SOS Himalaya: La otra voz de Iñaki
En Pakistán el 40% de los niños sufre desnutrición y sólo el 7% de las niñas son escolarizadas. En Nepal 50.000 fallecen al año por falta de alimentos, 11.000 vagan por las calles de Katmandú, y se ignora cuántos de los que tendrían que estar yendo a una escuela, de la que a menudo carecen, habrán sido adoctrinados y reclutados por los maoístas para hacer la guerra a un gobierno que también deja que desear. Por eso Iñaki Ochoa de Olza quiso que, de uno de los más grandes sueños de su vida, naciera otro todavía mayor: mientras se acercaba al final de los Catorce Ochomiles quería comenzar a devolverle al Himalaya algo de lo que éste le había dado. Y se fijó en los más pequeños.
El primer proyecto quedó definitivamente truncado cuando falleció el 23 de mayo de 2008 a 7.400 metros en la arista este del Annapurna. Pero el segundo, intentar “arreglar algunas de las goteras del techo del mundo”, no. Su intento de rescate http://www.soshimalaya.org/su-rescate-y-muerte-en-el-annapurna/ y la manera en que se desarrolló ejemplificaron lo mejor del espíritu de solidaridad que convierte al hombre en humano, capaz de pelear por lo imposible, de convertir a personas normales en héroes. Tanta energía –tanto en el número de los que se involucraron como en la calidad moral de las razones por las que lo hicieron– encontró una manera de no dilapidarse con la frustración, y la familia de Iñaki y amigos de su entorno comenzaron a conducirla para darle voz a su segundo sueño: SOS Himalaya.
Hoy, al frente de un reducido equipo formado por una colaboradora, un responsable de la web –todos altruistas– y un coordinador en Nepal, está María Climent. Ser amiga de Iñaki con quien compartía valores y forma de pensar, y tener experiencia en cooperación, motivó que su familia le pidiera hacerse cargo de la fundación en 2012. Hasta entonces, SOS Himalaya había comenzado a trabajar sobre la idea inicial que el himalayista navarro comentaba desde años antes de su fallecimiento: construir un orfanato en Katmandú, un hospital infantil en el norte de Pakistán y una escuela en Dharamsala (India). Al comenzar a ponerlo en práctica, el ideal se fue modificando y finalmente la realidad se impuso. No resulta razonable emprender grandes obras de ladrillo, que además exigen una financiación alta y periódica sometida a un país donde la corrupción es una constante. “En 2012 fui a Nepal —explica María— y empecé a estudiar qué hacer reuniéndome con mucha gente, preguntando a ONGs que llevaban muchos años allí. Llegué a la conclusión de que era mejor ir a zonas donde no llegaba nadie, donde no había turismo. Viajamos al valle de Helambu, que está muy cerca de Katmandú, pero fuimos a aldeas por las que no pasa el trekking, y por tanto carecen de esos ingresos, y me encontré con tres escuelas en situación pésima. Dos las reconstruimos y una la tuvimos que demoler y construir entera. Eso hicimos en 2012 y 2013. Pensé que, con el dinero del que disponíamos, levantar un orfanato sería una locura muy grande. No sabemos si dentro de dos años SOS Himalaya va a seguir existiendo y lo que no me perdonaría en la vida es crear un edificio, poner unos ladrillos y traer a 100 huérfanos de distintas partes de Nepal para que dentro de dos años no los podamos atender. No podría vivir pensando a dónde irían esos niños a parar. Por eso quería hacer algo más sostenible, que permanezca ahí”.
Con este cambio de estrategia, se identificaron los proyectos vigentes del periodo 2014-2015 que están en marcha: llevar instalaciones de energía solar a algunas aldeas más remotas de la zona del Makalu, una veintena de ordenadores para cinco escuelas y las canalizaciones de aguas para dos, el sueldo de dos profesores, o la terminación de un terreno de juegos que el gobierno dejó sin terminar y lleno de escombros. Como en el caso anterior, la financiación se debió, en parte, a un golpe del destino.
