Donde habita Internet: un recorrido turístico por las infraestructuras de la Red en Zaragoza
“Gloria a Dios en las alturas; en la tierra paz y buena voluntad para con los hombres”. Con este escueto pero significativo mensaje quedaron inauguradas el 16 de agosto de 1858 las comunicaciones telegráficas directas entre Europa y Estados Unidos. Por primera vez, y tras grandes esfuerzos, un cable unía ambos continentes, reduciendo a minutos lo que antes costaba semanas. Más de siglo y medio después, y contra lo que pueda parecer en la era del Wi-Fi, las infraestructuras físicas -cables, antenas, servidores...- siguen siendo cruciales para la transmisión de información. Para hacerlo patente, el Centro de Arte y Tecnología Etopia organizó el pasado viernes, como colofón a sus cursos de verano, el primer Internet Tour en Zaragoza.
La visita, en realidad, tuvo más de performance que de ruta turística al uso. El encargado de dirigirla fue el artista multimedia Mario Santamaría, que armado del típico paraguas de guía y ataviado con un chaleco reflectante, fue desgranando a un grupo de unas treinta personas hechos y lugares significativos para el funcionamiento de Internet en Zaragoza.
El primer hito fue el Edificio Pignatelli, sede del Gobierno de Aragón. Allí se encuentra uno de los centros de procesamiento de datos (CPD) que da soporte a Aragonesa de Servicios Telemáticos, empresa proveedora principal de la infraestructura de informática y telecomunicaciones de la Administración autonómica. Este CPD tiene un 'gemelo' en el Parque Tecnológico Walqa de Huesca, de manera que si uno de los dos sufre una incidencia, el otro conserva los datos y mantiene el servicio. Eso, claro está, si todo va bien, porque tal como recordó Santamaría, recientemente un fallo en el CPD de Walqa dejó temporalmente inoperativos varios servicios (salud, justicia...) del Gobierno de Aragón.
El siguiente hito, no muy lejos del primero, fue un anodino edificio de Telefónica en el que se encuentra el último nodo de cobre de ADSL de dicha compañía en Zaragoza. Así, como detalló Santamaría, la extensión de la fibra está llevando al apagado progresivo de las centrales de ADSL, cosa que ya ha ocurrido con la situada en el barrio del Actur (Avenida María Zambrano), por donde también pasó el autobús del tour.
Internet poligonero
Internet habita en edificios de arquitectura anodina -por lo menos, en cuanto a sus fachadas-, y en lugares alejados del glamour de los 'influencers'. Así, el grupo se apeó del autobús en el polígono Cogullada, a las afueras de la ciudad, para recorrer a pie la distancia entre dos centros de datos, de Redestel y de Vodafone (este último, compartido con ONO). Allí, los datos se almacenan y circulan entre naves industriales de lo más variopinto, iglesias de cultos variados e incluso gimnasios de boxeo. Internet se convierte en poesía de extrarradio en forma de gotas de condensación sobre las ventanas de una de estas sedes de datos, gracias al contraste entre la refrigeración interior -indispensable para los servidores- y el sofocante calor exterior.
Y mientras el guía desgranaba cómo la Unión Europea se prepara para desplegar las infraestructuras de comunicación cuántica, aquella que permitirá que los datos se almacenen y transfieran de forma “ultrasegura”, la comitiva tomó dirección a La Muela para visitar, en medio de un páramo y ante el asombro de los camioneros que por allí circulaban, un centro de distribución de Enagas.
¿Qué tiene que ver el gas natural con Internet? Pues que la transportista de gas aprovecha la extensión de su red de gasoductos para desplegar de forma paralela redes de fibra óptica. Es lo que se conoce como “fibra oscura”, circuitos que se dejan montados por empresas o entidades aprovechando otras instalaciones, y que posteriormente alquilan o comercializan a terceros.
Los turistas de Internet, al igual que los datos en los servidores, necesitan refrigeración. Así que este peculiar tour terminó con un vermú a la puesta de sol, en medio de ese no-lugar, donde de forma paralela a la autovía A-2 circulan gas natural, datos y, quizás también, emociones comprimidas en bits.
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