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Sobre este blog

Ayuda en Acción es una Organización No Gubernamental de Desarrollo independiente, aconfesional y apartidista  que trabaja en América, África y Asia con programas de desarrollo integral a largo plazo en diferentes ámbitos para mejorar las condiciones de vida de los niños y niñas, así como el de las familias y comunidades a través de proyectos autosostenibles y actividades de sensibilización.

Dos meses después del terremoto, Nepal sigue ahí

En Bhaktapur, ciudad  a 13 kilómetros al este de Katmandú, el terremoto ha sido devastador. La antigua capital de Nepal, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, ha quedado prácticamente arrasada. Foto: Prashanth Vishwanathan/ActionAid

Alejandro Serrano

experto en Ayuda Humanitaria y Gestión de Riesgos de Ayuda en Acción. —

Hace ya más de dos meses que tuvo lugar el terremoto más devastador de los últimos 80 años en Nepal. Unas semanas más tarde se produjo un segundo terremoto que removió aún más las estructuras ya dañadas, incrementando los daños y el número de fallecidos. Según los datos aportados por el gobierno de Nepal, los dos terremotos han afectado a más de 8 millones de personas, con una cifra de muertos que supera ya las 8.700 personas y más de medio de millón de viviendas destruidas. Sin duda, un duro golpe para un país que ya vivía en unas condiciones difíciles.

La mayor parte de distritos afectados se encuentran en zonas rurales con un índice de desarrollo humano más bajo que la media de Nepal, que actualmente es de 0,49 (IDH 2014). Esto no es casualidad. La ubicación de las viviendas, las débiles infraestructuras y la escasa preparación para responder ante un desastre son algunas de las causas que incrementan el nivel de afectación de un terremoto. Según un estudio del Banco Mundial, se prevé que en 2016 el número de personas que viven en condiciones de pobreza se incremente en un 2,5-3% en Nepal a causa del terremoto, es decir, unas 700 mil personas más vivirán por debajo del umbral de la pobreza. Como en otros desastres, esta situación supondrá un aumento de la brecha de desigualdad, de manera que las personas que ya vivían en unas condiciones de pobreza y exclusión, verán empeoradas sus condiciones de vida.

En estas últimas semanas, miles de familias nepalíes continúan luchando para superar los efectos del terremoto, que no acaban tras el último movimiento de tierra, lamentablemente se prolongan en el tiempo. Según el gobierno de Nepal, alrededor de 117 mil personas continúan durmiendo en refugios improvisados con riesgo de sufrir desprendimientos de tierra. Por otro lado, las pérdidas en los cultivos y pequeños negocios obligan a familias afectadas a buscar fórmulas para asegurar un acceso a alimentos de forma sostenible, para evitar el riesgo de desnutrición o de contraer enfermedades.

Como otras organizaciones, Ayuda en Acción está trabajando en las zonas más afectadas, concretamente en 6 distritos cercanos al epicentro de los dos terremotos. Un país montañoso como Nepal supone una dificultad añadida para acceder a comunidades remotas. Carreteras estrechas y dañadas junto a grandes acantilados y, sobre todo, el riesgo continúo de desprendimiento hace que las personas que viajan continuamente a distribuir la ayuda estén realizando una labor heroica.

Durante la primera fase de la emergencia, la ayuda va dirigida a ofrecer atención médica y a facilitar artículos de primera necesidad a las familias afectadas, principalmente lonas, medicamentos, alimentos y artículos de higiene. El objetivo en esta fase es llegar al mayor número de personas para reducir el número de muertes y aliviar el sufrimiento.

Una vez finalizada la primera fase de la emergencia, comienza la fase de recuperación. En esta fase es fundamental centrar la ayuda en asegurar que las familias recuperen sus medios de vida y que dispongan de una vivienda temporal lo suficientemente fuerte como para resistir las condiciones climatológicas durante los próximos 3 meses. Con la llegada de las primeras lluvias del monzón la situación se comienza a complicar en muchas zonas del país. Igual de importante es realizar acciones de protección a mujeres, niñas y niños de los riesgos a los que se exponen durante una emergencia, principalmente casos de abuso sexual. Ayuda en Acción ha apoyado la constitución de 6 de estos centros. En ellos las mujeres encuentran un lugar seguro, reciben apoyo psicosocial y talleres de formación en higiene, nutrición y otros aspectos básicos para evitar la propagación de enfermedades. Las niñas y los niños continúan con su proceso formativo y realizan actividades lúdicas que les ayude a superar el trauma sufrido durante el desastre y evitar que ese daño marque su proceso de crecimiento.

Tras hablar de lo que ocurre en el interior del país en las diferentes fases de una emergencia y los riesgos a los que se enfrenta la población, veamos qué ocurre fuera. Cuando ocurre un evento de este tipo, la comunidad internacional se vuelca con el país afectado durante las primeras semanas. Los Gobiernos anuncian compromisos de apoyo, se lanzan llamamientos a la población, miles de personas se ofrecen voluntarias para participar en las acciones de respuesta y en los medios de comunicación no dejamos de ver imágenes de los devastadores efectos del terremoto. Esta movilización es una muestra de la solidaridad que mueve a los pueblos para apoyar a aquellas personas que están pasando momentos durísimos e incrementa un sentimiento que nos dice que actuando conjuntamente podemos hacer más. Millones de personas, cientos de organizaciones y decenas de gobiernos apoyan durante la primera fase de la emergencia.

En cambio, durante la fase de recuperación la situación se empieza a complicar. En esta fase la inversión requerida para cambiar la situación es mucho mayor que la inicial. Por ejemplo, el gobierno de Nepal ha estimado que los daños causados por el desastre ascienden a 7.000 millones de dólares y la FAO estima que serán necesarios 20 millones de dólares para apoyar a las familias nepalíes en riesgo de sufrir inseguridad alimentaria. Y, lamentablemente, la historia nos dice que es habitual que tras las primeras semanas, el desastre comience a desaparecer de la opinión pública y quede relegado a un segundo plano. Esta situación reduce los fondos disponibles y limita las posibilidades de seguir trabajando. Y este es uno de los mayores riesgos que tienen que afrontar las millones de personas afectadas, el olvido. Afortunadamente, aún hay muchas personas que siguen haciendo una labor espléndida y heroica para apoyar al pueblo nepalí. Hoy más que nunca es importante que no olvidemos Nepal, hablemos de Nepal.

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