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¿Quién alicata los baños de Rusia?

Interior de una fábrica abandonada en Onda

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Nadie trabaja en la planta de Cerfogres Cerámicas. En ninguna de sus cuatro naves. Son alrededor de 45.000 metros cuadrados de escombros, restos de un laboratorio y chimeneas caídas. El silencio de la planta fantasma choca con el ritmo de la fábrica colindante, a pleno rendimiento. Sus azulejos empolvados son el reflejo de una industria que, al igual que una locomotora descontrolada, se estrelló de frente contra una burbuja que explotaba.

Cerfogres es, era, sólo una de las decenas de empresas dedicadas a la cerámica que pueblan la carretera de entrada a Onda. Algunas desvalijadas tras su cierre. Esta localidad forma junto a Alcora y Villarreal el llamado triángulo del azulejo: 80 kilómetros cuadrados de la provincia de Castellón donde se ubica más del 90% de la producción de España. El batacazo fue considerable: el sector cerró 2012 con una facturación de 2.656 millones de euros cuando cinco años antes esa cifra era de 4.166 millones, lo que supone una caída del 36% desde 2007. Muy vinculada a la construcción, la industria azulejera ha sufrido un desplome brutal en los últimos años de crisis económica que ha dejado a los tres vértices del triángulo en una complicada situación.

“Eso se veía venir. Si no lo veían venir es porque eran...en fin”. Daniel, que pide que cambiemos su nombre, no duda. Es uno de los más de 10.000 trabajadores despedidos en el azulejo en sólo seis años. Las cifras demuestran el devastador efecto del parón inmobiliario en esta industria. Según la patronal Ascer, en 2007 el sector alcanzó una producción de 637 millones de metros cuadrados de azulejos producidos. Dos años después, la producción se hundió hasta los 324 millones de metros cuadrados llevándose consigo algunas empresas.

Conforme a los datos del Instituto Valenciano de Estadística (IVE) en 2006 había 304 en el sector; en 2011 ya eran 189. Sólo a partir de ese año se puede hablar de un tímido repunte, tanto en producción como en facturación. Para entonces, las consecuencias sobre el empleo habían sido demoledoras. En 2006 había en Castellón 25.047 personas empleadas en el azulejo, mientras que en 2012 Ascer estimaba 14.400.

“En 2008 seguíamos marcando los mejores valores de la historia. Era tremendo”, dice un alto responsable de una empresa de la industria auxiliar del sector. “Pero fue volver de vacaciones en septiembre, y la parálisis. Un ‘hostión’ tremendo. Nosotros trabajábamos con carteras de pedidos y notamos que nadie nos pedía nada, nadie nos mandaba nada”. El sector percibió ese otoño como un momento de pánico en una industria que sólo parecía tener una dirección: hacia arriba.

Francis, un esmaltador de azulejos, también describe el dinamismo del sector antes de la crisis. “Aquí, si querías ganar más dinero te ibas de tu empresa y te ibas a otra sin problema. Pero cuando ha caído, se han quedado las empresas que verdaderamente eran fuertes, y seguirán cayendo”.

Salvo él, el resto de trabajadores entrevistados ha preferido mantener su anonimato y por ello se han utilizado nombres falsos. De la misma forma, muchas empresas han preferido no participar en el reportaje, remitiéndose a lo expuesto por la patronal Ascer, y otras también han ocultado su “identidad” dada la incertidumbre en el sector.

Tres veces más parados

Alcora, con 10.821 habitantes, es el vértice más pequeño del triángulo. La fachada del ayuntamiento, totalmente decorada con azulejos, honra a su motor económico. A su lado se encuentra una escultura del Conde de Aranda, fundador de la Real Fábrica de Loza y Porcelana en 1727. El centro del municipio tiene calles estrechas, algunas con cuestas con fuertes pendientes y balcones adornados con mosaicos de azulejos. La plaza es pequeña y en ella hay dos bares, uno enfrente del otro.

Tras la barra, el camarero de uno de ellos es claro y conciso: el pueblo dependía totalmente de la industria azulejera. El paro lo confirma. Antes de la crisis, en diciembre de 2007, el desempleo registrado por el Servici Valencià d’Ocupació i Formació (Servef) en Alcora era de 303 personas. En octubre de este año la cifra asciende a 1.162.

