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El líder andaluz de Cs maniobra para apartar de Igualdad a la consejera que libró un pulso con Vox por las políticas de género

El vicepresidente andaluz y líder regional de Ciudadanos, Juan Marín, junto a la consejera de Igualdad, Rocío Ruiz, en una imagen de archivo.

Daniel Cela

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La cúpula de Ciudadanos en Andalucía celebró este martes una cumbre en el Palacio de San Telmo, sede del Ejecutivo autonómico, para consensuar una fórmula de remodelación interna que reforzase la posición del partido naranja dentro del Gobierno de coalición con el PP. El vicepresidente andaluz y líder regional de Ciudadanos, Juan Marín, convocó a los otros cuatro consejeros de su partido y a la presidenta del Parlamento, Marta Bosquet, y se discutió cómo reorganizar el reparto de competencias -cuyo diseño inicial se ha demostrado inoperante en muchos departamentos- y de paso ganar una consejería para el partido naranja más dentro del gabinete, un empeño de Marín desde hace semanas.

El problema principal de esta crisis de Gobierno que plantea el vicepresidente es que más de la mitad del Ejecutivo no la ve necesaria: el presidente Juan Manuel Moreno se resiste públicamente a ceder a las pretensiones de su número dos, y los seis consejeros del PP obviamente rechazan la idea. Pero tampoco hay consenso en las filas de Ciudadanos, ni entre los consejeros ni dentro del grupo parlamentario, donde más se visibiliza el cisma interno de los naranjas. Los titulares de Economía (Rogelio Velasco) y de Empleo (Rocío Blanco) admiten la necesidad de reordenar el reparto de competencias dentro del Ejecutivo para hacerlo más efectivo, en línea con lo que propone el PP.

Y la consejera de Igualdad, Rocío Ruiz, (la más crítica con la dirección andaluza), le dijo al vicepresidente en la reunión del martes que sería “un error” ampliar el Gobierno con otra consejería, que no era verdad que pueda hacerse “a coste cero” como defiende Marín, y que la ciudadanía nunca entendería este nuevo gasto de altos cargos con 1,1 millones de empleos perdidos en el último trimestre, como consecuencia de la crisis del coronavirus. Entre el líder regional de Ciudadanos y Ruiz se ha instalado una hipertensión grave, de la que es muy consciente la dirección nacional del partido naranja. No se soportan. También el presidente Moreno ha confesado que le preocupa ese pulso interno dentro de su gabinete, en el que enmarca el “empecinamiento” de Marín por ganar una consejería más para apartar a sus críticos y colocar a sus afines.

Según varias personas presentes en la reunión del martes en San Telmo, una de las ideas que el vicepresidente expuso para remodelar la estructura del Gobierno andaluz fue retirarle a Ruiz las competencias en materia de Igualdad -piedra angular de su departamento- y “compensarle” con las políticas de cooperación, que ahora están ubicadas en Vicepresidencia. Ruiz defendió la estructura actual de su cartera y a todos los miembros de su equipo, y respondió que “amputarle las políticas de Igualdad” supondría “vaciar de contenido político” su consejería. “Fue un momento tenso”, dice uno de los presentes.

La idea de retirar a Ruiz de Igualdad ha provocado un pequeño terremoto dentro de Ciudadanos, con réplicas en la dirección nacional del partido, porque temen que la lectura política sea que “se aparta a la consejera que más ha sostenido el pulso a Vox y su discurso negacionista en materia de igualdad de género”. En el inicio de la legislatura, la ofensiva negacionista del partido de Santiago Abascal golpeaba casi a diario contra la consejera de Igualdad y su departamento. El grupo de extrema derecha que sostiene al Gobierno de PP y Cs pidió expresamente el “recambio” de Ruiz. “Es probablemente con mucho lo peor de este Gobierno”, llegó a decir su portavoz en el Parlamento, Alejandro Hernández.

Pragmatismo o crisis interna

Marín ha planteado la remodelación del Gobierno andaluz en términos de “pragmatismo y para una mejor funcionalidad”, pero otros miembros del gabinete -tanto de PP como de Cs- ven un interés del vicepresidente por “restar poder a su oponente interno dentro del partido”. La reforma del gabinete iba a ejecutarse en el último Consejo de Gobierno antes de las vacaciones de verano, pero la negociación está encallada. La dirección nacional de Ciudadanos está “preocupada” por el temblor que vive su formación en Andalucía, tanto en el Ejecutivo como dentro del grupo parlamentario. Hace dos semanas hubo una reunión en la sede regional de Cs en Sevilla a la que asistieron todos los parlamentarios del grupo, la presidenta de la Cámara y los consejeros (el titular de Educación, Javier Imbroda, entró por videoconferencia), y con la presencia de dos hombres fuertes de Inés Arrimadas en la ejecutiva nacional: Carlos Cuadrado, vicesecretario general de Ciudadanos, y el diputado en el Congreso José María Espejo.

