano– después de haber encadenado cinco años consecutivos de descensos en el consumo, según el panel del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, que lo situaba en 2018 en 46,2 kilos per cápita frente a los 52,7 de 2013.

El índice de sentimiento de la industria cárnica española (Isice), elaborado por la Asociación Nacional de Industrias de Carne de España (Anice) y Cajamar vaticinaba a comienzos de este año unas expectativas para 2019 mejores que las de 2018. Pero en el sector creen que la crisis de la listeria puede minar sus esfuerzos para mejorar su reputación después de tener que lidiar con informes sobre la necesidad de reducir su consumo por cuestiones de salud o de lucha contra el cambio climático, y los frentes abiertos en relación al bienestar animal.

Es “demasiado pronto”, matizan desde el sector, para valorar cuantitativamente el impacto en las ventas y el consumo tras el foco de listeria descubierto primero en la carne mechada de una empresa en Sevilla y luego en dos más en Cádiz y Málaga, en este último caso en chicharrones, pero se temen que será “notable” porque ya se está percibiendo, sobre todo entre los especializados en el primer producto.

El portavoz de la Junta de Andalucía, Elías Bendodo, ha dicho este viernes que cuando cese el brote “ya vendrán momentos de recuperar y promocionar la industria cárnica andaluza, que es de las mejores del mundo”, consciente del daño de imagen que se avecina.

Desde Anice, que ostenta la representación mayoritaria de la producción cárnica española, su secretario general, Miguel Huerta, ofrece las primeras estimaciones: una reducción de en torno a un 60% en el consumo de carne mechada, “exclusivamente”, desde que empezó la crisis de la listeria, si bien “es pronto para evaluar el impacto económico”, lo que se verá “a medio plazo”.

No descartan demandas

No oculta su preocupación, llama a la tranquilidad a los consumidores y les piden que tengan “confianza en el sistema de control de los alimentos de la UE, que es el más avanzado del mundo, y en el buen hacer de las empresas”.UE De hecho, en la patronal no descartan demandar a las empresas cuyos productos han sido inmovilizados por las administraciones.

En paralelo, insiste en que “los protocolos de control y alerta han funcionado, retirando toda la mercancía sospechosa, a través del sistema de trazabilidad hasta el punto de venta” y recuerda que la listeria “es una bacteria que se encuentra ampliamente distribuida en el ambiente, tierra y agua, heces, alimentos, animales y personas sanas, por lo que puede haber contaminado el alimento desde cualquiera de esas fuentes”.

Ignasi Pons, responsable técnico de la Federación Empresarial de Carnes e Industrias Cárnicas (Fecic), reconoce que la situación “ha generado bastante preocupación, pero no sólo por la gravedad de este hecho puntual, sino porque es una noticia negativa más en contra de un sector que lleva tiempo con ellas”. En su opinión, “se va a notar en el consumo de este producto concreto pero ya se lleva tiempo notando la reducción del consumo de cárnicos precisamente por esas informaciones negativas”.

Señala tres cosas que hay que tener en cuenta. En primer lugar, que “a nivel legislativo las empresas, como otros sectores alimentarios, tienen que cumplir las exigentes normativas europeas y por tanto dan garantía al consumidor siempre y cuando lo hagan”. Lo que entiende que ocurre “porque en la elevada cantidad de productos que en España se elaboran, las incidencias son muy pocas”.

En segundo lugar, señala que el sector no sólo trabaja en cumplir esas normativas, sino que va más allá. En esta línea, apunta el programa impulsado con Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, mediante el plan de autocontrol Pacic, por el que desde la federación evalúan el etiquetado de sus miembros, y si está mal, informan al Ministerio. “Estamos reevaluando esos productos a nivel de etiquetado para que el consumidor tenga garantía de que lo que compra es lo que espera”, subraya.

En tercer lugar, la cuestión del bienestar animal. “Pese a que hay una normativa muy exigente a nivel europeo, los mataderos españoles están buscando una certificación aún más exigente (welfare quality network). Son todas acciones intentando recuperar la confianza del consumidor”, asevera.

