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PP y Ciudadanos cierran la puerta a concurrir con una lista conjunta a las elecciones de Andalucía

El presidente Juan Manuel Moreno y el vicepresidente Juan Marín, en sesión parlamentaria.

Daniel Cela

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El llamado “Gobierno del cambio” en Andalucía, el término que PP y Ciudadanos acuñaron para hablar del nuevo ciclo político tras 37 años del PSOE en el poder, no tendrá marca electoral propia en los comicios del 19 de junio. La lealtad de los socios andaluces, inmune a las guerras que han librado sus partidos en el resto de España -con rupturas en los gobiernos de Murcia, Madrid y Castilla y León- ha servido para preservar la coalición incluso después de que el presidente Juan Manuel Moreno disolviera el Parlamento, el pasado lunes, pero no para dar continuación a su alianza en una misma papeleta electoral. E intentos por lograrlo ha habido hasta hace nada.

El portavoz de la Junta de Andalucía y coordinador general del PP nacional, Elías Bendodo, ha querido zanjar este debate en forma de Guadiana -que aparece y desaparece cada equis tiempo-, cerrando la puerta a la posibilidad de concurrir en una lista conjunta con sus socios naranjas el próximo 19J. Tras el Consejo de Gobierno, Bendodo ha sentenciado que PP y Ciudadanos irán por separado, cada uno con su lista de candidatos y, por ende, competirán entre sí por el mismo espacio electoral. “Cada uno concurrirá a las elecciones con su lista, no creo que haya más debate sobre esa cuestión”, ha asegurado.

En 2018, la formación que lidera el vicepresidente andaluz, Juan Marín, logró más de 600.000 votos y 21 diputados, a costa del derrumbe histórico del PP de Moreno, que tocó su suelo electoral con 749.000 votos y 26 escaños. Los populares han sabido capitalizar mejor su paso por el Gobierno de coalición, eclipsando a los naranjas por completo. La crisis interna que ha terminado por desgarrar a Ciudadanos tiene que ver, en parte, por esa “incapacidad” para defender la labor institucional que hacían sus miembros, ya sea en el Ejecutivo como en el grupo parlamentario.

Un diálogo que no ha prosperado

El crecimiento del PP que vaticinan todos los sondeos deviene, sobre todo, de la recuperación de esos votantes que hace tres años se marcharon al partido que entonces lideraba Albert Rivera. Moreno ha reconquistado el centro derecha y tiende a monopolizar el discurso de la moderación, pero es consciente de que lo que suma el PP, se lo resta a Ciudadanos y, no es seguro que el resultado final arroje el mismo número de diputados que tienen ahora: 47, a ocho de la mayoría absoluta [55].

Es por esto que el presidente andaluz se ha pasado meses sin cerrar del todo la puerta a una coalición electoral -inicialmente bautizada Andalucía Suma-, para presentarse ante el electorado bajo la marca “consolidada” de un Gobierno de coalición PP-Ciudadanos que, dicen, “es el único que ha funcionado perfectamente en toda España”. “Lo que ha funcionado bien, mejor no cambiarlo”, advierte Bendodo. Pero el diálogo con sus socios no parece haber prosperado.

El regreso del PP

Los populares, sobre todo desde el ascenso de Alberto Núñez Feijóo, aspiran a recomponer “el PP como la casa del centro derecha en España”, y eso implica dejar morir a Ciudadanos. Las direcciones nacionales han tratado de llegar a un pacto de coalición, pero no se han puesto de acuerdo en la fórmula. El PP no estaba dispuesto a retirar sus siglas y ofrecía integrar a los candidatos más próximos a Marín dentro de sus listas, como una familia independiente y manteniendo el apellido de Ciudadanos dentro de la papeleta. La presidenta del partido, Inés Arrimadas, quería compartir sus siglas con el PP desde fuera, como hicieron con escaso éxito en las elecciones de Euskadi.

Los sondeos que manejan en el Palacio de San Telmo -sede de la Junta de Andalucía- ofrecen un resultado pírrico a Ciudadanos, de dos a tres diputados, lejos del mínimo para obtener grupo parlamentario propio (cinco escaños). Los de Marín replican que su demoscopia interna les promete hasta seis diputados, lejos de los 21 actuales, pero suficiente como para preservar un peso político significativo en la próxima legislatura. A Moreno, en cambio, le asusta que los miles de votos que logren retener sus socios no sean suficientes para obtener representación en algunas provincias y vayan a parar a la bolsa de restos, beneficiando a sus otros competidores, sobre todo a Vox.

Las circunscripciones provinciales más pobladas y con más diputados en liza son Sevilla, Málaga y Cádiz, que es donde Ciudadanos más opciones tiene de sacar representación. Pero el primer paso es confeccionar listas de candidatos en un momento en el que el partido está en descomposición, con cuatro parlamentarios abandonando la formación y la política, desencantados, y otros críticos que siguen, pero que descartan repetir, y otros tantos que empiezan a dejarse querer por el PP. El estado de salud real de Ciudadanos se verá en la composición de las listas electorales en cada provincia.

Poco esqueleto de partido

Hace tres años la dificultad estuvo en formar equipos para contratar a todo el personal que necesitaban dentro de sus consejerías, precisamente por el raquítico esqueleto orgánico que tenían entonces. Un síntoma de la debilidad de Ciudadanos será, por ejemplo, ver que la presidenta del Parlamento, la almeriense Marta Bosquet, una persona afín a Marín, deja de ser candidata por su provincia -donde Vox está más fuerte- y aparece en puestos de salida en otra circunscripción donde tenga más opciones, como Málaga.

En las filas populares la historia es muy distinta. Hace tres años, Moreno se enfrentaba a un panorama desolador, con visos de estrellarse dramáticamente en las elecciones frente a Susana Díaz. La dirección nacional del PP, de un recién llegado Pablo Casado, intervino en la elaboración de candidaturas y pilotó una campaña paralela a la del candidato. Entre los nombres que Casado impuso a Moreno había algunos dirigentes encomendados a tomar el relevo del presidente del PP andaluz ante un previsible batacazo. Ocurrió así: los populares obtuvieron el peor resultado de su historia, 749.000 votos y 26 diputados, pero la suma de fuerzas con Ciudadanos y Vox permitió investir presidente a Moreno, desactivando todos los movimientos para apartarle.

Ahora, con Casado fuera de juego, la dirección nacional del PP está en manos de Alberto Núñez Feijóo, que ha colocado en su equipo a dos consejeros del Gobierno de Moreno: Bendodo y el titular de Hacienda, Juan Bravo. El PP andaluz está en sintonía con Génova, y por primera vez, el líder andaluz goza de libertad absoluta para confeccionar sus listas, pilotar su campaña y trasladar a Feijóo qué, cuándo y dónde necesita su colaboración. El equipo del PP que salga elegido el próximo 19 de junio será enteramente de la confianza de Moreno.

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