Un hundimiento imprevisto del techo, primera hipótesis sobre el accidente mortal en la mina asturiana
Las primeras investigaciones sobre el accidente ocurrido el pasado viernes en la mina subterránea de Cangas del Narcea, donde murieron dos mineros, apuntan a un hundimiento “súbito, fortuito e imprevisto” del techo de una galería como causa más probable del siniestro. Así lo ha confirmado este lunes el consejero de Ciencia, Industria y Empleo, Borja Sánchez, tras la reunión del Consejo de Gobierno.
El consejero ha informado de que el Servicio de Minas del Principado abrirá una investigación independiente a la que desarrolla la Policía Judicial de la Guardia Civil, con el objetivo de esclarecer con detalle qué ocurrió dentro de una explotación que, según insistió, contaba con todos los permisos y documentación en regla.
Una primera inspección horas después del accidente
Horas después del siniestro, el viernes por la tarde-noche, varios inspectores de la autoridad minera autonómica accedieron ya a la explotación para realizar una primera valoración técnica. A la espera de conclusiones definitivas, Sánchez avanzó que “todo hace indicar” que el accidente se produjo por un derrumbe inesperado en una zona de extracción de unos 70 metros de longitud, bajo una capa de mineral especialmente ancha, de alrededor de tres metros.
La mina pertenece a la empresa TYC Narcea, que durante los últimos meses ha sido objeto de varias inspecciones. La última se llevó a cabo la víspera del accidente, precisamente en la misma zona donde se produjo el hundimiento.
Minería en el suroccidente asturiano: un sector bajo presión
El accidente llega en un contexto en el que la minería en el occidente asturiano —ya muy mermada tras décadas de cierres, reconversiones y despoblación— sigue siendo uno de los pocos sectores que mantienen empleo industrial estable en la comarca. La explotación de Cangas del Narcea, como otras que aún resisten en el suroccidente, combina técnicas tradicionales de avance con sistemas más mecanizados, en un territorio donde el trabajo bajo tierra ha marcado la vida económica y social durante generaciones.
Mientras avanzan las pesquisas, queda por delante la tarea de determinar si el derrumbe responde únicamente a un fallo estructural imprevisible o si será necesario revisar protocolos, sostenimientos o condiciones laborales. De momento, el Principado confía en que las investigaciones —tanto la administrativa como la judicial— permitan aclarar responsabilidades y prevenir nuevos accidentes en un sector donde, pese al retroceso de los últimos años, la siniestralidad sigue siendo una herida abierta.
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