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Infraestructuras y mejor financiación, las reivindicaciones periféricas que no entienden de siglas

Los cuatro presidentes autonómicos han debatido este jueves en Barcelona moderados por Teresa García Milà

Arturo Puente

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Dice el tópico que hay dos españas, una roja y una azul, pero en las últimas décadas las que parecen a punto de liarse a garrotazos, más allá de los colores, es la España periférica y la central. Un ejemplo de esto ha ocurrido este jueves en las jornadas del Cercle d'Economia, en una mesa dedicada al modelo territorial en el que han participado cuatro presidentes de autonomías gobernadas por diferentes partidos pero que comparten la condición de periféricas. El gallego Alberto Núñez Feijóo, el andaluz José Manuel Moreno Bonilla, el valenciano Ximo Puig y la balear Francina Armengol han compartido su visión sobre el modelo de descentralización español, que han descrito como un “éxito mejorable”.

Pese a las diversas discrepancias, los cuatro han coincidido además en dos reivindicaciones: superar el modelo radial de las infraestructuras y acometer con urgencia una reforma de la financiación autonómica que mejore la igualdad y garantice los servicios sociales que las autonomías prestan. “El poder debe bascular hacia la periferia”, ha resumido sobre el sentir común la socialista Armengol, una de las que además se ha mostrado más decidida para emprender reformas territoriales incluso tocando la Constitución. “España no es Madrid, sin desmerecer a Madrid, pero es que es mucho más”, ha afirmado.

Feijóo, Bonilla, Puig y Armengol han compartido reivindicaciones con enormes similitudes en materia ferroviaria. “Para mi es mucho más fácil acudir a Madrid que a la Comunidad Valencia”, ha asegurado el líder andaluz, que ha exigido inversiones en el mediterráneo para unir “desde Algeciras hasta los Pirineos” en ferrocarril y “no solo en pasajeros sino en mercancías”. El presidente de la Junta de Andalucía ha asegurado que el tema de las infraestructuras es una de sus grandes preocupaciones. “Ahí hemos fallado, porque ha habido una visión equivocada, demasiado central, que ha orillado las visiones de los territorios periféricos y que ahora nos lleva a circunstancias complejas”, ha indicado.

Una reivindicación similar ha hecho el presidente de la Xunta, quien ha cargado contra un modelo “radial” que “nos ha hecho ir a todos con la Meseta”. Pese a la queja, el líder gallego ha evitado cargar todas las responsabilidades en los sucesivos gobiernos centrales, ya que a su juicio el modelo autonómico implica corresponsabilidad. Por ello, “cada comunidad debe hacer una reflexión sobre cómo ha ejercido sus competencias”, ha dicho, tras recordar que los gobiernos autonómicos tienen amplio margen de decisión presupuestaria.

El president del Consell, por su parte, ha descrito como primer problema del modelo autonómico que no ha sido capaz de acabar con lo que ha calificado como “megacentro”. “El centralismo político, económico y mediático es una realidad”, ha dicho, tras recordar con ironía que “hasta el Instituto Oceanográfico está en Madrid”. “No es lógico que todas las instituciones del Gobierno, con sus ministerios y funcionarios, estén en la misma ciudad, porque eso da riqueza solo a una comunidad autónoma y va en detrimento de los demás”, ha coincidido Armengol. “El tiempo pasa y hay debates que en 2021 son muy parecidos a los de 2001”, ha rematado Puig, para lamentar que en España “parece que no somos capaces de hacer frente al aggiornamento que debe vivir nuestro modelo autonómico”.

También los presidentes autonómicos reunidos este jueves en Barcelona han coincidido en señalar la urgencia de la renovación del modelo de financiación autonómica, caducado desde 2014. “No conozco a un solo presidente autonómico que esté de acuerdo con este modelo”, ha indicado Moreno Bonilla, a lo que Puig ha respondido que, una vez constatado el consenso en negativo contra la actual financiación, lo que queda es buscar un acuerdo en positivo para acordar un modelo mejor. Y, en esto, los representantes de Galicia, Andalucía, Comunidad Valencia y Baleares han dejado patentes las grandes dificultades que plantea este debate para contentar a todos los territorios.

Para comenzar, no todos están de acuerdo en el principio de ordinalidad, es decir, que los recursos se asignen en el mismo orden que se recaudan. “Nosotros somos aportadores netos pero a la hora de recibir, somos los novenos”, ha ilustrado la mallorquina. “Somos solidarios y queremos seguir siéndolo, pero hay cosas a corregir”. También Puig ha incidido con contundencia en esa idea. “El estado autonómico no ha sido capaz de solucionar el problema de la convergencia de rentas. En la Comunidad Valenciana, desde el año 1995 hemos retrocedido en renta per capita, tenemos 11 o 12 puntos menos de media”, ha asegurado, por lo que ha pedido “una fórmula para evitar que los valencianos estén en el furgón de cola” de la financiación.

Pero el presidente Gallego no se ha mostrado conforme con la propuesta de sus homólogos. “La financiación autonómica no financia territorios sino personas y servicios para personas”, ha recordado. “Y por tanto debe tener en cuenta el coste efectivo de estos servicios”. En opinión de Feijóo, la ordinalidad pura o utilizar un criterio de población para asignar los recursos redoblaría en el efecto capitalidad que ya tienen zonas urbanas que atraen mucha población, por lo que a su juicio las cosas podrían quedar aún peor.

Moreno Bonilla, mientras, ha defendido la capacidad de las comunidades para decidir sus propios tributos. “Yo no quiero que me impongan el modelo fiscal, si yo quiero quitar el impuesto de sucesiones y donaciones porque tengo competencias para ello, es mi responsabilidad”, ha dicho, en referencia a una posible armonización fiscal forzada desde el Gobierno central.

Federalismo sin llamarle federalismo

Si el melón de la financiación genera roces incluso entre comunidades alejadas del centro, menos acuerdos hay en cómo abordar una reforma territorial. En este tema si se ha hecho presente la división entre progresistas y conservadores. Los primeros han hablado de federalismo y se han mostrado abiertos a la reforma constitucional, mientras que ni el presidente gallego ni el andaluz han querido entrar en el tema. “Si no le quieren llamar federalismo, hagan federalismo sin llamarle federalismo”, ha reclamado el president valenciano, que ha defendido que la descentralización económica será difícil si no se avanza en un nuevo modelo político y, también, en un tema “de afectos” que ha descrito como “entendernos los unos a los otros, acabar con el frentismo y acudir a un reencuentro emocional”.

“Mi deseo seria reformar la Constitución y que el Senado fuera una cámara de representación territorial”, ha señalado sin medias tintas la presidenta del Govern de les Illes Balears. Sin embargo, ha considerado que antes de eso también hay camino por recorrer, como profundizar en el modelo de “cogobernanza” ensayado durante la pandemia y que los cuatro políticos presentes han considerado positivo. Además Armengol ha llamado a Catalunya a sumarse a los foros multilaterales en cuestiones como la financiación. Para la balear, la situación que se ha producido en Catalunya en los últimos años, lejos de revertir en un beneficio para la periferia ha contribuido a afianzar el peso de Madrid.

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