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Una mandíbula hallada en el pantano del Ebro reabre un caso de desaparición de dos adolescentes 25 años después

La sequía en el pantano del Ebro ha provocado que salgan a la luz restos bajo el agua. | EFE

Rubén Alonso

Una dentadura hallada en el pantano del Ebro durante la sequía de estos últimos meses ha reabierto la investigación sobre la desaparición de dos adolescentes en Cantabria hace 25 años. Las pruebas forenses han determinado que se trata de una mandíbula que pertenece a una adolescente de entre 13 y 16 años fallecida hace un cuarto de siglo, por lo que todo apunta a que podría corresponder a Virginia Guerrero o a Manuela Torres, es decir, a una de las dos menores de 14 y 13 años que desaparecieron en el año 1992 en Reinosa, a solo seis kilómetros del embalse, y cuyo paradero nunca se ha llegado a resolver. 

No obstante, las familias, que aún residen en la localidad palentina de Aguilar de Campoo, de donde eran originarias, prefieren ser prudentes y esperar a los resultados de las pruebas de ADN. Es un caso muy doloroso que conmocionó a la comunidad, por lo que desde el entorno de la investigación se pide “prudencia y máximo respeto a las familias”. 

Para llevar a cabo la identificación genética de los restos óseos se utilizará el Programa Fénix, una herramienta implantada hace dos décadas a nivel nacional que funciona como una base de datos de ADN de familiares y desaparecidos, y los resultados se conocerán en los próximos días. 

La mandíbula la encontró un hombre el pasado 12 de octubre en el pueblo cántabro de La Población de Yuso mientras paseaba por la zona y su forma humana le llamó la atención. A pesar de ello, en un primer momento no le dieron mucha importancia puesto que la ubicación coincide con el antiguo cementerio de la localidad que quedó sumergido bajo el agua cuando construyeron la presa del pantano. Sin embargo, la fecha que determinaron los científicos evidencia que la dentadura no puede pertenecer a ningún cuerpo enterrado en dicho campo santo.

Se trata de un suceso bautizado como el 'caso Alcàsser' de Palencia por su gran similitud con el de la población valenciana. Tanto en uno como en otro las menores desaparecieron haciendo autoestop volviendo de fiesta, tenían las mismas edades y tan solo pasaron siete meses entre ambos episodios.

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