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Votantes del 1-O acusan a los agentes de romper el ambiente “festivo” en los colegios: “La única violencia fue de la Policía”

Los votantes del 1-O han cerrado la semana 12 del juicio del "procés"

Oriol Solé Altimira

Votantes del 1-O y cargos políticos de ERC han cogido el testigo de David Fernández y han contradicho el relato policial desplegado por policías y guardias civiles en el Tribunal Supremo. Fue la presencia policial en los centros la que rompió, según su versión casi unánime, el ambiente “festivo y pacífico” que había en los centros de Tarragona, Dosrius, Sant Carles de la Ràpita, Fonollosa, Barcelona o Sabadell.

Ni murallas humanas contra los policías, ni intentos de acometer contra los antidisturbios, ni patadas hacia los agentes. Solo gritos de “'votarem'” y algún insulto cuando subió la tensión en los centros debido a la intervención policial. En la mayoría de centros, han coincidido los testigos, la actuación se produjo sin previo aviso. “La única violencia fue de la Policía”, ha dicho el diputado de ERC Jordi Salvador sobre lo ocurrido en el IES Tarragona. “Los únicos que pegaron fueron los agentes de la Policía Nacional”, ha aseverado Ramon Forteza, un abogado Lleida.

El letrado ha descrito una escena hasta ahora inédita del día de la votación. Ha explicado que pese a que se presentó con la toga y carné de letrado, un agente le impidió entrar por dos veces en el centro para asistir a dos votantes “retenidos”. “Fue una mala idea porque me dieron de palos. Luego empezaron a expulsar a la gente y salían rodando del centro”, ha añadido.

Salvador y la senadora Laura Castel, también de ERC, han asegurado que se identificaron como cargos públicos pero la Policía lo obvió. “No solo nos atendieron sino que nos apartaron, no impedimos su entrada”, ha afeado Castel. “Me cogieron, me zarandearon y me golpearon”, ha apostillado Salvador. Ya durante la retirada de la Policía, ha continúado Castel, mantuvieron encapsulados en una plaza durante una hora a un grupo de manifestantes. “A mí me pegaron por la espalda, sin tener ninguna capacidad de respuesta ni anticipación. Y no estaba amenazando, estaba haciendo fotos”, ha indicado la senadora, mientras que el diputado ha dicho que no había visto “nunca nada igual”.

En Sabadell, dos votantes de la escuela Nostra Llar han negado agresiones de votantes a la Policía y han enmarcado la concentración frente al centro en la reivindicación del “derecho a votar”. “Los únicos golpes que vi fueron de la policía a la gente”, ha dicho el primer testigo, Santi Valls. “La Policía arrastraba y pegando a la gente, un policía levantó la porra a una abuelita que estaba sentada a una silla”, ha abundado Pilar Calderón, quien ha explicado que con los padres del centro organizaron “actividades lúdicas” como teatro o yoga durante el fin de semana “para manifestar nuestro derecho a voto”.

Si las defensas centraron sus preguntas a los agentes en votantes heridos o golpes de porra –que los antidisturbios no recordaron en su mayoría–, las acusaciones han intentado poner de manifiesto que los concentrados, a sabiendas de que el 1-O estaba suspendido, opusieron una resistencia activa a la actuación policial o que incluso agredieron a los agentes. Se trata de una de las tesis principales tanto de la acusación por rebelión –el alzamiento violento en los centros auspiciado por los acusados– como de la de sedición –el impedimento en los colegios del auto que ordenaba a los agentes requisar urnas y papeletas–.

En este sentido, los testigos de este martes han ofrecido dos versiones distintas. Mientras algunos no han tenido problemas en reconocer que sí impedían el acceso de los agentes en los colegios, aunque sin emplear fuerza alguna, otros lo han negado. “Impedíamos el acceso a la Policía sentados en el suelo con las manos levantadas gritando ‘votarem’, ‘votarem’”, ha indicado Calderón.

Por contra, el alcalde de Fonollosa, Eloi Hernández, ha afirmado que “en ningún caso” los votantes de su municipio impedían el paso a la Guardia Civil. Otro votante de Dosrius, Ferran Soler, ha negado que los votantes se resistieran a los agentes y, de hecho, ha afirmado que “lo más seguro era que la gente se hubiese ido” si se lo hubieran pedido. En cualquier caso, todos los testigos se han declarado responsables de su propia actuación, negando que actuaran a instancias o por indicación o cualquier mensaje público de los acusados.

Otra característica común de los testigos ha sido el miedo que, han afirmado, pasaron durante las distintas intervenciones policiales. “Yo les decía que parasen ya, que ya estaba. A mí me tiraron de la bolsa. Seguían dando golpes a las mesas con unas mazas. Lo rompían todo. Vi como un agente de policía iba hacia una mujer embarazada y, cuando un chico se interpuso, el agente le lanzó al suelo”, ha relatado Jordina Carbo, que estaba en el instituto Pau Claris de Barcelona.

Por otro lado,el exdirector del servicio catalán de Salud David Elvira ha comparecido sobre el informe que cifró en 1.066 las personas heridas y atendidas el 1-O por la intervención de Policía y Guardia Civil. De estos, un 68% fueron hombres, un 32% mujeres, y la mitad de heridos tenían entre 41 y 65 años de edad. El tipo de lesión mayoritaria era la contusión, pero los profesionales sanitarios catalanes también atendieron policontusiones, traumatismos craneales, crisis de ansiedad o fracturas, ha detallado Elvira.

Las acusaciones han evitado cuestionar la veracidad de los datos de Elvira. La Fiscalía tan solo le ha preguntado por qué no contabilizó en el informe a los agentes que fueron atendidos por los propios servicios médicos de Policía y Guardia Civil, a lo que Elvira ha respondido que solo se contabilizaron los heridos atendidos en el sistema público, no en mutuas privadas.

Asimismo, Elvira ha revelado que el Ministerio de Sanidad, que entonces dirigía la 'popular' Dolors Montserrat, se puso en contacto con el departamento catalán para “ofrecer su colaboración” en la atención a los heridos durante la jornada del referéndum. Elvira ha indicado que esa misma mañana el secretario general de la Consejería le informó de que el entonces 'número dos' de Sanidad José Javier Castrodeza llamó “interesándose por las atenciones, ofreciendo su colaboración”. Ha añadido que se le agradeció la comunicación pero que “estaban atendiendo” con sus recursos “las distintas incidencias” sin ningún tipo de problema.

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