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48 horas en Urgencias esperando cama en un hospital público de Cádiz: “Los enfermos piden su turno como en la pescadería”

Fachada del Hospital de Puerto Real en el que ha ocurrido este caso

Álvaro López

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Cuando Rafael, un paciente oncológico gaditano de 67 años, acudió el pasado sábado al servicio de Urgencias del Hospital de Puerto Real (Cádiz) no se imaginaba que le esperaban más de 48 horas sentado en una silla. “Esto nunca nos había pasado antes”, cuenta su mujer Paqui, quien atiende a elDiario.es Andalucía. El hombre había ido al médico para que los profesionales le chequeasen los problemas de respiración que estaba teniendo fruto de una pequeña intervención quirúrgica. Pero la falta de personal y medios en este centro hospitalario de Cádiz hicieron imposible que Rafael tuviera la atención propia para un enfermo durante más de dos días. Desde la Consejería de Salud afirman que “no ha habido incidencias” y que la atención está “dentro de la normalidad”.

Sentado en una silla, primero durante 24 horas en la sala de espera y posteriormente otras tantas en la sala de observación, este paciente -en todas las definiciones del término- ha tenido que soportar dos días duros para el bienestar de una persona que, en su caso, además es paciente oncológico. Si bien está libre del cáncer que provocó que le extirpasen un riñón, sigue necesitando medicarse, por lo que su situación no es la ideal para estar esperando sentado y sin tratamiento durante largas jornadas, según explica su mujer. “Contamos su situación nada más llegar al hospital, porque es lo que hace siempre para que sean conscientes de sus necesidades, pero ni siquiera así conseguimos una habitación para mi marido”.

“El Hospital de Puerto Real normalmente funcionaba muy bien. Veníamos y no teníamos problema para que nos atendiesen”, explica Paqui. Además, como Rafael es paciente oncológico en este centro hospitalario, admite que el circuito dedicado concretamente a estas enfermedades “va bien”. Sin embargo, si los problemas de salud obligan a ir a Urgencias, la situación varía drásticamente. Tras someterse a una biopsia en los ganglios, Rafael sintió que su respiración iba a peor y que parecía que uno de sus pulmones no iba bien. Para descartar males mayores, acudió al servicio de Urgencias con el fin de que se le hiciese una broncoscopia y un TAC que pudieran revelar qué motivos se esconden tras sus dificultades para respirar.

El problema es que, además de la saturación propia de los hospitales públicos de Andalucía en cuanto a las Urgencias especialmente, Rafael se sintió indispuesto un sábado, por lo que de antemano le dijeron que dichas pruebas no se las podrían hacer hasta el lunes siguiente por falta de personal médico, como pronto. “Como nos dijeron que hasta el lunes no podrían hacérselas, les ofrecimos la posibilidad de irnos a casa y volver entonces, pero nos dijeron que no era lo recomendable”, cuenta Paqui. La mujer asegura que el personal médico les argumentó que, si se iban a su domicilio, cuando volviesen el lunes habrían perdido su turno. “Allí la gente estaba pidiendo la vez como el que va a la pescadería. Si nos íbamos, nos decían que en vez de esperar al lunes para las pruebas igual teníamos que esperar al jueves”.

Ducharse como favor

De lo que no se iba a librar tampoco Rafael era de estar sentado en una silla de la sala de espera todo el sábado y parte del domingo. “Sí es verdad que a los pacientes que estaban más graves los atendían lo más pronto posible, pero mi marido y otros enfermos tuvieron que estar durante horas esperando. Vimos de todo”. No fue hasta el domingo cuando su situación mejoró algo. Fue entonces cuando Rafael fue ingresado en la sala de observación, que en esencia es como la de espera, pero dedicada en exclusiva para los pacientes y no a sus familiares. En ese momento, Paqui se separó de su marido sin saber hasta cuándo estarían esperando a que le diesen una cama. “Pasó una noche muy mala porque en esas salas no hay biombos de separación ni nada que se le parezca a una habitación. La gente roncaba y se escuchaba de todo, por lo que no fue agradable”.

A esta ristra de problemas se le sumó el hecho de que ni Rafael, ni ninguno de los enfermos que estaban esperando durante horas a tener una habitación, habían podido asearse. “Mi marido se dio un paseo por las Urgencias y descubrió que había unas duchas y pidió el favor de poder lavarse. Accedieron si yo le acompañaba”. La situación era tan precaria que otra de las enfermas pidió el mismo trato al escuchar que existía esa posibilidad. “El personal está totalmente desesperado y agotado, aunque hacen todo lo que pueden”, admite Paqui. De hecho, cuenta que los propios trabajadores son los que piden a los pacientes que escriban hojas de reclamaciones para que quede constancia del panorama que hay.

Sin medicación ni gotero, Rafael estuvo esperando a que le diesen una cama hasta el lunes por la tarde, después de plantarse en el hospital el sábado a mediodía. “Por fin nos la han dado, aunque después de insistirle mucho a los médicos y a la neumóloga que le está tratando”. Para las pruebas aún tendrá que esperar algunos días más. Este martes es posible que pueda recibir la broncoscopia, pero el TAC se lo harán, en principio, el jueves. “Nunca habíamos vivido una situación así y creo que la gente debe conocer lo que está pasando en la sanidad pública de Andalucía”. Paqui recuerda cómo antes “se sacaba pecho por la buena calidad del servicio, pero esto ya no ocurre desde hace algunos años”.

Por su parte, desde el Servicio Andaluz de Salud (SAS), a preguntas de elDiario.es Andalucía, afirman que “no ha habido incidencias” y que la atención en Urgencias está “dentro de la normalidad”. No obstante, desde el centro hospitalario no se han ofrecido más detalles que puedan explicar por qué pacientes como Rafael han estado durante horas a la espera de una cama. De momento, no hay constancia de si los enfermos con necesidad de ingreso están dentro de “los ratios habituales”.

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