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Las voces tras la venta ambulante: “Vender en la calle es la única vía hacia una vida digna”

Presentación del acto 'Vida mantera'

elDiario.es Catalunya

¿Por qué un joven migrante decide ganarse la vida vendiendo en la calle aun a riesgo de ser expulsado a su país? ¿Qué hace que sean cientos de personas, la mayoría de origen africano, los que se dediquen a la venta ambulante en Barcelona pese a la persecución policial y a las multas a las que se exponen? “Después de meses de buscar trabajo sin resultados, hacer de mantero acaba siendo la única vía hacia una vida digna”, sostiene Aziz Faye, vendedor ambulante y uno de los portavoces del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes.

La búsqueda de unas condiciones subsistencia mínimas es una constante en la vida de los manteros. Empieza en sus países de origen, de los que se ven obligados a marcharse por falta de oportunidades. “La respuesta al por qué de la emigración es contundente: no hay otro motivo que el de buscarse una vida mejor”, analiza Abdoulaye Fall, doctorando en demografía, al referirse a su país de origen, Senegal, de donde provienen buena parte de los vendedores ambulantes de Barcelona.

Más allá del conflicto social de los manteros, que tantas portadas de medios de comunicación ocupa en verano, existen causas de peso que llevan a cientos de jóvenes africanos a ganarse el pan con una actividad económica irregular. Sobre ellas han debatido este miércoles en centro Arts Santa Mónica algunas voces protagonistas de este fenómeno, como Fatou Mbaye –presidenta de la recientemente creada cooperativa de vendedores DiomCoop–, Mariama Badgi –periodista senegalesa especializada en migraciones–, o los ya mencionados Faye y Fall.

El acto, #VidaMantera, ha servido para acompañar una investigación periodística en forma de serie de reportajes que publica a lo largo de esta semana Catalunya Plural, y que se han hecho con el apoyo de Fede.cat (a través de la beca DevReporter) y en colaboración con la entidad SOS Racisme. Las desigualdades entre norte y sur, el racismo, la exclusión social o las fronteras aparecen en la raíz de esta problemática, así como la incapacidad de la clase política para encontrarle una solución integral.

Porque, según los ponentes del acto, jamás la prohibición de esta actividad será una solución. “No tienen otras opciones: pasa aquí, en la Torre Eiffel y en Nueva York, y seguirá ocurriendo porque no es un problema de si venden unas marcas determinadas o no, o de si ocupan este u otro espacio, sino que es un problema de derechos humanos”, proclamaba Badgi, a lo que se sumaba, contundente, el académico Fall: “No hay normativa que pueda prohibir la venta si el vendedor tiene que enviar dinero a sus hijos para que puedan comer”.

Faye ha ido un paso más allá al asegurar también que lo que a ojos de muchos es una práctica considerada como ilegal, para los manteros a menudo es la opción más digna. “Es una forma de apoyo para muchos que no tiene nada, y escapar así de la posibilidad de acabar vendiendo droga o delinquiendo: también luchamos contra eso”, ha expresado, muy crítico con las pocas salidas ofrecidas por la Administración.

El debate ha continuado siguiendo el mismo hilo del que tiran los reportajes periodísticos. Profundizando en los anhelos personales y familiares de los jóvenes que emigran del Senegal, en las relaciones económicas y migratorias entre este país y Europa, y en el papel que tiene la venta ambulante para ellos no sólo en Barcelona, sino también en las calles de las grandes ciudades senegalesas. Todo esto es lo que el lector que no haya asistido al acto encontrará en los reportajes que se están publicando estas semanas.

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