Por su parte, Xavi Pera, responsable de seguridad alimentaria de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (Aecoc), reconoce que “el resto de fabricantes de carne mechada efectivamente están preocupados porque la crisis protagonizada por una empresa concreta tiene un impacto indudable en el conjunto”. En este sentido, subraya: “Sobre todo los hosteleros están detectando que el consumo de este producto ha caído de forma muy notable. No obstante, se trata de un hecho puntual y la previsión es que el consumo pueda ir recuperándose conforme avancen las semanas y la situación se vaya normalizando”.

En este contexto, tiene clara una cosa: “En las próximas semanas, tanto las autoridades competentes como el sector alimentario, deberán analizar cómo se ha gestionado la alerta y qué aprendizajes y propuestas de mejora podemos extraer de esta crisis”. Es más, cree que “con lo que sabemos actualmente, ya podemos identificar algunas cuestiones que no han funcionado correctamente”.

Lo que no ha funcionado

Y son dos cuestiones las que sobre todo han molestado en el sector. Para empezar, el “comportamiento de la empresa” donde se originó el primer foco, por la falta de controles, incumplimientos y oscurantismo cuando estalló la crisis. “Es importante señalar que estas irregularidades o malas prácticas sólo pueden atribuirse a la empresa que ha protagonizado la crisis ya que España es un país con altos estándares de seguridad alimentaria y calidad en el que el conjunto del sector cumple escrupulosamente con sus obligaciones”, precisa Xavi Pera. Segundo, la gestión pública de la alerta también invita a revisar “ciertos procesos de inspección de empresas, coordinación entre administraciones y transparencia”.

En esta línea, prosigue: “Evidentemente la confianza del consumidor en estos productos se ha visto afectada y, si se quiere recuperar, hará falta una estrategia conjunta que respete los siguientes principios: transparencia e información basada en datos; evitar la politización de la crisis, porque no ayuda a rebajar el alarmismo y la desconfianza; poner en valor las buenas prácticas y el control que se ejerce en el sector, a través de la voz de expertos independientes; e informar a la sociedad de los cambios implantados a nivel de competencias y coordinación entre autoridades competentes”.

En cualquier caso, no temen que se traslade a las exportaciones, donde por el contrario llevan cinco años de incrementos consecutivos. “En realidad las mayores afectaciones de la crisis son para el mercado nacional, por dos motivos básicos. Primero, que la carne mechada es un producto muy local, que se comercializa fundamentalmente en el mercado nacional. Segundo, porque la atención mediática fuera de España no ha tenido lógicamente la misma intensidad que en nuestro país. De hecho, la alerta por listeriosis solo afectó a España, si bien ha habido algún caso en el extranjero pero de turistas que enfermaron por consumir el producto en nuestro país”, indica Xavi Pera.

Una visión responsable del consumo

“El gravísimo problema que estamos viviendo con el brote de listeriosis es, en nuestra opinión, una de las consecuencias de una dinámica de producción industrial de carne y consumo que está llevando al límite muchos equilibrios. Estamos comiendo demasiada carne, para abaratar precios estamos abusando de los sistemas intensivos. Todo eso está llevando a mayores y serios riesgos para nuestra salud, a la vez que se está incurriendo en irregularidades medioambientales, sanitarias y comerciales”, lamenta por su parte Francisco Casero, presidente de la Fundación Savia y referente en defensa de la producción ecológica.

Por ello, abunda: “En el caso de la carne, es necesario que consumamos la procedente de ganadería extensiva y ecológica. Porque es el modelo de producción que nos ofrece calidad con criterios de respeto al territorio. Tenemos que consumir productos de cercanía y de temporada. Con ello estaremos fomentando de forma activa modelos de producción, transformación y comercialización responsables, que ejercen un efecto positivo con el medio rural y natural, es decir, además de comer sano, estaremos ejerciendo nuestra responsabilidad con las generaciones futuras pues estamos evitando el destrozo colectivo que es en la práctica la ganadería industrial”.

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