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Sobre este blog

Este blog pretende servir de punto de encuentro entre el periodismo y los viajes. Diario de Viajes intenta enriquecer la visión del mundo a través de los periodistas que lo recorren y que trazan un relato vivo de gentes y territorios, alejado de los convencionalismos. El viaje como oportunidad, sensación y experiencia enlaza con la curiosidad y la voluntad de comprender y narrar la realidad innatas al periodismo.

Oporto, cada vez más “hipster”

Restaurante en el mercado de Bolhao.

Alicia Fàbregas

Oporto y Lisboa, ambas paridas por la misma madre patria, Portugal, pero con fisonomías que, aunque a simple vista se dan un aire, analizadas de cerca descubren rasgos diferentes.

En otras palabras, la decadencia en Portugal es una constante, por eso ya no sorprende, cautiva por su romanticismo melódico y su belleza sin maquillaje, pero no sorprende, e impregna tanto a Lisboa como a Oporto. Ambas han sabido contrastar ese rasgo con algo de modernidad y han apostado por el arte urbano –aunque Lisboa lleva la delantera-, pero Oporto ha añadido además los ingredientes necesarios para coger bien la ola mainstream y surfearla a gusto. Ha conseguido, en definitiva, convertirse en una ciudad hipster y vintage.

Decir eso, sin más, es osado. Muchos de sus edificios sobreviven en agonía, desconchados y carcomidos por los años -aunque el centro histórico es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1996- y sus principales reclamos turísticos datan de hace, como poco, décadas y en general, siglos. Por ejemplo, la preciosa librería Lello, de finales del s. XIX, y que, por desgracia, desde hace un puñado de años se ha convertido en una fábrica de colas de turistas y gente haciendo fotos por todos los rincones -tanto que los libros parecen tan sólo un decorado-; la Torre de los Clérigos –la más alta de Portugal, construida en la primera mitad del s. XVIII-; la estación de tren de Sao Bento, un edificio que induce al trance artístico, con sus más de 20.000 azulejos que relatan la historia de Portugal como un cuento ilustrado, y que se inauguró a principios del s. XX; y un largo etcétera.

Pero de camino a todo eso, te vas cruzando con paredes tatuadas a golpe de espray –obras de artistas como Hazul, Mr. Dheo o Costah-, espacios de co-working, restaurantes ecológicos, peluquerías para cuidarse bien la barba de moderno, ropa de jóvenes diseñadores y muchas, muchas galerías de arte.

Arte a cubierto y arte a la intemperie

El arte contemporáneo se propaga a raudales a lo largo de la Rua Miguel Bombarda y se desborda hacia las calles colindantes. Te puedes relajar en el espacio chill out del Gallery Hostel mientras contemplas los cuadros a la venta que cuelgan de sus paredes, puedes ir de compras al centro comercial del arte, el Centro Comercial Bombarda, o cotillear la última moda de autor de los jóvenes diseñadores en las tiendas esparcidas por infinitos rincones.

Pero este fenómeno no sólo se reduce a los espacios cerrados, en el Mirador da Vitória, privado aunque abierto a los turistas, además de los grafitis que adornan las paredes, también es fácil encontrarse artistas utilizando los pliegues de cemento de los edificios abandonados como estanterías para exponer sus obras al aire libre.

Otra demostración de las ganas de esta ciudad por emular a mecas de lo hipster como Londres, es el mercadillo de Porto Belo –una iniciativa de la diseñadora Inês Magalhães que el Ayuntamiento aceptó poner en marcha en 2009-. Se monta los sábados en la plaza Praça Carlos Alberto y allí puedes encontrar desde vinilos, hasta máquinas de escribir antiguas, libros de segunda mano o productos gourmet.

Pero para vintage, el Armazém, recomendado hasta en artículos de The New York Times. Unos 1.300 m2 de espacio cultural en un antiguo almacén de la Real Companhia Velha restaurado, que ahora alberga antigüedades, workshops, música en directo y también un bar con una terraza para el buen tiempo.

Productos locales

El mercado de Bolhao es un lugar fotogénico a más no poder. Además de ser uno de los emblemas de la ciudad –un recinto enorme lleno de puestos de todo tipo de alimentos- mantiene la esencia, o la decadencia, de hace años. Al menos esa es la impresión que da. Pero ha querido también engancharse a la moda predominante en muchos otros mercados de ciudades cosmopolitas y turísticas, engancharse a lo que se lleva ahora, y eso se nota en los tres o cuatro restaurantes que cobija, donde se supone que cocinan con los productos que venden en los puestos. No es que la comida sea demasiado exquisita, pero la experiencia es digna de ser vivida. Un toque hipster otra vez.

Más allá de los fados

Otra de las sorpresas de Oporto es el Hard Club, que se disfruta especialmente de noche. Que nadie pretenda escuchar fados aquí. Situado en el edificio del Mercado Ferreira Borges, este club aglutina la mayoría de conciertos pequeños, medianos e incluso grandes de la ciudad, y abarca muchísimos estilos, desde el tecno hasta el metal, pasando por el post-punk o el reggae. En él tocan grupos como The Kills –indie rock- o Slash N’ Roses –un tributo al mítico guitarrista de Guns N’ Roses-. Pero es que además de las salas de conciertos, también se compone de salas de ensayo y grabación y un bar tanto dentro como fuera, con unas vistas nada despreciables.

Por supuesto, lo hipster no está reñido con lo tradicional, más bien bebe de ello. Por eso el bacalao y el vino en Oporto siempre serán algo que destacar. Una ruta por las bodegas de la zona de Gaia o un buen bacalao a orillas del Duero no hay quien se los pierda.

Vueling vuela de Barcelona a Oporto.

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