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Todo el Parlamento andaluz cuestiona el plan de refuerzo escolar de 15 días en julio tras el rechazo masivo de las familias

Javier Imbroda, consejero de Educación, junto al presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno.

Daniel Cela

El polémico plan de refuerzo educativo estival de Javier Imbroda salió este miércoles chamuscado del Parlamento andaluz. Pero salió vivo. El consejero de Educación ha desoído las críticas de todos los grupos de la Cámara, incluidas las de los suyos -PP y Ciudadanos-, ha esquivado los dardos que le han lanzado todos los sindicatos de la enseñanza, las asociaciones de padres de alumnos y los directores de colegios. Ni siquiera los números han convencido a Imbroda para que reconsidere su programa estrella, el que presentó en el segundo Consejo de Gobierno, al poco de ser nombrado consejero. “Se ofertaron 100.000 plazas. Se han apuntado 3.657 alumnos y 1.674 profesores. Fenomenal”, dijo desde la tribuna del Parlamento. La Junta de Andalucía seguirá adelante con el proyecto, aunque sólo han reclutado al 3,4% de los estudiantes previstos y, en este momento, hay un profesor apuntado por cada dos alumnos.

La Consejería de Educación ha diseñado un programa para combatir el abandono escolar temprano, que afecta al 21,9% del alumnado andaluz: unos 240.000 jóvenes de 18 a 24 años que deja los estudios sin un título postobligatorio (a veces, ni siquiera con el graduado de Secundaria). La tasa andaluza está casi cinco puntos por encima de la media nacional. Es un problema capital para la Unión Europea, porque está ligado directamente al desempleo y la dificultad de acceso de los jóvenes a un mercado laboral cualificado. El proyecto de Imbroda es una pieza más en una serie de medias que vienen desarrollando las escuelas para prevenir el fracaso escolar.

Su plan ha sido muy contestado por la comunidad educativa, no sólo porque la consejería lo presentó sin consensuarlo con los sindicatos de profesores, sino por su peculiaridad: se trata de impartir clases de refuerzo de matemáticas, lengua e inglés (más dos horas de actividades deportivas) durante 15 o 30 días en el mes de julio, en dos grupos de 10 y 15 alumnos por centro. El programa está presupuestado en 12 millones de euros: 10,5 millones de fondos europeos y un millón y medio de las cuotas que se le cobrará a las familias (entre 15 y 30 euros por alumno).

La contestación de la comunidad educativa ha sido rotunda: la convocatoria se cerró con el 1% de las plazas ocupadas. La consejería amplió el plazo de inscripción tres días, y la respuesta de las familias llegó hasta el 3,4%. Ahora, hay 234 colegios e institutos de Andalucía seleccionados para impartir esas clases de refuerzo en pleno julio, pero probablemente la Junta tendrá que reprogramar la distribución del alumnado, dada la desproporción enorme entre el número de docentes y centros seleccionados y el de los estudiantes que van a asistir. “Sé que un programa de 15 días no va a solucionar el abandono escolar. Hasta ahí llego. Pero sí era un mensaje para decir que desde el primer momento vamos a luchar para reducir esta lacra”, argumentó el consejero.

A veces para entender el ritmo de la política educativa, basta con escuchar un debate sobre educación en la Cámara legislativa. El de este miércoles fue pobre y desganado. Tan desganado, que ni se vio a Imbroda defender su plan estrella contra el fracaso escolar con el entusiasmo natural que exhibe el flamante consejero; ni se vio a los socios de Gobierno -PP y Ciudadanos- muy entusiasmados con el proyecto. “No es la panacea, es un proyecto piloto que se puede mejorar”, dijo la diputada naranja, María del Mar Sánchez, que animó al consejero a seguir adelante. El portavoz del PP, Miguel Ángel Ruiz Ortíz, también apoyó el plan entre una serie de justificaciones. “¿El programa es perfecto? No. ¿Es la solución al fracaso escolar? Tampoco. El programa tiene margen de mejora. No es la panacea, el consejero lo ha planteado como un plan piloto, ya se corregirá lo que no funciona”. Los esfuerzos de este diputado para justificar la mala acogida del plan por parte de las familias derivaron en argumentos como éste: “Se han apuntado 3.657 alumnos de los 100.000 previstos. Pero quedarse con el número es sólo mirar lo cuantitativo. 3.657 ya es más que cero. El programa suma, no resta”.

