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Sr. Ortega Smith: la violencia homófoba es violencia de género y la violencia de género sí existe
Soy de quienes piensan que tanto si lo que estamos viviendo es un repunte de la violencia homófoba, como si en realidad se trata solo de un aumento en el número de denuncias (de las cuales, algunas sí, pero muy pocas, serán falsas) en realidad estaríamos ante una manifestación de un mismo fenómeno que no es sino el de la desarticulación progresiva del orden de género hasta hace muy pocos años absolutamente hegemónico. Por eso, a mi entender, la violencia como método disciplinario para reprimir dicho desmoronamiento solo puede ser entendida como violencia de género. Sr. Ortega, si se aplica con la teoría de género que tanta urticaria le produce, tal vez pueda Vd. llegar a compartir mi opinión.
Una mezcla curiosa de colectivos y partidos radicales (en su mayoría de extrema derecha) así como de fuerzas religiosas de distinta índole lideran hoy un movimiento global de protesta a escala planetaria ante la desarticulación del orden de género hegemónico. El imbricado sistema de financiación que lo sostiene y que incluye a destacados personajes de nuestro mundo político (y desde luego del mundo político del Sr. Ortega) pero también del sector empresarial, quedó recientemente desvelado, por lo que hace a Europa, en el brillante informe de Neil Datta, Secretario del Foro Parlamentario Europeo para los Derechos Sexuales y Reproductivos (Tip of the Iceberg: Relifious Extremists against Human Rights for Sexuality and Reproductive Health in Europe: 2009-2018) que invito a leer y espero un día Netflix versione en serie, para mejor divulgación entre la ciudadanía. El movimiento despliega un discurso preñado de nostalgia hacia la familia tradicional cuya desintegración trata de evitar. Entre los más radicales, el discurso se transforma en ira. Una desintegración que atisban en la afirmación de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, en el matrimonio y la parentalidad homosexual y en el reconocimiento de la construcción cultural y fluidez de la identidad de género.
La violencia machista y la violencia homófoba no son sino la expresión de un mismo fenómeno: el castigo a quien rompe con el orden de género hegemónico. Violencia de género perpetrada contra disidentes del orden de género.
El orden de género que el movimiento siente la urgencia de rescatar es el orden que otorga un lugar claro al hombre y a la mujer dentro del matrimonio, concebido este con fines reproductivos y con vocación de pilar de la estructura familiar, como unidad básica sobre la que se asienta la sociedad. La complementariedad entre los sexos es hoy la noción más amigable y generalizada para defenderlo. Se acogen a ella, con distintas fórmulas, los distintos credos religiosos, incluyendo la Iglesia Católica a pesar de la escasa tradición que la noción encuentra en su consolidada dogmática. La diferencia de roles y la complementariedad entre los mismos transmiten falsamente la idea de un orden horizontal y logran esconder el hecho de que el orden tradicional de género no era únicamente uno que diferenciaba entre funciones para atribuírselas a los distintos sexos sino uno que también jerarquizaba -supremacía del varón sobre la mujer- y que otorgaba a los varones el poder de imponerlo coactivamente a quienes se resistieran, afirmando de este modo la naturaleza violenta y autoritaria de una masculinidad hegemónica. Dentro de este esquema la violencia machista y la violencia homófoba no son sino la expresión de un mismo fenómeno: el castigo a quien rompe con el orden de género hegemónico. Violencia de género perpetrada contra disidentes del orden de género.
En el programa La Hora de la 1, el Sr. Ortega Smith, secretario general de Vox y conocido negacionista de la violencia de género, decía condenar la violencia homófoba pero recurría a la trampa fácil de cambiar de tercio y señalar a otra cultura, en este caso, la musulmana, como inferior, sexista y violenta. La inmigración ilegal del Magreb, afirmaba, es la que está trayendo la violencia contra las mujeres que son obligadas a caminar por detrás del varón, y lo hacía ante un público que sabe sensibilizado por el clamor que lleva causando la toma de Afganistán por el régimen talibán en las últimas semanas. Pero ni el orden patriarcal ni la violencia de género sobre el que se sustenta son patrimonio exclusivo de ciertas culturas y religiones. Y, como la propia conexión que el Sr. Ortega trazaba entre la violencia y tener que caminar por detrás del varón muestra, la violencia no puede ser entendida sino como la punta del iceberg de una cultura machista que subyace. Por eso es violencia de género, Sr. Ortega. Si se aplica con la teoría de género, tal vez pueda Vd. comprenderlo. La violencia de género sí existe y la violencia homófoba es precisamente una de sus expresiones pues tanto a mujeres como a homosexuales se les castiga por no comportarse, vestir, intimar y reproducirse como el orden de género patriarcal manda.
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