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Así eran los caballos más antiguos del linaje ibérico que se han encontrado en un yacimiento de Guadalajara

Trabajos en el yacimiento del Abrigo de la Malia

Javier Muñoz de la Torre Granados

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Antes de los caballos actuales, existió un linaje propio de la península ibérica. Y los restos de sus ejemplares más antiguos hallados por el momento han salido a la luz en la provincia de Guadalajara. La última campaña de excavaciones realizada en el yacimiento arqueopaleontológico del Abrigo de La Malia, en Tamajón, ha desempolvado los restos más primitivos del linaje de caballos IBE.

Este lugar se lleva excavando en diversas campañas anuales desde 2018 con financiación de la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha, en un proyecto multidisciplinar dirigido por los investigadores Nohemi Sala, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) y Adrián Pablos, de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Entre sus principales resultados, se han encontrado datos de ocupación humana de hace más de 30.000 años, suponiendo una de las primeras evidencias de ocupación de cazadores y recolectores Homo sapiens registradas en la meseta castellana.

Caballos de 26.800 años de antigüedad

De analizar el ADN de los équidos que han aparecido recientemente en el Abrigo de La Malia se ha encargado Jaime Lira, biólogo evolutivo especialista en ADN antiguo del Centro de Antropobiología y Genómica de Toulouse (Francia). Ha comparado la información genética encontrada en Tamajón con la de otros animales de otros yacimientos que también está estudiando.

“La importancia que tiene el Abrigo de la Malia en este estudio es que allí hemos encontrado las evidencias más antiguas de IBE que tenemos en la actualidad para la península ibérica”, explica Lira. Se trata de restos de unos 26.800 años de antigüedad, por lo que el biólogo asegura que han constatado que el IBE ya estaba ahí antes del último máximo glaciar.

Los restos encontrados se corresponden a dientes, huesos de las patas o vértebras, pero siempre huesos aislados. “Todavía no se ha encontrado un esqueleto completo de un caballo IBE”, lamenta Lira. “El día que eso ocurra, aquí tendremos una fuente de información muy valiosa porque además de la información genética, podremos obtener un caudal importantísimo de información biométrica”, añade.

Relaciones entre el IBE y los humanos

Y, ¿cómo eran esos caballos ibéricos? La ausencia del citado esqueleto completo complica la respuesta.

“Sobre el tamaño, poco puedo decir. Yo tengo la sensación de que los IBE eran más pequeños porque todos los caballos que tenemos en las cronologías suelen ser caballos de estatura más pequeña que los caballos actuales, del linaje DOM2”. Sin embargo, matiza que, hasta que no aparezca un esqueleto completo, este aspecto no se puede confirmar.

En cambio, el biólogo sí puede detallar cómo fueron las interacciones entre humanos y dichos caballos: “Eran caballos salvajes que fueron cazados por los pobladores, los cuales los emplearon como fuentes de proteínas para su alimentación. Pero no fueron domesticados”, señala.

Equipo de investigadores en el Abrigo de la Malia

El linaje de caballos IBE fue eclipsado hasta su desaparición total por el linaje predominante en la actualidad: el DOM2.

“Cuando el DOM2 se expande por nuevos territorios, va arrasando con la señal genética de las poblaciones de caballos de esos territorios”, explica Lira. Y ese patrón se repitió en la península ibérica. Los antiguos pobladores comenzaron a preferir mayoritariamente con los caballos DOM2, de tal manera que los que había antes va desapareciendo. “El IBE poco a poco se fuera extinguiendo”, relata.

El yacimiento “no deja de sorprender”

Al Abrigo de la Malia le queda todavía mucho por excavar. Uno de sus directores, Adrián Pablos, asegura que este yacimiento “no deja de sorprender cada campaña de excavación”, porque todos los años les aporta “nuevos datos y hallazgos que posibilitan ampliar horizontes, plantear preguntas y abrir nuevas ventanas de conocimiento”.

Pablos no descarta que, en el futuro, realicen hallazgos que les permitan conocer mejor “cómo se organizaban estas sociedades de cazadores y recolectores que habitaban la meseta en un momento en el que los neandertales hace miles de años que habían desaparecido de la zona”. Tampoco descartan encontrar evidencias del uso del territorio por parte de los neandertales. “Pero para eso de momento solo queda trabajar y confiar en que el yacimiento preserve evidencias claras”, concluye.

Por eso, Lira no descarta que con el tiempo aparezcan nuevos restos de caballos todavía más antiguos “con los cuales nosotros podamos seguir investigando las características del linaje IBE”. Y tampoco descarta que sea en este yacimiento donde aparezca, al fin, un esqueleto completo del rocín. “Nunca se sabe”, remata Lira.

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