“Llevo 33 años en el pueblo, vine de Barcelona, en la crisis de los 80”, dice con naturalidad mientras atiende a los clientes. Explica que su hija, de 33 años, y su hijo, de 22, trabajaban en el azulejo y ahora están en paro; ella, con dos hijos, ya ha perdido la prestación por desempleo y no recibe ningún tipo de ayuda. El empuje de la cerámica propiciaba que familias entrasen juntas al sector, incluso en la misma empresa. Llegada la crisis, esto provocó que familias enteras se fueran al paro al mismo tiempo.

Onda, a tan sólo veinte minutos en coche de Alcora, no sale mejor parada. Las peticiones por desempleo también se dispararon con el estallido de la burbuja inmobiliaria. De 774 peticiones en diciembre de 2007 se pasó a 3.135 en octubre de 2013, en un municipio que tiene 25.551 habitantes. “En el triángulo de la cerámica la economía estaba muy poco diversificada. La industria principal era, y es, el sector del azulejo, tan asociado a la construcción. El parón hizo que los servicios fuesen también detrás”, explica Salvador Aguilella, alcalde del municipio.

La tónica fue la misma que en otras localidades del triángulo. La demanda frena, y con ella la producción. El stock aumenta y las fábricas detienen las líneas. Primero, un ERE de suspensión; luego, de extinción.

Principio del fin

“Mi fábrica empezó con parones. Y a finales de 2009, principios de 2010, pues terminó cerrando”, cuenta Daniel en un bar. Él entró a trabajar cinco años antes del cierre, cuando estaba “a punto de cumplir los 19”. No menciona en ningún momento el nombre de la fábrica, pero cuenta que poseía dos plantas en la localidad y que en la suya serían entre 75 y 80 personas trabajando. La otra planta sigue en marcha. “Llegabas y todo era como una familia. Iba a periodos. A lo mejor eran siete meses y paraban uno, luego otros seis y paraban otro”, relata.

En el mismo bar se encuentra Alberto -no es su nombre, también solicita anonimato-, electricista y como dice él, “funcionario durante año y medio en la empresa más grande: la del paro”. Fue en 2008 cuando se quedó sin trabajo, hasta que, año y medio después, regresó al azulejo en una fábrica de la que, insiste, no dirá el nombre aunque sí la plantilla: unas 100 personas, “pero allí han trabajado hasta 400. En el 2008 echaron a 200 y pico. Se quedó en ciento y algo. Yo entré y echaron a otros 50 hasta los 100 que somos. Y recortando gente. Estamos en concurso de acreedores, va ya para dos años. Quieren salir. Veremos qué pasa”.

Francis es la otra cara de la moneda. Actualmente trabaja para la empresa italiana Marazzi Iberia, un gigante del azulejo que el año pasado fue comprado por el grupo estadounidense Mohawk. Francis no teme por su trabajo, aunque reconoce que su posición es “privilegiada”. Trabaja en el sector desde 1998, pero antes se dedicó a otras profesiones. “Llegué a Castellón con 14 años a hacer la naranja. Después trabajé en una empresa de bañeras con la que viajé mucho y después en la empresa Metropol (también del sector)”, explica.

Sin embargo, los ajustes también han llegado a Marazzi. La plantilla actualmente es de 350 trabajadores, frente a los 475 que llegó a tener. Resalta que no se ha bajado el sueldo de los trabajadores, aunque estarán cinco años con un expediente de suspensión de una media de dos meses por año.

Rótulos en árabe

Villarreal está conectada con Onda por la CV-20. Según se dejan atrás las viviendas, las fábricas aparecen sucesivamente a un lado y otro de la carretera. Algunas de ellas rotulan en árabe para atraer al comprador extranjero. La impresión es aún mayor cuando se entra en Onda por primera vez. Las fábricas no parecen tener fin en el horizonte, aunque sólo sean poco más de 15 kilómetros plagados de rotondas. “Las propusieron para mejorar el tráfico de los camiones, se hacían unas colas enormes”, explican en el pueblo.

