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Isabel San Sebastián: “Desaparecerán los medios impresos y el periodismo de calidad con ellos”

Isabel San Sebastián en la entrevista concedida.

Isabel San Sebastián lanza el próximo jueves “La mujer del diplomático”, su nueva novela ambientada en los años 60, en la que una hija descubre a través del diario de su madre su historia así como la historia de aquellos años. Antes, ejerció de pregonera de la feria y fiestas de Tomelloso (Ciudad Real) tomando el relevo de Luis del Olmo, pregonero del anterior año, y valoró el estado actual de la literatura y los medios.

Llega tu nueva novela, “La mujer del diplomático”, tu obra más personal que sale a la venta el próximo día 28. ¿Estás nerviosa ante lo que se te viene encima estos días o ya lo llevas con tranquilidad?

Nerviosa no, estoy impaciente. Emocionada. Una novela nueva siempre es una incógnita. Tú lo has hecho lo mejor que has podido, algunas personas que la han leído me han dicho que les había gustado mucho, más incluso que las anteriores, pero uno nunca sabe cómo va a reaccionar el lector. Además en esta ocasión cambio el registro porque no es una novela histórica, es histórica porque habla de un momento muy duro de nuestra historia reciente como es la guerra fría y concretamente de la crisis de los misiles de Cuba, pero ya no es en la Edad Media. Constituye un cambio respecto a mis novelas anteriores.

Tenía ganas de poderme expresar con más libertad. De poder ser yo misma, de contar hasta incluso recuerdos y expresarme con un lenguaje mío auténtico, cuando escribes sobre la Edad Media y quieres ser honesta, y yo lo quiero, tienes que encorsetar mucho tu lenguaje, incluso tus propias ideas, tu propia forma de mirar al mundo, para tratar de adaptarte lo más posible a una persona que vivió en esos tiempos.

La libertad es uno de los temas recurrentes en sus obras. ¿Considera que hoy día se valora poco la libertad que tenemos?

Poquísimo. De alguna forma, con la explosión de las redes sociales y de estas cosas del periodismo digital, la opinión publicada está en manos de gente muy joven. Esta gente no ha conocido lo que es no tener libertad. Afortunadamente no conoce la censura, no sólo política sino social. Épocas en las que para ir a un hotel tenías que llevar el libro de familia, que si tenías opiniones políticas las comentabas en voz baja y con gente de mucha confianza para no acabar en la Dirección General de Seguridad. La falta de libertad es algo muy reciente y que puede volver a producirse. Esta generación y esta sociedad la valora muy poco porque hay mucha gente que no sabe, o se le ha olvidado lo que era no tenerla. Los que hemos vivido eso valoramos más tenerla.

¿Sobre qué miedos escribiría la protagonista de su libro si escribiera hoy día?

Pues sobre el miedo al paro, a que los hijos se tengan que ir y no puedan volver, a la corrupción, a que sus hijos crezcan en un entorno ético y moral absolutamente deplorable, donde no hay ningún tipo de ejemplaridad, no se transmite ningún tipo de valor digno de ese nombre. Le afectaría mucho.

Usted que vivió siempre con la maleta hecha, viajando de un lado hacia otro por su familia, debe saber especialmente lo difícil que tiene que ser abandonar tu hogar precisamente hoy día con los jóvenes que se marchan de este país.

Yo que soy hija de diplomático y que me crié fuera hasta los 18 años, sabía desde los 10 que a mis hijos les ofrecería un hogar y unas raíces. Tengo un hijo trabajando en Londres y otro en Estados Unidos. Se repite la historia lamentablemente. Pero ellos se han ido de adultos con la esperanza de volver y yo confío en que esta experiencia les haga madurar, aprender y volver con un bagaje más sólido para construir su vida aquí. Estar fuera es duro, es difícil, pero también te da herramientas para sobrevivir en un mundo que es cada vez más difícil. De pequeña tenía a mis hermanos, a mis tíos, a mis abuelos lejos y ahora tengo a mis hijos.

