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Condenado a una multa un mosso por golpear con la porra a un menor en Tarragona

Concentración de apoyo al joven en los juzgado

Oriol Solé Altimira

Un cabo de los Mossos d'Esquadra ha admitido que golpeó a un menor en la cabeza en la huelga general del 2012 en Tarragona y ha sido condenado a dos meses de cárcel, conmutables por una multa, por un delito de lesiones por imprudencia. La pena le ha sido impuesta tras llegar el agente acusado a un acuerdo con la Fiscalía y la acusación particular que ejercía la víctima, por lo que no ha sido necesario celebrar el juicio previsto para este martes en la Audiencia de Tarragona.

El agente pagará una multa de 240 euros, a razón de 4 euros diarios durante dos meses, y también asumirá las costas judiciales. La multa se pagará de manera fraccionada en tres meses, al haberlo solicitado así el acusado y no haberse opuesto las partes. La sentencia, ya firme, tiene en cuenta los atenuantes de dilaciones indebidas y de reparación del daño ya que la Generalitat ya ha abonado a la víctima los 1.329,81 euros de indemnización, por lo que rebaja la pena dos grados.

Los hechos se remontan al 14 de noviembre de 2012, cuando M.G., por aquel entonces de 13 años de edad, participaba en una manifestación con su madre en el marco de la huelga general en Tarragona. Los Mossos d'Esquadra cargaron contra los manifestantes delante de unos grandes almacenes, y el cabo golpeó al chico, que estaba detrás de él, en la cabeza.

En declaraciones a los medios, la madre del menor, Rosa Marauri, se ha mostrado satisfecha por el acuerdo porque el agente “ha admitido que no usó la porra de forma reglamentaria”. “Lo que queremos es que no se repitan hechos como éstos nunca más”, ha añadido.

Tras suceder los hechos en 2012, los Mossos emitieron un comunicando en el que lamentaron la herida del joven y aseguraron que el golpe en la oreja del menor se produjo porque la porra del agente rebotó en la mochila de la persona a la que iba dirigido inicialmente el impacto. Según la versión de los Mossos, el impacto quedó “fuera de la visión del agente”.

El joven precisó diez puntos de sutura en la herida, de la que le ha quedado una pequeña cicatriz y, durante un tiempo, según su escrito de acusación, sentía miedo si veía policías y angustia en las aglomeraciones, aunque ya ha superado estas secuelas psicológicas.

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