SOS Himalaya tuvo un fuerte impulso a principios de 2010 gracias a un episodio que trasciende los límites del montañismo. Después de tres partidos en los que el gran FC Barcelona del momento no había estado fino, su entrenador Josep Guardiola proyectó al vestuario un programa emitido sobre el rescate http://www.youtube.com/watch?v=dfi07sqBg28 como motivación para jugar contra el Málaga. Con mucho esfuerzo el Barcelona ganó 2-1. “Hemos vuelto a ser nosotros mismos”, dijo Guardiola antes de que se conociera cómo transmitió a sus jugadores que el compañerismo y la amistad son la vía para conseguir los objetivos. O no conseguirlos, pero son la vía.
De alguna manera la voz de Iñaki había ayudado al todopoderoso Barcelona, y el episodio ayudó a su voz, la ya incipiente SOS Himalaya, no sólo al proporcionarle notoriedad sino también de manera directa ya que varios jugadores realizaron donaciones a la asociación.
Los proyectos de 2014 también contaron con un golpe de fortuna inesperado. A raíz de la presentación de la película Pura Vida http://www.rtve.es/alacarta/videos/el-documental/documental-pura-vida-vida-inaki/1722450/ sobre el rescate de Iñaki, el programa de radio Al primer toque se hizo eco de la actividad de la fundación. El presupuesto se completó con otras ayudas mayores y menores, pero importantes, logradas con la venta de camisetas, cuotas de los socios mermadas por los tiempos de crisis, y el crowdfunding Migranodearena.org. Las fotos en Facebook SOS Himalaya www.facebook.com/SOSHimalaya con una camiseta en alguna cumbre, logran mantener la moral alta y vienen a añadir unos ingresos que han decaído. “Socios con una aportación de 20 euros mensuales —explica María— se borran con pena diciendo que no puede continuar y que espera volver a contribuir algún día más adelante… También se ha visto reducida la venta de los libros –Los catorce de Iñaki, de Jorge Nagore, y Bajo los cielos de Asia, del propio Iñaki, cuyos derechos están cedidos a la fundación— y de las camisetas”. Además, el autor de Cañones y barrancos de Euskal Herria, Javier Iturritxa, también cedió los derechos de su libro, entre otras colaboraciones de alpinistas reconocidos y marcas. A estos medios de financiación se suman las conferencias motivacionales.
Para continuar adelante, SOS Himalaya inicia ahora la fase de buscar y conseguir patrocinadores importantes para añadir a las pequeñas aportaciones. Después vendrán las trabas para destinarlas a un país que a menudo parece no querer dejarse ayudar. Un país en el que la mordida es la manera de evitar el vuelva usted mañana en los organismos oficiales, y donde prolifera quien pretende sacar tajada de cada billete que pase a su lado, aunque venga de una ONG y sea para un niño infectado hasta lo inimaginable por la picadura de una sanguijuela. Picaduras de sanguijuela que infestan una sociedad, pero que van aprendiendo a esquivar para llegar mejor a lo que importa, porque allí —explica María— “un niño no vale nada, es mano de obra; los valores que aquí tenemos sobre sus derechos allí no existen. Si la familia tiene dinero y se lo puede permitir, uno de cada 10.000, irá al colegio. Los que no, son mano de obra para que se ocupe de los hermanos más pequeños, para que cargue la paja para el ganado, para que coja los huevos de las gallinas. Incluso las niñas más jovencitas en aldeas remotas –estoy hablando de las zonas más remotas donde no hay turismo– todavía son vendidas para conseguir dinero y porque realmente no se pueden hacer cargo de ellas. No tienen dinero para darles un plato de comida. Un niño es una molestia. Las niñas con doce años se quedan embarazadas y ya no van al colegio, al no ir al cole no consiguen un poco de educación. Es como un círculo vicioso. Nosotros pensamos que hay mucho que hacer, muchísimo. Pero ¿quiénes somos nosotros para ir allí a ayudarles? Nosotros somos una fundación que no tenemos mucho dinero, hacemos cosas muy pequeñitas. Sólo seguimos y compartimos lo que quería Iñaki, que era una persona conocida y aún hay mucha gente que todavía le admira y le sigue como ser humano, como vemos en las redes sociales, y que nos echa una mano aunque sea a un nivel muy básico para llevar un poco de educación, comida y sanidad”.
Para más información o para donar a SOS Himalaya: www.soshimalaya.org/