La llegada de Sánchez a Moncloa abre la puerta al frente PP-Ciudadanos contra Susana Díaz
La llegada de un presidente socialista a la Moncloa podría cambiar drásticamente la dinámica parlamentaria andaluza y las fuerzas conservadoras pueden encontrar una oportunidad para acercar posiciones en ese difícil equilibrio entre la competencia por los votantes, y el cortejo para sumar fuerzas y desbancar a los socialistas.
Hasta ahora, la legislatura en Andalucía ha caminado sin grandes sobresaltos gracias al “acuerdo de investidura” entre Susana Díaz y la formación naranja liderada por Juan Marín, que ha permitido a Rivera mantener su discurso de fuerza “centrista”. Aquellas 72 medidas que se firmaron en 2015 y la buena sintonía entre los líderes, especialmente entre Marín y el Vicepresidente de la Junta, Manuel Jiménez Barrios, han permitido a Díaz enarbolar la bandera de la “estabilidad” frente a “otros territorios” (refiriéndose casi siempre a Cataluña) y argumentar que “no hay motivos” para un adelanto electoral con el que ha jugado la oposición y que lleva meses en el debate. Pero, como ha demostrado la moción de censura de esta semana, lo que ayer servía hoy se cae. Y lo que hasta ahora eran aguas en calma, se pueden tornar en marejada para la líder socialista si la oposición sabe manejar la situación.
En el caso del acuerdo PSOE-C's se van sumando argumentos y elementos que distancian a las dos formaciones. El último argumento, y contundente a juicio de la oposición, Sánchez como presidente. Díaz es, desde ahora, para la oposición, corresponsable de lo que haga el nuevo presidente en Moncloa: desde las modificaciones presupuestarias al diálogo con las fuerzas independentistas.
Ciudadanos no va a ser una oposición complaciente en el Congreso después de haber perdido protagonismo a paladas en la última semana. Por esta misma razón, aunque Marín se apresuró este viernes a decir que en Andalucía “todo sigue igual”, es más que previsible que Albert Rivera propicie un final de legislatura guerrero en esta comunidad. Se augura pues un distanciamiento, si no radical, sí paulatino y evidente entre Marín y Díaz.
A un año escaso de las elecciones, los naranjas ya estaban en clave (suave) de diferenciarse para no ser absorbidos por el abrazo del oso de los socialistas andaluces y para mantener la buena ola de encuestas que les dan, en algunos casos, hasta 24 diputados en la cámara (ahora tienen ocho). De hecho, han apretado el paso reclamando medidas pendientes como la limitación de mandatos, eliminación de los aforamientos y renovaciones de la RTVA y el Consejo Andaluz Audiovisual. Aún así, los próximos meses van a ser claves para sumar presión a los socialistas dentro y fuera de Madrid.
Efecto boomerang
El PP andaluz, por su parte, el más desnortado y descolocado de todos los adversarios de Susana Díaz, es el que más oportunidades tendrá para hurgar en las contradicciones a las que se enfrenta ahora la presidenta, incluida la escena de verse defendiendo a su otrora rival interno en el PSOE. El “pídaselo al Señor Rajoy” que tantas veces ha espetado Díaz a Juanma Moreno en sede parlamentaria para desarmar sus argumentos, permitiendo cargar la responsabilidad sobre el Gobierno central, se da la vuelta cual boomerang como argumento de oposición. Los populares pueden fácilmente espetar que es el momento de “pedírselo al Señor Sánchez” poniendo en una posición difícil a la presidenta al tener que navegar con “Gobierno amigo” pero con los presupuestos de Rajoy, “nefastos” y un “castigo” para Andalucía, en palabras de la presidenta andaluza sin, por ejemplo, las inversiones ferroviarias que reclama Granada o el tramo Algeciras Bobadilla.
También llega la hora de explotar el filón de la inestabilidad de España, metiendo el concepto de “Gobierno Frankenstein” en los pasillos del Hospital de las Cinco Llagas, y golpeando justo en el mantra que la presidenta ha cultivado durante toda la legislatura, ese pegamento que le une a sus socios de Ciudadanos.
Hace apenas una semana, Juanma Moreno y Juan Marín escenificaban la falta de entendimiento de las dos fuerzas conservadoras de la cámara andaluza a cuenta de la votación de una ley para la reforma del Consejo Consultivo en la que los naranjas volvieron a votar con sus socios socialistas. Un Moreno, descolocado por el fallo de la Gürtell, abroncaba a Marín fuera del salón de plenos. Sin embargo, hoy están un poco más cerca tras la moción de censura y el triunfo del PSOE en Madrid. Más cerca para buscar esa suma que anhela, sobre todo, el líder del PP. Una suma sin partido dominante claro que podría desbancar casi cuatro décadas de gobiernos socialistas en la región.