PP y Ciudadanos pasaron de puntillas por el proyecto de Imbroda. Y Vox, el partido que sustenta al Gobierno andaluz con sus 12 diputados, fue tan crítico como los grupos de izquierda, pero sin llegar a exigir la retirada del programa. “El plan es insuficiente, genera dudas y no logrará los objetivos planteados, porque carece de recursos y el marco estratégico no se ha consensuado con la comunidad educativa”, advirtió Luz Belinda Rodríguez.

La diputada del grupo ultraconservador coincidió en muchos de sus planteamientos con el PSOE y con Adelante Andalucía: afeó al consejero que no se haya preguntado a los directores ni al profesorado, que no se haya tenido en cuenta la carga burocrática que soportan los centros escolares en julio, que se haya ignorado que no hay transporte gratuito en julio para aquellos alumnos apuntados cuyo domicilio está lejos del colegio seleccionado para el programa... “¿No fomenta este plan la desigualdad entre el alumnado que puede o no puede asistir según si el colegio seleccionado está cerca o lejos de su casa? ¿Y si las familias no pueden pagar los 15 euros que la consejería le reclama? Este programa es como pedir un paraguas en medio del diluvio”, sentenció Rodríguez.

José Ignacio García Sánchez, de Adelante Andalucía, empezó aportando un dato rotundo: “El sindicato CGT ha recabado más firmas en contra de este programa de refuerzo que las solicitudes que ha recibido”. García Sánchez denunció que el proyecto había “pinchado”, que era “una mala idea muy mal ejecutada” y que los directores se habían enterado por la prensa de que sus colegios habían sido seleccionados por la consejería para impartir las clases de julio. “Es un insulto a los docentes. Retírelo”, dijo. El diputado izquierdista hizo una serie de propuestas alternativas al plan de refuerzo, algunas de ellas pasaban por aumentar plantilla y recursos propios de la consejería. Esto, sin embargo, no es posible, porque el programa está subvencionado con una partida finalista del Fondo Social Europeo que, según sus requisitos de gasto, no puede sustituir el presupuesto orgánico de la Administración educativa.

La última intervención fue la más dura. Corrió a cargo de la diputada del PSOE María Márquez, que atizó al consejero con una serie de acusaciones: “Estamos ante el ridículo más espantoso del Gobierno andaluz. Rectificar es de sabios, rectifique este cúmulo de despropósitos. Debería haber pedido perdón, debería haber reconocido que se ha equivocado, que su plan estrella es un plan estrellado”, sentenció. Márquez también afeó a Imbroda que haya reprochado a las familias el no haber inscrito a sus hijos al programa de refuerzo. El consejero, al ver la ínfima respuesta de matriculaciones, llegó a decir: “Serán los padres quienes deben decidir si quieren aprovechar este programa de refuerzo estival o si prefieren que sus hijos se queden en sus casas jugando a los videojuegos”. La diputada socialista le tachó de “soberbio”.

El debate finalizó con una última breve intervención del consejero, que confirmó que el plan seguía adelante. “El programa no es fracaso. Fracasa el que no lo intenta”, dijo. El plan ahora es cumplir con lo previsto en julio, aunque el desequilibrio actual entre el número de profesores apuntados y de alumnos inscritos es tremendo. A priori, la consejería prescindirá de muchos de los maestros seleccionados y puede que no necesite los más de 200 colegios elegidos, pero Imbroda no ofreció más detalles en el Parlamento. Recogió sus papeles y bajó de la tribuna.

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