Cuadrado es uno de los artífices del nuevo rumbo estratégico que ha tomado la formación naranja, marcando distancias de PP y Vox para buscar vías de entendimiento con el Gobierno de Pedro Sánchez; y Espejo es la mano derecha de Arrimadas en el Congreso. El encuentro abordó la “delicada situación” en la que se encuentra el partido, la necesidad de preservar la unidad y de “no dejarse envolver” en estrategias de otros grupos que distorsionen el perfil liberal y de centro de Cs (en velada referencia a Vox). De la reunión, que se prolongó cuatro horas, algunos de los presentes sacaron la conclusión de que se les conminaba a “fumar la pipa de la paz”, y que se reafirmó la confianza en la persona de Marín; pero otros entendieron que la dirección nacional arropaba a Ruiz frente a los amagos del vicepresidente por moverle la silla.

Espejo ha explicado a este periódico que se trató de “un encuentro de coordinación” y que no se abordó explícitamente la remodelación en el Gobierno andaluz. La estructura orgánica de Ciudadanos es piramidal y, según sus estatutos, la última palabra sobre un hipotético cambio de consejeros la tendría Madrid. “Rocío Ruiz es una magnífica consejera de Igualdad, para nosotros está haciendo un gran trabajo en Andalucía”, dice Espejo, que niega rotundamente que el vicepresidente Marín haya elevado una propuesta de remodelación específica.

Nuevas consejerías

La idea de reordenar la estructura de Gobierno en Andalucía, mover áreas de una cartera o otra, y concentrar bajo un mismo paraguas las políticas que tienen más sinergia entre sí es un objetivo compartido por PP y Cs. Las consejerías que más volumen de trabajo tienen son, precisamente, la Vicepresidencia de Marín, que coordina Turismo, Regeneración Democrática y Justicia; pero también Agricultura y Medio Ambiente. La propuesta inicial era crear dos nuevas consejerías para dividir el trabajo de estos dos grandes departamentos, pero Marín también quería descargar la cartera de Igualdad.

Rocío Ruiz dirige la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, que gestiona las políticas de igualdad de género y lucha contra la violencia machista, los derechos del colectivo LGTBi, la atención a menores inmigrantes no acompañados, la renta mínima para las personas más vulnerables, la atención a la dependencia y personas mayores, las políticas de juventud o de Infancia. Es una cartera grande, pero siempre lo ha sido. De hecho, en el pasado tuvo incluso mayor volumen, cuando el Gobierno socialista unió las Políticas Sociales a las de Salud. De todas las áreas que gestiona Ruiz, la que más sobresale y en la que más se ha significado son las políticas de Igualdad, que se articulan en torno al Instituto Andaluz de la Mujer (IAM).

En el inicio de la legislatura, tanto el IAM y como la consejera Ruiz han sido la diana del discurso negacionista y beligerante de Vox, comandados por el que hasta hace poco era su presidente, el juez Francisco Serrano (hoy diputado no adscrito tras una investigación judicial por fraude de ayudas públicas). El partido de extrema derecha que sustenta al Gobierno de PP y Ciudadanos acaparó el inicio del mandato con iniciativas muy combativas contra las políticas de Igualdad, como reclamar los nombres y apellidos de los trabajadores públicos que gestionaban estas áreas; negar la violencia por razón de género; rechazar el lenguaje inclusivo; pedir la derogación de las leyes andaluzas de Igualdad, el desmantelamiento del IAM (“un chiringuito feminazi”) y, por último, la dimisión de Ruiz.

En la consejera de Igualdad personalizaron todas las críticas y denuncias de corte negacionista, y llegaron a pedir su cabeza al presidente Moreno, que había sido investido con los votos de Vox. Por el flanco izquierdo, Ruiz también ha recibido duras críticas del PSOE y Adelante Andalucía, que la acusaban de sacrificar los avances en materia de igualdad de género -crear un teléfono de atención a las víctimas de la violencia intrafamiliar- para contentar a sus aliados ultraderechistas y mantenerse en el poder.

Los críticos con Marín le acusan de querer forzar una crisis de Gobierno para colocar a personas afines en puestos institucionales, e ir tejiendo una red de aliados internos en las provincias. En ese sentido, hacerse con el control de Igualdad y el IAM -con sedes en las ocho provincias- le permitiría ampliar su marco de influencia. Los afines a Marín, en cambio, dicen que el vicepresidente no está “para nada” en estas escaramuzas internas, que su intención es delegar parte de las competencias que tiene atribuidas (en Justicia y en políticas migratorias), y que ni siquiera tiene claro si repetirá como candidato de Ciudadanos a la presidencia de la Junta de Andalucía en 2022, porque el exceso de trabajo y la escasa remuneración “no le compensan”.

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