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ENTREVISTA

Aitor Sánchez, nutricionista: “La publicidad infantil de alimentos insanos es más invasiva y agresiva que nunca”

Aitor Sánchez

Javier Muñoz de la Torre Granados

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Lo anunciaba el ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, durante una visita a un comedor escolar en Albacete: tras hacer más sanos los menús escolares, el siguiente objetivo del departamento que dirige para mejorar la alimentación infantil es restringir la publicidad de alimentos insanos.

Una normativa en la que ya está trabajando Consumo y para la que se está pidiendo asesoramiento a diferentes dietistas y nutricionistas de toda España. Uno de los consultados ha sido el albaceteño Aitor Sánchez, conocido en las redes sociales por su espacio de difusión Mi Dieta Cojea, donde ejerce una labor de divulgación y promoción de la alimentación saludable.

Le hemos entrevistado para que nos cuente cuáles son las líneas maestras de esa normativa que está trazando el Ministerio, cómo se alimentan los niños y niñas en España y qué pueden hacer los padres para mejorar la nutrición de sus hijos.

¿Cómo comen los niños en España?

Sabemos que la población infanto-juvenil no toma suficientes productos vegetales frescos, como fruta y verdura, consume mucha carne y muchos productos derivados cárnicos. Por el contrario, no toma suficiente proteína vegetal. Además, es el grupo poblacional que está más sujeto a alimentos malsanos ultraprocesados, como productos azucarados, zumos, refrescos, chucherías o bollería industrial.

También hay una brecha muy grande según los ingresos de los hogares, que lo muestra el último estudio Aladino, que sacó hace poco también el Ministerio.

¿Hay una relación entre el nivel socioeconómico: a peores ingresos, peor alimentación?

Totalmente, pero además de las más notables. Esto podría hacernos concluir que comer sano es caro. En realidad, no es así: viene determinado por todos esos condicionantes socioeconómicos que tiene la familia, porque las familias que tienen menos ingresos también viven en barrios donde la compra saludable es más complicada o también tienen muchas veces menos tiempo para dedicarle a la cocina. Al final no es solo una cuestión económica, sino que es una cuestión estructural de todo lo que rodea a tener pocos ingresos en la familia.

Los datos del Ministerio de Sanidad publicados este verano recogían que uno de cada cinco menores de entre 12 y 14 años tiene sobrepeso, uno de cada 12 tiene obesidad, y uno de cada 50 tiene obesidad severa. Eso significa que, aproximadamente, un tercio de los menores con edades comprendidas entre los 12 y los 14 años en España tienen sobrepeso u obesidad. ¿Cómo valora estos resultados?

Sabemos que últimamente el sobrepeso y la obesidad ha reducido ligeramente. Ligeramente. Y vemos que esa reducción ha venido sobre todo empujada por las familias de rentas más altas. Así que lo que se puede concluir es que se ha reducido un poco el sobrepeso y la obesidad, pero no está claro a qué podemos atribuir esta pequeña reducción.

El Ministerio lo atribuía a la concienciación de las familias, sobre todo las que tienen más ingresos, que puede ser. Yo también creo que puede ser debido a las mejoras en el comedor escolar que ha habido en algunas comunidades autónomas antes de que entrara el real decreto en funcionamiento. Pero es un descenso muy ligero, y además la situación ha empeorado en las familias con menos renta. Entonces tenemos que encontrar fórmulas de cómo prevenir el sobrepeso y la obesidad, sobre todo, en los hogares más desfavorecidos con intervenciones escolares, de nutrición comunitaria.

La inmensa mayoría de anuncios que ven los 'peques' son de comida, un gran número de los cuales promocionan alimentos malsanos

¿Qué influencia tienen los anuncios publicitarios de comida insana que se dirigen al público infantil?

Enorme. Se sabe que la inmensa mayoría de anuncios que ven los 'peques' son de comida, un gran número de los cuales promocionan alimentos malsanos que no siguen los criterios de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los estudios de conducta de la publicidad nos muestran que el consumo de anuncios no solo mejora la apetencia de esos productos, sino que finalmente hace que los acabe comprando más la familia.

Y luego además estamos en un momento en el que esa publicidad es más invasiva y agresiva que nunca porque la están consumiendo de forma 360. También online, a través de redes sociales, a través de sus influencers, de figuras de referencia o también entre iguales. Esto hace que muchas veces los menores no puedan identificar que están ante publicidad y eso aumenta mucho más el efecto. Tiene un impacto enorme.

