Tu gesto cuenta, no te olvides de Gaza

“Sigo creyendo que este mundo no tiene un sentido superior. Pero sé que en él algo tiene sentido y ese algo es el hombre, porque es el único ser que exige el tenerlo”. Albert Camus escribía esto tras la liberación de París al final de la Segunda Guerra Mundial. Se publicaba en 1944 en sus Cartas a un amigo alemán. Allí, en formato epistolar, hacía un alegato contra la barbarie, un llamamiento a la resistencia contra ésta, y a la no indiferencia ante el sufrimiento humano. 

Pasados más de 80 años de aquellas cartas para apelar a la conciencia humana, hoy conviene reivindicar al francés. Camus hablaba de la crueldad del Holocausto nazi, hoy asistimos casi en directo a otro genocidio, el que el Gobierno de Netanyahu está llevando a cabo en Gaza. Es terriblemente macabro cómo algunos de los descendientes del primer genocidio están cometiendo otro. Como hiciera Camus en su libro al aclarar que se refería a “los nazis” y no a “los alemanes”, escribo deliberadamente “Gobierno de Netanyahu” y “algunos de los descendientes” porque ni son todos los israelíes ni todos los judíos. 

En esas cartas hay un “nosotros” que, según aclara Camus, se refiere a “todos los europeos libres”. Es a su conciencia a la que apela el escritor y es a esa misma a la que no conseguimos llegar hoy. Me perturba pero no me sorprenden las atrocidades que el hombre es capaz de cometer; desgraciadamente, hemos visto demasiadas. Lo verdaderamente preocupante es la pasividad de las buenas personas. La indiferencia ante una barbarie a la que asistimos casi en primera persona a través de una pantalla y que no nos conmueve más que el vídeo de un gatito con la pata quebrada. 

No tenemos como humanidad la excusa de otros exterminios, la de enterarnos tarde de las brutalidades cometidas contra inocentes. Entonces, ¿en qué nos refugiamos para no hacer nada ante lo que está ocurriendo? Sospecho que a la apatía se suma el pensamiento de que “yo no puedo hacer nada”. Y esa, señores, es una gran mentira. Cualquier gesto colectivo tiene hoy un poder más instantáneo que nunca en la historia de la humanidad. El plante de cuatro atletas suizos de esgrima para no rendirle honores a la bandera de Israel en un campeonato sub-23, que no habría tenido ninguna trascendencia mediática de no ser por ese gesto, se hace viral al instante a nivel mundial. 

No hace falta que le echemos el coraje del hombre de Tiananmen, pero hagamos uso de al menos un ápice de la dignidad humana. Acudamos a esa enésima manifestación de protesta para apoyar al pueblo palestino, porque ser 4.000 en lugar de 400 cuenta. Digamos no a un festival de Eurovisión hipócrita que decidió expulsar a Rusia pero maniente a Israel entre sus participantes blanqueando el genocidio en Gaza. No sintonicemos RTVE ese día, y mandemos así un mensaje al Gobierno de España. Abstengámonos de consumir esas marcas que se han posicionado del lado de la barbarie. Colaboremos con lo que cada uno pueda, aunque sea testimonial, con alguna de las oenegés que trabajan sobre el terreno y cuyos trabajadores también están siendo asesinados. No dejemos de compartir la información que nos llega de Gaza porque esa información cuesta vidas. El Gobierno israelí es el responsable del 70% de las muertes de periodistas en 2024, 85 personas. Luzcamos algún símbolo de apoyo al pueblo palestino. Haz algo, porque eso que no haces porque te parece insignificante no lo es. Tu pequeño gesto cuenta, también el que no haces. Por eso, como diría el gran Forges, no te olvides de Gaza.