Pequeños propietarios de tierras en la Serranía de Cuenca se unen en asociaciones para gestionar el bosque
Volver a conectar a los propietarios de tierras forestales con el territorio para promover una gestión de estas tierras es el objetivo del proyecto 'Reconecta' que está dando sus primeros pasos en tres pueblos de la Serranía de Cuenca.
Se ejecutarán acciones en esta zona con el apoyo de Urban Forest Innovation Lab (UFIL) y Dendron, y la colaboración de la Reserva de la Biosfera Valle del Cabriel (RBVC)
En la provincia de Cuenca, la mayor parte del monte privado está formada por pequeñas parcelas sin gestión activa. Una cuestión que en los últimos meses ha sido muy debatida a raíz de los grandes incendios del pasado verano, con opiniones muy diversas.
Según el Estudio de la Propiedad Forestal de la provincia de Cuenca realizado en 2022, en municipios como Henarejos (con 9.862 hectáreas de monte en propiedad privada), Villar del Humo (9.477 ha), Paracuellos (6.714 ha), Víllora (6.051 ha) o San Martín de Boniches (4.793 ha), existe una superficie de monte privado que corresponden a la suma de parcelas privadas menores de 100 hectáreas que actualmente no se encuentran bajo el paraguas de ningún Instrumento de Gestión Forestal Sostenible.
Es en este contexto donde surge como oportunidad promover modelos de gestión forestal conjunta que permitan aprovechar el potencial de estos territorios y dar respuesta a los retos comunes.
Hablamos de zonas de montes en las que no hay ninguna actuación porque en muchos casos los propietarios, herederos de hijos de estos pueblos, viven lejos y ni siquiera conocen la situación de sus tierras. Esto dificulta la gestión y, por tanto, la prevención de incendios y el aprovechamiento de los recursos.
Lo que 'Reconecta' persigue como objetivo es localizar a todos estos propietarios, en su mayoría pequeños, para volver a ponerles en contacto con sus propiedades y agruparles en asociaciones que permitan iniciar proyectos de ordenación de estas tierras como paso previo al aprovechamiento de los recursos para evitar fuegos, mejorar la biodiversidad y generar nuevas oportunidades en el medio rural.
Diego López Torrijos, dinamizador forestal y administrador de Dendrón Soluciones, empresa implicada en este proyecto, lleva varios años impulsando estas uniones de propietarios en Víllora, San Martín de Boniches y Villar del Humo, localidades que ya han iniciado el proceso de constitución de estas uniones de propietarios. “'Reconecta' lo que busca es volver a conectar a los propietarios de tierras forestales con el territorio, ese proyecto actúa en Cuenca, Soria y Teruel porque son tres provincias con una problemática muy similar: una despoblación muy fuerte desde los años 50 y 60, y las nuevas generaciones ya están desconectadas del territorio, son propietarios, pero ni siquiera sabe de qué son propietarios ni dónde lo tienen y ha llevado a un abandono de lo forestal en gran medida por el desconocimiento”.
“Los pequeños propietarios por sí solos no van a hacer nada, además la mayoría de ellos ni siquiera viven en el territorio, están completamente desconectados, por ello lo que nos pareció mejor solución es tratar de que hagan agrupaciones y que estas agrupaciones ya tengan suficiente entidad para hacer una gestión profesional, poder contratar técnicos, que se haga un plan de ordenación y les ayude a gestionar la finca”, señala este experto en la gestión de montes que está trabajando en estos territorios.
Viene trabajando en San Martín de Boniches y Villora desde 2022. Dice que veían venir el problema que podían causar los incendios, ya que esta zona, concretamente San Martín de Boniches, ya fue asolada por el fuego en el año 1994 en uno de los incendios más graves que se han registrado en Castilla-La Mancha y eso, dice, mueve la conciencia de los habitantes de la zona. “Muchos propietarios de estas tierras quieren que el pueblo esté verde y piensan: yo lo veo verde y quiero que mis hijos y mis nietos los sigan viendo verde”, asegura Diego López.
Actualmente, se han constituido las juntas directivas de las asociaciones y están recogiendo la documentación de los propietarios, una labor nada fácil, ya que algunos de ellos no tienen documentación actualizada tras pasar por sucesivas herencias. Por eso se les ha dado un tiempo hasta Semana Santa para que todo esté en regla.
López calcula que finalmente se agruparán en torno a mil hectáreas en cada una de las asociaciones y habrá un centenar de asociados en cada una de ellas. Son pequeños propietarios de terreno que cuenta con una superficie media entre 8 y 10 hectáreas.
