Derribos Endesa
Cuantos más dislates propician nuestros egregios gobernáculos más echo de menos a Eloy. Eloy Fernández Clemente, que supo sacar una revista en plena franquicia (de Franco) y dar voces de libertad y atisbos de democracia. Todo fue inútil, como lo demuestra que a Eloy le hicieron homenajes y le dieron medallas pero Andalán desapareció (queda andalan.es) mientras que otras cosas y medios y tradiciones y costumbres y negocios sobreviven.
Endesa derribó tan bien la central de Andorra y su chimenea de 343 metros de altura que la pena ha durado menos que la explosión. Fuese y no hubo nada. Nothing total. Como el coto de Bastarás y el yacimiento laminado por un tipo que salió impune.
La chimenea equivale a la Torre Nueva de Zaragoza, en Aragón el turricidio es seña de identidad. Por eso se hizo en la Expo aquella la Torre del Agua, para tenerla sin uso durante cuantos más años mejor, pasársela de unos a otros entes y finalmente, cuando sea, derribarla.
Ya que Endesa y las autoridades que la sirven han derribado la chimenea torre de 343 metros de la Térmica de Andorra de Teruel con tanta eficacia hay que pedirles que se encarguen ellas mismas de demoler la Torre del Agua, aunque antes habrá que licitar el derribo, sacarlo a concurso, pagarlo con fondos de resiliencia europeos, darle transparencia, etc. Ellas mismas/os tendrán que hacer la propuesta.
La torre de la chimenea, al ser tan estrecha, no hacía sombra.
Ni estaba inclinada como la Torre Nueva.
Solo estaba.
Las torres, desde la añorada Torre Nueva (Zaragoza, 1512-1892), son fábricas de pena, que es una industria que en el XXI tiene gran porvenir. Por eso, ya que Endesa y autoridades han sido tan eficaces y rápidos en derribar la chimenea de Andorra, turris eburnea, habría que encargarles ya el derribo del próximo hito, la nunca utilizada Torre del Agua de la Expo 2008. La sostenibilidad aragonesa es ir tirando, como las universidades de Zaragoza y Huesca y tantos monumentos de todas las épocas. Así que, con esa tradición hay que ponerse ya a la tarea.
Los derribos tienen su arte y su oficio, y en este empeño hay que aplicar otros enfoques, no basta con poner explosivos en la basa y ¡hala! Hay que hacerlo bien.
O sea, hay que desmontar el incono fallido pieza a pieza, y revenderlas en diaria subasta mundial, in situ y por internet, para que la fama y el uso que no ha proporcionado la pobrecilla en vida, lo proporcione en derribo: el derribo es el arte. La escultura Splash se podría subastar entera, si así lo acuerda el comité científico de demolición (se supone que estas acciones obedecen a alguna lógica o algún designio además del afán iconoclasta y la cofradía del olvido).
Como corresponde a su ubicación y a su corta historia la Torre del Agua deberá ser demolida con delicadeza, con tacto, poco a poco. Que se tarde exactamente tanto en tirarla como se tardó en hacerla. El atractivo turístico de semejante empresa es incalculable.
Más adelante, y aunque no entren en la categoría de “torres”, habría que ir despejando otros artefactos de la Expo, al menos los que en tantos años no hemos sabido darles uso ni cuidado.
De esa forma el derribo de la chimenea de Andorra no habrá sido en vano y no se nos podrá acusar de desidia, dejadez, abulia y otras características
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