La universidad pública de Málaga: otro paso más hacia el neoliberalismo salvaje de Moreno Bonilla

Hace más de una década varios integrantes del Observatorio Metropolitano de Madrid publicaron Spanish Neocon: la revolución conservadora en la derecha española. En este ensayo repasaban el ataque neoliberal a los pilares básicos del Estado de Bienestar, como la educación y la sanidad, que la derecha española estaba ensayando de manera acérrima en Madrid y Valencia. Hoy, cuando el auge de esas políticas se incrementa en nuestro entorno, todavía no ha perdido su vigencia.

En Andalucía, donde aún no había entrado esa derecha cuando se escribió el libro, lo estamos sufriendo a marchas forzadas, como si el gobierno de Moreno Bonilla quisiera recuperar el tiempo perdido. Si vamos camino de convertir la sanidad andaluza en la peor del país, a la altura incluso de la de Madrid, ahora el turno le toca a la universidad, después de los golpes contra otras etapas de la educación.

Las intenciones de Moreno Bonilla se vieron claras desde su primera legislatura, cuando gracias al pacto con Ciudadanos puso al frente de Educación a Imbroda, a pesar de sus claros conflictos de intereses. Era el peor candidato posible, como una vez tras otra demostró con su deleznable gestión. Por eso, cobra especial relevancia las movilizaciones que en Málaga están llevando a cabo los profesionales de la UMA, la universidad malagueña, que atraviesa una situación insostenible, pero perfectamente calculada.

Los recortes autonómicos que la universidad pública de Málaga viene sufriendo desde que el PP tiene el poder son evidentes, desproporcionados, brutales. A ello se suma un rectorado cómplice, entregado a obras disparatadas y faraónicas fuera de toda lógica. Como siempre, la enorme deuda de todos estos desmanes se va a administrar exprimiendo a los trabajadores, en especial a los propios docentes, algunos con sueldos de 300 y 400 euros mensuales.

Sin embargo, nada es lo que parece, como bien demostraba aquel ensayo. Nada de esto se debe únicamente a la gestión de unos incompetentes, sino a un perfecto cálculo político. Lo sufrimos a diario: las enormes listas de espera que en Andalucía se alargan para una simple cita médica (no hablemos ya para intervenciones hospitalarias) son consecuencia directa de recortes explícitos, pero también de puestos sin reposición ni nuevas convocatorias. Todo ello cuando, tras la pandemia del COVID, las aseguradoras privadas, tan amigas de nuestros gobernantes, intensificaron sus campañas.

Si la situación de la vivienda se agrava con el paso de los meses, y el propio alcalde nos quiere echar de la ciudad, ahora las familias tendrán que endeudarse todavía más para que sus hijos puedan estudiar, o para que puedan operarse de cualquier dolencia en un plazo mínimamente razonable

Esto es lo mismo. Málaga va a inaugurar tres universidades privadas en los próximos meses, entre ellas una para títulos online que ha recibido todos los informes desfavorables del Ministerio de Educación. Nada, por tanto, es casual, y de hecho esas universidades aspiran a pescar a los profesores precarizados, de manera tan bien premeditada, en la pública.

Las implicaciones para una provincia como Málaga, y sobre todo para su capital, son nefastas. Si la situación de la vivienda se agrava con el paso de los meses, y el propio alcalde nos quiere echar de la ciudad, ahora las familias tendrán que endeudarse todavía más para que sus hijos puedan estudiar, o para que puedan operarse de cualquier dolencia en un plazo mínimamente razonable. En otras palabras, se interrumpen los mecanismos tradicionales de reproducción de la tan traída y llevada clase media, que hasta hace bien poco pasaban, por ejemplo, en entregar a los hijos como herencia la vivienda familiar. Ese colchón futuro se desvanece en la actualidad.

El aumento de la esperanza de vida, sin ir más lejos, provoca que el resultado de esas ventas de viviendas familiares se adelanten para sufragar en la vejez los gastos de residencias para mayores, un servicio al que solo en cuentagotas se puede acceder desde el sector público y a precios asequibles. Además, ahora la liquidez de las familias tendrá que cubrir otros gastos que, igualmente, o eso creíamos, formaban parte de los pilares de nuestro Estado de bienestar, por endebles que fueran. Entre esos gastos, claro, el de la Universidad.

Esa es nuestra Málaga, esa que de manera tan decidida ha ideado Paco de la Torre, cuyo 20 aniversario como alcalde algunos medios han celebrado de manera hagiográfica. Claro, será porque sus directores sí pueden permitirse esas universidades piratas, esos seguros chantajistas, esas viviendas discriminatorias.