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Antes de ayer leí en un periódico local el encendido artículo de opinión de Carmen Tomás, en el que defendía las medidas de combate al déficit que ha tomado el gobierno. “Crece el optimismo sobre España”, dice. “El ahorro público tiene que seguir”, argumenta. “Hay partidas que no deberían relajarse sino suprimirse”, espeta como una verdad de esas de púlpito.
Sin embargo nada dice la señora Tomás de cuales son esas partidas. ¿No lo sabe?, ¿no se atreve a mencionarlas? Apostaría el brazo a que está pensando en las de sanidad y de educación, en las de políticas activas de empleo, en las de cultura y la dependencia. ¿Y por qué sospecho tal cosa? Bueno, digamos que se trata de instinto...y también de que en el mismo artículo la periodista dice que hay que continuar profundizando en las reformas, y todos sabemos hacia donde han ido las reformas, y todos sabemos que cuando en este país se habla de reformas en realidad nos referimos a recortes. Silencios, eufemismos y medias verdades.
Y el caso es que es muy fácil hablar del déficit de las administraciones y de la torpe e insensata gestión de los caudales públicos que en el pasado se derrocharon en servicios para la ciudadanía, de calidad pero por encima de nuestras posibilidades. Sin embargo, más sencillo aún que hablar del déficit es obviar el rescate a la banca con dinero público y la nacionalización y saneamiento de Bankia. Alguno pensará que es lógico que tal cosa no se mencione porque a efectos contables el rescate no influye en las cifras de déficit del Estado. Y es cierto, pero a efectos prácticos si, porque si me gasto el dinero del Estado en reflotar bancos, no tengo pasta para dependientes o para maestros y sanitarios, gastos que además si incrementan el déficit de las macrocifras de la administración.
Así que mejor que mentir por acción, lo que muchos periodistas y medios y partidos hacen es no decir toda la verdad, o manipularla, o ambas cosas, o utilizar eufemismos, para que nos quedemos tranquilos pensando que están hablando de otras cosas que no nos afectan o nos afectan poco...y eso en mi pueblo se llama mentir por omisión. De ahí que la señora Tomás pase olímpicamente de mencionar qué partidas de gasto público deberían suprimirse en su versada opinión, no sea que tenga que dar más explicaciones y matices de las que permite el espacio físico de su columna y la paciencia de la línea editorial que paga su sueldo.