Muchas veces esos anuncios no solo están orientados a los menores, sino que es publicidad de productos infantiles pero dirigida a la familia. Por ejemplo, un anuncio que meta miedo al padre o la madre

¿La educación nutricional de los menores se basa fundamentalmente en esos impactos publicitarios que reciben? ¿Cree que influye en la configuración de su dieta y su gusto?

Claro. Y ojo, porque muchas veces esos anuncios no solo están orientados a los menores, sino que es publicidad de productos infantiles pero dirigida a la familia. Por ejemplo, un anuncio que meta miedo al padre o la madre: “Oye, tengo que comprar este producto para que mejore las defensas de mi hijo o tengo que comprar este producto para que no le falte de ningún nutriente”. Y todo eso acaba condicionando la compra, claro.

Y en este contexto el Ministerio de Consumo anunciaba que quiere regular la publicidad de esos alimentos insanos dirigidos al público infantil. ¿Cuáles serían las claves de ese reglamento en el que están trabajando?

Lo primero que hay que aclarar es que es un control de la publicidad y no del consumo, no de la compra. Esto es importante porque cuando hubo el anterior intento de meterle mano a la publicidad infantil vimos unas reacciones a políticas vergonzosas. Este tema debería ser un campo de consenso porque todos deberíamos querer proteger la salud de nuestros niños y niñas por encima de los intereses económicos de las grandes multinacionales.

Luego otra de las claves es que se quiere buscar un perfil nutricional para poder identificar qué alimentos cumplen el criterio y qué alimentos no lo cumplen. De momento se está optando por los criterios de la OMS, que ya tiene especificados unos parámetros que debería cumplir un alimento infantil para ser publicitado. Por poner un ejemplo, sí se podría publicitar un yogur natural para niños, pero no un yogur azucarado.

Hay que aclarar es que es un control de la publicidad y no del consumo, no de la compra. Esto es importante porque cuando hubo el anterior intento de meterle mano a la publicidad infantil vimos unas reacciones a políticas vergonzosas

Cuando se habla de regular la publicidad infantil, el planteamiento no debería ser de voluntad política de unos partidos o de otros, sino que ya está actualmente recogido que es un derecho también de la infancia y, por lo tanto, debería entrar dentro de las convenciones y los marcos legislativos de protección de la infancia. Dentro de todas las medidas que se pueden tomar a nivel de salud pública, controlar la publicidad es una de las que tiene mejor coste-efectividad.

¿Cómo se trazaría la línea entre una publicidad dirigida al público infantil y una que no lo es? ¿O el reglamento intentaría prohibir toda publicidad de alimento malsano indistintamente de la edad a la que vaya dirigida?

Pues es muy buena pregunta y es una de las dudas que todavía no tenemos clara. Efectivamente, se puede hablar de publicidad de alimentos mal sanos dirigidos al público infantil, pero quizás se puede colar esa parte que te decía anteriormente de que en ocasiones hay publicidad dirigida a padres. Es importante que la normativa contemple las dos cuestiones.

Y dentro de esa labor de asesoramiento que está haciendo usted y otros dietistas-nutricionistas al Ministerio, ¿cuáles son las claves para que Ministerio las incluya en el reglamento?

Yo creo que el discurso pasa por seguir la evidencia científica. Es decir, ya tenemos estudios de referencia, por ejemplo, en España, los que ya ha hecho Miguel Ángel Royo y en los que se ve el impacto que tiene la publicidad y la calidad de los alimentos que están anunciados. Dentro del asesoramiento que les hacemos, insistimos en que obviamente este control tiene que ser multiplataforma. No se puede quedar únicamente en la televisión, eso sería un enfoque muy antiguo. Tenemos que dar el salto a las redes sociales.

El control de la publicidad tiene que ser multiplataforma. No se puede quedar únicamente en la televisión, eso sería un enfoque muy antiguo. Tenemos que dar el salto a las redes sociales

También estamos poniendo mucho énfasis en que los criterios nutricionales se fijen más en los criterios OMS, no tanto con criterios Nutriscore que el anterior Ministerio de Consumo apoyó para el etiquetado frontal de productos cuando vamos a la compra. Si, desgraciadamente, el criterio para decidir si se puede anunciar o no un alimento algo fuese Nutriscore.