Ahora se ven menos camiones y los pueblos del triángulo encaran un elevado paro que afecta sobre todo a los jóvenes y a los más mayores. En el caso de estos últimos, las dificultades para recolocarse en otro sector son el principal problema. Para los jóvenes, el azulejo significó un empleo fácil y lucrativo. “Antes los jóvenes veían una salida facilísima en la cerámica”, explica Pasqual Batalla, concejal de Economía de Villarreal. “En cuanto podían trabajar disfrutaban de un muy buen sueldo y eso fue atrayendo a otros jóvenes”. Muchos de ellos, sin formación y sin experiencia más allá del azulejo, son ahora un quebradero de cabeza: sólo en Villarreal, el 32,6% de los menores de 35 años está en paro.

Algo parecido le pasó a Daniel. No sabía qué hacer, tuvo la oportunidad, se lo ofrecieron y se metió en el azulejo sin haberse sacado el graduado. Afirma que en aquel momento lo que tenía era un “chollo”, aunque, salvo necesidad, no volvería. “Cerraron… y no es que me alegre, porque jodieron a muchos compañeros, pero digamos que eso a mí me ha dado la oportunidad de poder estudiar. Porque a lo mejor si hubiese cerrado teniendo yo 31 o 32 años…no lo habría hecho”.

“Aquí nadie se pensaba que esto iba a pasar. Era un sector que prácticamente tenía pleno empleo. Como se suele decir, atábamos perros con longanizas”, resume Vicente Ortells, Secretario General de la Federación de Construccción, Madera y Afines de Comisiones Obreras en Castellón.

Ese entusiasmo lanzó al azulejo castellonense hacia otros ámbitos como el baloncesto, donde algunas compañías invirtieron en el patrocinio de importantes equipos. En el imaginario de los amantes de la canasta quedó para siempre el mítico TAU Cerámica, de Vitoria. También Pamesa se lanzó a la aventura con el Pamesa Valencia. Ahora, el nombre de la empresa de Fernando Roig luce en las camisetas del Villarreal, equipo de fútbol que también preside el empresario.

“Entras en un bucle, en una espiral. Sin saber muy bien por qué, parece que todo el engranaje funciona. Luego sí que hubo un momento en el que decías: ‘a dónde va todo esto’. Yo, francamente, no supe verlo”. Así relata los años de bonanza, especialmente la década de los 2000, un alto directivo de una empresa auxiliar del sector. “Cómo es posible que haya kilómetros y kilómetros de fábricas y polígonos. Me dejé llevar. Creo que todos los hicimos y nos subimos a la ola”.

Exportar para seguir en pie

Cinco años después de que la ola rompiese definitivamente, exportar más que una decisión estratégica es una necesidad. “El mercado nacional está de momento casi completamente paralizado. El tema de las exportaciones está siendo el sostén, pero no llega a compensar el conjunto de la facturación que había antes de la crisis. Por más que lo vendamos todo, estamos vendiendo menos”, opina Germán Belbis, responsable de relaciones laborales de la patronal azulejera Ascer.

“Antes nuestro primer mercado era para todo España. De hecho dedicábamos a él un 52% de la producción y ahora debe andar en el 12-13% aproximadamente”, afirma el director comercial de una importante azulejera de la zona con más de 50 años en el mercado. “Siempre hemos sido exportadores. No empezamos porque vino la crisis. Ya estábamos metidos”.

Las exportaciones comenzaron en los países de Extremo Oriente, pero ese mercado bajó según crecía el mercado chino, próximo geográficamente y del que también España importa azulejo. Ahora se mantienen en los países productores de petróleo como Arabia Saudí, donde han aumentado un 34% en el último año, y en Rusia, un 27,07% más según el Instituto Valenciano de la Exportación (IVEX). Tanto uno como otro, son los dos principales destinos del producto, sólo superados por Francia.