¿Cómo se le puede explicar al ciudadano de a pie esa cultura de recortes que soporta?

Creo que es muy fácilmente explicable porque de donde no hay no se puede sacar. Aquí cuando había nos lo fundimos todo como si no hubiera un mañana, nadie tuvo, ni de un color ni de otro, ni de una administración ni de otra, la previsión de guardar para cuando no hubiera, de ahorrar, de hacer algo que en las familias era bastante habitual. Ahora las familias también han cogido ese mal hábito de gastar lo que no se puede pero antes no era así, y eso se ha acabado y no se puede seguir gastando lo que se gastaba. Lo que me parece muy difícil de explicar es la falta de ejemplaridad, que en este contexto quienes están obligados o quienes tienen las responsabilidades de recortar no tengan absolutamente el tejado de cristal, y sigan escondiendo porquería.

Creo que el nivel de corrupción ha bajado drásticamente, no creo que ahora se esté robando tanto como antes, sino que está saliendo a la luz lo que se robó en los años de “vacas gordas”. Pero me parece muy difícil de explicar que no estén dimitidos, cesados y encarcelados absolutamente todos, hasta el último de los personajes políticos que ha tenido algo que ver.

En estos últimos 25 años ha cambiado mucho España, pero, ¿crees que las cosas han cambiado tanto en las altas esferas que vemos en tu obra en esos años?

Han cambiado mucho, sí. Uno de los aspectos que trata esta novela es el brutal cambio que ha experimentado el papel de la mujer en una sola generación. El papel de mi madre no tuvo absolutamente nada que ver con el mío, se parecía más al de las protagonistas de mis novelas medievales. La mía se parece mucho más a la de mi hija. El cambio de la mujer en términos de derechos, de libertades, de responsabilidades ha sido brutal en poquísimo espacio de tiempo. Eso también ha producido consecuencias, claro. Algunas felices y otras no tanto. En las altas esferas las cosas han cambiado igual que en otras capas sociales. El nivel social puede influir en el nivel de bienestar material pero en los aspectos fundamentales del ser humano influye muy poco.

¿Acaba siendo muy difícil publicar un libro por el tema de la piratería?

Bueno, el tema de la piratería es algo que me pone de tan mala gaita...porque es que además estoy segura de que todos los que piratean, o la gran mayoría de los que lo hacen sin ningún tipo de cargo de conciencia luego ponen a parir a los políticos por robar, no tienen ninguna sensación de estar robando ellos, de estar robando el trabajo de quienes escribimos, de las editoriales que asumen riesgos al editarnos, de los libreros que se ganan la vida vendiendo libros, etc. Quien piratea un libro o se baja un libro de la red sin pagar no está reivindicando ningún derecho a la cultura gratuita ni nada de eso que se esgrime como coartada sino robando el trabajo de mucha gente. De mucha gente que no es gente que nada en la abundancia y que le sobre sino que vive de su trabajo con mucho esfuerzo. Sufre un expolio que si nadie le pone remedio acabará con la literatura igual que ha estado a punto de acabar con la música, por lo menos con la música de calidad, con el cine, etc.

Como periodista que es, ¿que le parece que medios 'convencionales' como El Mundo o El País quieran cobrar por ser enlazados en internet con la llamada 'tasa AEDE'?

Me parece que tienen toda la razón. El periodismo es un trabajo que requiere mucho esfuerzo, un periódico no se hace con ocurrencias, no es Twitter, con todos los respetos a Twitter donde soy muy activa, pero para publicar noticias uno tiene que tener fuentes, tiene que trabajárselas, tiene que confirmarlas, es decir, no es sentarse en el ordenador y escribir lo primero que se le ocurre. Es una cosa mucho más compleja, y eso tiene un coste. A los periodistas hay que pagarles. Y a los impresores. No es lógico que haya medios digitales que viven del esfuerzo de los medios impresos y no pagan por ello. Desaparecerán los medios impresos y el periodismo de calidad con ellos.

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