El pasado verano se celebraron varias reuniones para localizar a estos propietarios, aprovechando su visita al pueblo durante las vacaciones. En muchos casos también está jugando a favor del proyecto el boca a boca. “Hay propietarios que ni siquiera conocemos personalmente. La mayoría está en Madrid, Valencia y Barcelona, en los grandes núcleos de población a los que emigró mucha gente”.
Buscar financiación
Una vez constituidas estas asociaciones, con un volumen estable de socios, lo importante es llevar a cabo un proyecto de ordenación de montes, para tener un instrumento de gestión forestal sostenible. “Este proyecto lleva unos costes y por eso estamos a la par buscando diferentes alternativas para poderlos financiarlos: desde posibles ayudas públicas hasta colaboraciones con empresas que, a través de su responsabilidad social corporativa y por sus implicaciones en el territorio, puedan apostar por esto”. En este aspecto señala que ya han “tanteado” algunas empresas. “Parece que no les suena mal, pero no queremos echar las campanas al vuelo”.
Porque “los propietarios adquieren el compromiso de lanzarse a esta asociación, pero si exigiéramos ese pago muchos no querrían formar parte. Preferimos hacer nosotros ese trabajo extra de buscarles fuentes de financiación”, apunta. El coste para elaborar este proyecto es muy alto. Se calcula que harán falta entre 12.000 y 12.500 euros para mil hectáreas: “Esto no es un volumen excesivamente grande para una empresa y además podrán decir que han ayudado a ciento y pico propietarios de la Serranía de Cuenca a gestionar sus montes”.
Lo que sí tiene claro Diego López es que “una vez que esté en marcha el proceso de ordenación, el monte va a ser autosuficiente. Es decir, con los ingresos que se puedan a generar de los aprovechamientos, se van a poder pagar arreglo de caminos, tratamientos selvícolas”. Aunque apunta un matiz: es lógico, y así se lo han comunicado a los propietarios, que “sobre todo los primeros años no van a recibir ningún ingreso. Esto es como una máquina que lleva años sin uso. Hay que ponerla a punto. Entonces ya será capaz de producir. Hasta entonces, las primeras producciones habrá que reinvertirlas, precisamente, en poner la maquinaria a punto”, argumenta.
La gestión del monte y los incendios
Uno de los beneficios más importantes de esta gestión es la mejora en la lucha contra los incendios. “Al final tener el monte gestionado supone que se está quitando un combustible del monte, así si reducimos la carga, el riesgo se reduce. Es verdad que el impacto que puede ocasionar mil hectáreas en un municipio va a ser algo simbólico, pero la idea es que sirvan de espejo para que otros municipios tomen la decisión, porque si no se gestionan este monte está condenado a arder”, asegura.
Hay que tener en cuenta, según apunta que “si no se gestiona, el monte sigue creciendo y se va cargando de combustible, cuando vienen las épocas de sequía esa materia verde se seca y hay más riesgo de incendio.
Los aprovechamientos del proyecto
Respecto al rendimiento que puedan dar estas tierras hay que tener en cuenta que cada zona es distinta. “San Martin de Boniches tiene más zona de pinar de pinos nigra que puede tener un aprovechamiento más de la madera y ahí los ingresos pueden ser algo superiores; sin embargo, Víllora es más de pino carrasco y el valor de esta madera es inferior, prácticamente solo se utiliza como biomasa, ahí nos limita más los ingresos”.
No obstante, van más allá, ya que los bosques también tienen una aportación a la sociedad que es intangible: “Estamos explorando la vía de la certificación de la gestión forestal y ampliar el alcance de la certificación a los servicios ecosistémicos para tratar de atraer dinero a través de esos pagos por servicios ecosistémicos que es un mercado incipiente”. Estos servicios son un beneficio que recibe toda la sociedad: menos incendios, más absorción de CO2, regulación del flujo hídrico, conservación de la biodiversidad , asegura. “Por todo eso, actualmente no se está recibiendo ningún ingreso y esos mercados incipientes que están apareciendo creemos que puede ser una vía de financiación”.
En su opinión, “al final un monte bien gestionado da más servicios a la sociedad que uno que está mal gestionado, como más recarga de acuíferos, más biodiversidad, y esos beneficios son intangibles”, y eso es lo que quieren también poner de manifiesto.
En paralelo no se descartan otros aprovechamientos derivados de la caza, de los pastos, micológico, y de aromáticas. “Vamos a valorarlos todos”, asegura.
Paralelamente, ya se está trabajando “por parte del proyecto UFIL en crear un parque micológico en la Serranía de Cuenca. En principio se va a trabajar en los municipios del parque natural, pero la idea es irlo ampliando y que, con un mismo permiso, una persona que venga a recoger setas puede ir al municipio que más le convenga, porque siempre es más interesante un parque grande al estilo de los de Soria”, señala este experto en gestión de montes.