“En Rusia, por ejemplo, hay mucho nuevo rico. Mucho dinero que ha aparecido y que se empieza a gastar en vacaciones, última moda, etc. Es un mercado donde gana mucho el decorado, las cosas pesadas, el rococó”. Este director comercial insiste en que exportar no es coger un camión y llevarse cuatro cajas de un día para otro. “El proceso empieza realmente hace 20 años cuando se lleva el primer palé a Rusia. Tienes que tener un mercado, haber trabajado y cambiado mucho internamente para que desde España se pueda gestar un proyecto fuera”.

Porque la exportación es “la salida”, pero no está al alcance de todas las empresas. Tampoco los destinos son iguales. El azulejo que se pueda vender en Rusia no es el mismo que el que se comercializa para Senegal. Esto crea en el sector una dicotomía entre las exportaciones.

“Es simple de entender. Depende del poder adquisitivo. Cada vez se producen productos con costes más elevados, pero más selectivos, mejores características técnicas y diseños más adecuados a mercados que puedan pagarlo. La fabricación se intenta que sea de producto de primera calidad. Con la maquinaria actual, el porcentaje de primera se aproxima al 100%. Donde antes había fábricas de 80% o menos, ahora son de 95% o más. El resto serían las segundas clases que sobre todo se destina al África Negra y Centroamérica”, explica un agente comercial con más de 20 años de experiencia en el sector.

En el sector lo llaman “exportación en b”. “Te encuentras de todo: hay gente que lo quiere bueno, bonito y barato; otra que solo viene a lo barato y a lo mejor hay quien lo quiere muy bueno y muy caro, pero es muy puntual”, desgrana Arantxa Arrando, responsable de un almacén de compra-venta. “Por eso al final la línea se ha llevado por ahí, porque las primeras no se venden. El mercado nacional está muy mal. Un 70 y algo por ciento de nuestras ventas es todo exportación”.

No obstante, Vicente Chiva, secretario general de la Federación del Metal, Construcción y Afines de UGT en Castellón (MCA-UGT) pone en duda esta orientación del mercado. “Ahora se están sumando otros países a la producción de azulejos, como Egipto, China o India. La mano de obra allí es muy barata, son muy competitivos”, señala. Por eso, Chiva determina que “competir en el precio no estará más a nuestra altura, por eso es importante competir en otros factores, como tecnología, diseño o calidad. La industria española debe encaminarse a países avanzados donde el precio del metro cuadrado pueda venderse a seis, siete u ocho euros, no a dos”.

Recolocar a miles de trabajadores

Y mientras las fábricas salen fuera, los “ex” del azulejo se afanan en buscar una salida. Para ello, veinte ayuntamientos de la comarca, empresas y sindicatos se unieron en el Pacto de la Cerámica por el empleo. “Estamos trabajando en intentar diversificar la economía, no solo desde el Pacto sino también desde el Ayuntamiento. Con proyectos innovadores y apoyando mucho la agricultura y el turismo. Intentando evitar que la economía dependa 100% del sector del azulejo como en 2007”, explica Salvador Aguilella, quien además de la alcaldía ondense ostenta la presidencia del Consorcio gestor del Pacto.

“La iniciativa nace en un momento de crisis en el que las administraciones tenían que unirse para intentar hacer alguna cosa”, resume el Presidente del Pacto. “Su función es unir los esfuerzos de las entidades o administraciones para conseguir diversificar un poco la economía, ayudar en todo lo que podamos al sector del azulejo”.

Uno de sus proyectos es la marca de agricultura ecológica Km. 0. El último curso acabó en octubre de 2013. Los 15 alumnos completaron 150 horas de formación con la intención de “promover el autoempleo y el cooperativismo”. Es un intento de revalorizar a su vez los terrenos agrícolas de la zona, durante años abandonados por el auge de la cerámica. En Villarreal también tratan de aportar soluciones. Su concejal de Economía, Pasqual Batalla, señala entre los planes propuestos el Vilabeca (ayudas para emprendedores), la Cátedra de Innovación Cerámica o los proyectos con la Fundación Globalis para recolocar a empleados de la cerámica.

Además del Pacto, se lanzaron Planes Integrales de Empleo (PIE) junto a la Cámara de Comercio de Castellón y financiados por la Generalitat Valenciana y el Fondo Europeo de Adaptación a la Globalización. Otra medida fue un programa de prejubilaciones aceptado por el Gobierno y el Consell en 2010.