¿Y qué sucedería con los patrocinios? Los menores tienen mucha exposición en redes sociales y de los influencers que ya empiezan a anunciar alimentos, muchas veces insanos. ¿Qué habría que hacer con esto? ¿También incluiría el reglamento medidas a este respecto?

Bajo mi punto de vista tendría que incluirse también. De hecho, recientemente hemos tenido un cambio de la norma actual que ha hecho más estricta la publicidad general en las redes sociales, no ya solo la de público infantil, que dice que todo tiene que estar correctamente etiquetado y declarado cuando es publicidad. Es un paso para que haya menos publicidad oculta y el siguiente va a tener discernir qué se considera alimento sano o a público infantil.

Es una delgada línea. Por ejemplo, un 'streamer' que anuncie patatas fritas. ¿Se considera público infantil o juvenil? O bebidas energéticas que de pronto justifiquen que se dirigen a mayores de edad, pero el público de ese creador de contenido sea adolescente. Hay mucha incertidumbre sobre cómo van a reaccionar las marcas con esa normativa, porque a lo mejor empiezan a hacer estas triquiñuelas.

Va a ser una legislación que seguramente dé margen a muchas malinterpretaciones o a muchas lagunas si no se hace de manera adecuada.

La dieta de los pequeños debería tener más frutas, más verduras, más hortalizas, más legumbres y menos cantidad de productos azucarados, menos embutidos, menos carne

¿Y cómo sería una alimentación saludable para niños? ¿Qué pautas básicas podría dar a los padres?

La dieta de los pequeños debería tener más frutas, más verduras, más hortalizas, más legumbres y menos cantidad de productos azucarados, menos embutidos, menos carne. Una pauta sería incluir, por ejemplo, verduras siempre en las comidas principales, aunque sea poca cantidad, pero que siempre en la comida y en la cena haya una ración de verdura. Otra pauta que ayudaría mucho es que el postre sea fruta en la inmensa mayoría de casos. Esto ayuda a todo: a prevenir el sobrepeso y la obesidad, pero también a que se absorba bien el hierro de las comidas.

Una tercera pauta que les daría a las familias es que intenten variar el desayuno, que suele ser una comida en la que hay muchos productos azucarados: cereales, galletas… Pues intentemos incluir otros alimentos como yogur natural, frutos secos o fruta partida. La típica tostada con tomate también nos vale para desayunar.

Si tenemos prisa y poco tiempo, no pasa nada por tomar una fruta de camino al colegio. Siempre será eso mejor que las galletas. Eso, junto con la bebida, es decir, intentar que haya predominancia de agua y que no siempre haya bebidas azucaradas y zumos. Con esas cuatro pautas ya tenemos un montón conseguido.

Algunas veces, las medidas para que los más pequeños coman más sano pueden generar cierto rechazo. Usted ha realizado varios cambios de menú en población infantil, por ejemplo, en su papel como voluntario en campamentos scout. ¿Cómo se han acogido esos cambios? ¿Ha habido alguna resistencia?

Puedo hablar no solo desde la experiencia de los campamentos, sino también en muchos otros centros escolares a los que también asesoramos. Una de las claves que garantiza que ese proceso sea exitoso es que sea progresivo. No se puede hacer un cambio de la noche a la mañana porque entonces se puede percibir como un cambio muy drástico. Tenemos un ejemplo muy bueno de un colegio en Canarias que ha hecho ese camino, mejorando el menú de forma progresiva a lo largo de tres años. El primer año cambiamos el aceite y las salsas, en el siguiente año incluimos más cantidad de frutas y de verduras y ya en el último eliminamos y redujimos prácticamente al mínimo los embutidos.

La segunda clave es involucrar en el camino a las familias. Les avisas de los cambios, puedes darles información nutricional del menú o ideas de cenas complementarias. Si no se hace así, te puedes encontrar resistencias. Hemos visto en colegios que han tenido resistencias porque los padres se piensan que es un peor menú porque hay menos carne y más legumbre, que se hace por ahorrar dinero... Por eso hay que hacer un acompañamiento.

Y, por supuesto, también con la cocina. Aquí tenemos también una muy buena experiencia asesorando, por ejemplo, a un colegio mayor en Madrid que, gracias a involucrar a la cocina, fue capaz de dar muchas mejores recetas a las personas que vivían en esa residencia universitaria.

Entonces, yo creo que las claves son involucrar al entorno y progresividad.

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