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Polémica en el Pirineo aragonés por lo último en deportes extremos: subir en helicóptero a cumbres para bajar en bici

Actividad de helibike en el Pirineo aragonés

Guillermo Prudencio

Huesca —

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Volar en helicóptero hasta una cumbre remota y salvaje para lanzarse en un descenso vertiginoso en bici o con esquís: un sueño para muchos amantes de los deportes extremos, pero una aberración para muchos montañeros o ecologistas. Dos actividades, conocidas como helibike y heliesquí, que ha impulsado una empresa en el Pirineo aragonés y que ahora se encuentran bajo la lupa por su posible efecto sobre las especies protegidas y los frágiles hábitats de la alta montaña pirenaica.

La empresa, llamada Altitude Rides, comenzó con los viajes de helibike en el verano de 2018 en la zona entre el Parque Nacional de Ordesa-Monte Perdido y el Parque Natural de Posets-Maladeta. Suben a los clientes en helicóptero hasta cumbres a casi 3.000 metros de altitud para después comenzar un descenso vertiginoso en bici, montaña abajo. Los vuelos, según la empresa, se hacen en Punta Suelza y Sierra Negra (Benasque), fuera de los límites de espacios protegidos.

Es un territorio salvaje y prácticamente virgen, donde habitan especies protegidas como el quebrantahuesos o la perdiz nival. Para algunas organizaciones conservacionistas, la puesta en marcha fue irregular, pues se hizo sin una evaluación de impacto ambiental que tuviese en cuenta lo sensible del entorno o las molestias que pueden suponer los vuelos de helicóptero a baja altura.

“Es una actividad nueva y se debía evaluar su impacto ambiental, independientemente de la opinión de cada cual”, defiende el vicepresidente de la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos (FCQ), Juan Antonio Gil.

El Consejo de Protección de la Naturaleza de Aragón, un órgano consultivo y participativo, publicó un dictamen a finales de diciembre de 2019 en el que pedía al organismo competente del Gobierno de Aragón (INAGA) que sometiera al proyecto de helibike al examen ambiental más exhaustivo, la evaluación de impacto ordinaria.

El dictamen es contundente y, entre los efectos negativos del helibike, destaca potenciales molestias a la fauna -algunas rutas, por ejemplo, pasan por zonas críticas para el urogallo-, posibles daños a flora protegida, o que la actividad supone “una acción erosiva relevante” que “impacta sobre suelos de estructura muy frágil y de muy difícil recuperación”.

Señala el Consejo que “en las partes elevadas, en muchas ocasiones, se utilizan sendas poco o nada marcadas, ni señalizadas, pudiendo discutirse si se trata de senderos o zonas campo a través”, y que muchos de los recorridos afectan a espacios protegidos de la Red Natura 2000.

El INAGA tiene que tomar ahora una decisión sobre el helibike, aunque según fuentes del organismo consultadas por Ballena Blanca, lo habitual es que siga el dictamen del Consejo de Protección de la Naturaleza. En el caso del heliesquí, debe decidir pronto si renueva un permiso provisional otorgado a Altitude Rides para la temporada pasada, aunque según la empresa aún no han hecho vuelos con clientes.

Uno de los dos socios de Altitude Rides, Pablo Irigoyen, se queja de que son “la primera y única empresa de turismo activo que ha tenido que hacer una evaluación de impacto ambiental.”

Irigoyen recuerda que, aunque fueron pioneros en traer el helibike a Europa, en otras partes del Pirineo -el valle de Arán y en Andorra- sí que se practica el heliesquí desde hace años. Incluso hay empresas que ofrecen servicios de ‘heli-pesca’, vuelos en helicóptero para pescar en lagos de alta montaña. En Francia el uso de helicópteros con fines turísticos está prohibido por encima de 1.600 metros en los Pirineos y 1.800 en los Alpes, desde que en 1980 el presidente Valéry Giscard d'Estaing enfureció a los vecinos de Chamonix por hacer heliesquí desde la cumbre del Mont Blanc.

El promotor de la empresa, que normalmente trabaja en una brigada helitransportada contra incendios en el Pirineo aragonés, minimiza el posible impacto de los vuelos en helicóptero y critica que, por ejemplo, la Administración no comparte con ellos la localización de los nidos donde crían en invierno las parejas de quebrantahuesos, para poder evitarlos.

“Queremos molestar lo menos posible. Volamos como mucho 2 horas a la semana en la temporada, que dura de junio a octubre. No hay tanta gente que quiera hacer helibike, ojalá la hubiese”, explica Irigoyen. La compañía cobra 360 euros por una jornada de 12 horas, que incluye una subida en helicóptero y tres subidas en furgoneta para hacer los descensos.

Sin embargo, los críticos lo ven muy distinto. Para el presidente la Asociación de Agentes para la Protección de la Naturaleza de Aragón, Javier Escorza, se trata de una actividad “totalmente prescindible”, a diferencia de otros usos del helicóptero en montaña como los rescates o el abastecimiento de refugios.

“Trabajamos con helicópteros y sabemos los ruidos y las molestias que generan a todo tipo de fauna. Los bichos salen disparados por todos lados cuando los sobrevuelas, es un medio muy perturbador”, asegura Esparza. De hecho, en el Pirineo el vuelo sobre espacios protegidos está muy restringido: en el Parque Nacional de Ordesa, por ejemplo, se prohíbe volar por debajo de los 3.000 metros sobre la vertical del terreno.

Desde Altitude Rides defienden que no vuelan por ninguna zona acotada, y que en el Pirineo aragonés hay otras muchas empresas que suben bicis con furgonetas o con 4x4 para hacer descensos extremos. “Entiendo que a la gente no le guste, hay amigos míos que me dicen que no lo ven ético. Pero hay una legislación nos guste o no”, dice Irigoyen, en referencia a que sobrevolar la zona es legal, así como el descenso con esquís o en bici.

El alcalde de Bielsa, uno de los municipios donde se desarrolla la actividad, dice que han apoyado la actividad desde el principio y defiende que su afección es “mínima”. “Tenemos una comarca que vive de la naturaleza, vivimos de nuestras montañas y de lo que se pueda hacer en nuestras montañas. Ir en bici y esquiar por el monte no es una actividad prohibida”, dice Miguel Noguero.

Para sus detractores, en el fondo subyace un pulso sobre el modelo de desarrollo para el Pirineo, y un debate todavía abierto sobre la regulación de los deportes de aventura, cuyo auge está aumentando la presión humana sobre estos espacios tan frágiles. “¿Qué queremos, un paisaje de alta montaña con protección o un parque de atracciones?”, se pregunta el ecologista José Luis Latas, del grupo Acción Verde e impulsor de una recogida de firmas contra el heliesquí.

Esta sección en eldiario.es está realizada por Ballena Blanca. Puedes ver más sobre este proyecto periodístico aquí.Puedes ver más sobre este proyecto periodístico aquí.aquí

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