Descendientes de hijos del pueblo
Beatriz Durán es una de las propietarias que se han integrado en la Asociación de San Martín de Boniches como vocal en la Junta Directiva. Cumple todos los parámetros descritos anteriormente. “Yo soy una de las descendientes, mis abuelos eran del pueblo y mi madre y mi tío han heredado las tierras y yo soy su representante en la asociación, ya que la asociación permite entrar como socio y si una persona es muy mayor puede tener un representante”, cuenta. Ella y su madre viven en Tarragona y su tío en San Martín, “él sí que controla las lindes, pero con los cambios de catastro que ha habido, pues tampoco muy bien”.
“Mi abuelo que era pastor en el pueblo, ya decía que el monte se estaba dejando mucho”, recuerda al hablar del incendio que asoló las tierras del municipio. “Tras ese incendio se gestionó durante un tiempo la limpieza del monte, pero ya no se está haciendo porque hay menos recursos y menos efectivos y está muy descuidado”, asegura a Agroalimentaria.
Beatriz Durán tiene claro que la asociación puede ser la solución para la situación de estas tierras: “El problema que tenemos como en otros pueblos de España es que cuando vamos heredando tierras de nuestros antepasados muchas veces no sabemos dónde están las lindes y no podemos limpiar nuestros terrenos porque nos falta tiempo y dinero y porque no conocemos el terreno”, y considera que esta unión de propietarios puede ayudarles a “tener una mejor gestión del monte, limpiarlo, cuidarlo, proteger el monte, lo que nos han enseñado nuestros antepasados”.
Llevan tres años trabajando para conformar esta asociación, por ejemplo, este verano se han hecho dos reuniones en un pueblo en el que solo viven 22 habitantes, aunque en verano, cuando llegan los descendientes cuentan algunos más. “Llevamos tres años esperando que salgan las subvenciones y preparando a la gente del pueblo, intentando convencer a los más mayores porque no acaban de entender el objetivo de la asociación porque ellos sí van a su finca, la limpian un poquito y hasta el año que viene”, asegura.
Aparte de hacer pedagogía para explicar a los mayores lo que supone esta unión, se encuentran también “con gente que han heredado dos veces la tierra y no lo tienen actualizado y tiene que poner todos los papeles en regla. Por ejemplo, hay una finca de diez hectáreas de la que mi madre tiene 1,5%, debido a las distintas herencias. Si esto se va heredando en poco tiempo no vamos a saber ni donde están las tierras y se va a perder la gestión”.
El objetivo a largo plazo, según apunta Beatriz Durán, es muy ambicioso: “Si nos entendemos entre todos, de cara al futuro pensamos en una posible Sociedad Limitada, para que tengamos unas acciones y no tengamos que estar tan pendientes de las lindes, en lugar del terreno un tanto por ciento de acciones”, lo que les permitiría sacar un rendimiento y tener el bosque limpio y bien gestionado.
Los pasos para conformar todas las sensibilidades en esta asociación no han sido fáciles, se han tenido que tener en cuenta varios parámetros y explicárselo a la gente mayor del pueblo porque “aunque está convencida de que esto es el futuro, les cuesta eso de que esta tierra es mía, aunque lo bueno de estas asociaciones sin ánimo de lucro es que no pierden la propiedad de su tierra”.
Un problema que surgió en estas asambleas es el sistema de votaciones, ya que se planteaba cómo el voto de un propietario que tiene 200 metros va a valer lo mismo que uno que tiene 100 hectáreas. Así se ha establecido un sistema de votación en función de las hectáreas hasta un tope.
En todo esto, según esta heredera del pueblo conquense, el actual Julián Ruiz ha jugado un papel importante: “Nos puso en contacto, nos cedió espacio para reunirnos porque él ve que si no se hace nada nuestro monte se va a perder”.
Aunque el éxito inicial se ha materializado en los tres pueblos mencionados, Henarejos y Paracuellos también participaron en las formaciones y podrían sumarse próximamente. La experiencia demuestra que la formación, el acompañamiento técnico y la unión de los propietarios son los ingredientes esenciales para que el modelo se expanda, según la empresa Dendrón Soluciones.
Además de los avances en Cuenca, el proyecto ya ha comenzado a dar resultados en otros territorios: en Teruel, se ha firmado la constitución de la asociación de propietarios en Fuentes de Rubielos, mientras que en Arens de Lledó el proceso de creación está en marcha. En Soria, varios procesos también están avanzados, a la espera de formalización definitiva.
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