Pero, ¿funcionan? El Responsable de Afiliación de Fecoma-CCOO en Castellón, Atilano Escobar, considera que todos estos intentos son “papel mojado”. “La culpa es de la Administración que no ha puesto los medios necesarios para hacerlo”, afirma. También el concejal de Economía en Villarreal, Pasqual Batalla, opina que ha faltado compromiso. “Ha habido ayudas directas para sectores como el automóvil o el calzado, pero no para el azulejo. No sólo no se hizo nada cuando se veía venir la crisis sino que ya con la enfermedad tampoco se ha echado una mano al sector”.

No obstante, el verdadero desencuentro con el Gobierno llegó a nivel ministerial con la tasa del gas. En la segunda mitad de 2012 el Ministerio de Industria dirigido por José Manuel Soria anunció un incremento del impuesto sobre el precio del gas industrial. Azulejeras, patronal e industrias auxiliares como la de fritas y esmaltes se opusieron frontalmente al incremento. Finalmente lograron una rebaja del 76% respecto a la propuesta inicial.

El precio del gas es clave en los costes de producción y un gran responsable del precio de fábrica final. España produce más caro y otros países con la mano de obra mucho más barata se suben al carro de la cerámica. La respuesta de los empresarios, tanto fabricantes como distribuidores, pasa por reducir sus precios para lograr vender. Pero, ¿se están reventando? “Sí, y eso hace que estén cerrando muchos almacenes y se eliminen intermediarios”, asegura un agente comercial. Nadie del sector quiere ser el siguiente en caer y esta feroz competencia favorece la aparición de comerciales que operan ‘en negro’. “Esto es una merienda de lobos: un sálvese quien pueda”.

“Se compite más a vender mucho y más barato, con la primera sobre todo. Pero yo no pongo los precios. -explica Arrando-. Los almacenistas compramos y vendemos. Quien pone precio es la fábrica, que sabe lo que vale la tierra, el esmalte… A partir de ahí el resto no tiene que bajarlo, si no rompen el mercado. Si compro a dos, tengo que vender a 2,5 porque por lo menos tengo que cubrir gastos”.

La crisis desveló otras debilidades. Según opina gente del sector, muchas azulejeras, familiares en origen, no supieron convertirse en empresas como tal. Otros unen esta característica a la inexistencia de un sector fuerte y unido: una verdadera ‘marca España’, que en el azulejo se agrupa en “Tile of Spain”.

“La industria es un gran clúster de la cerámica, pero aquí en España no va como debería. Somos incapaces de unificar criterios, y no nos damos cuenta de que no somos competencia entre nosotros, sino de otros países”, lamenta Vicente Chiva desde MCA-UGT en Castellón. “Las empresas deben ser mucho más grandes para resistir mejor, aumentar la producción, hacer materiales más diversos. Ser más grandes favorecería la internacionalización”.

La falta de financiación también lleva a las empresas a buscar otras maneras de hacer frente a las dificultades. “Una consecuencia es que se ha instalado en el sector el trueque. Alguien quiere un producto y otro no puede poner en marcha una línea para producir. Entonces se dice 'yo te pago el esmalte, yo te pago el gas, yo te pago la luz… pero tú todo ese producto me lo venderás a este precio'. Eso está a la orden del día”, explica Ortells desde Fecoma-CCOO.

Aun así, el sector parece estabilizarse y ya da algunas señales positivas. Se crean nuevas empresas y, aunque pocos, algunos puestos de trabajo. “El ajuste se ha producido. Hemos tocado fondo, el rebote se está convirtiendo en un modelo de U, y ahí seguimos, arrastrándonos un poco”, comenta el alto directivo de una empresa auxiliar del sector. La incógnita ahora no es si el azulejo saldrá de la crisis sino a qué precio lo conseguirá. “Se han bajado los salarios de muchas empresas, han bajado los beneficios y los márgenes también y se han puesto a exportar, pero no sabemos si ese modelo es viable en un futuro”, se pregunta Chiva.

¿Volverán los tiempos dorados? Nadie lo cree. Mejorará, se recuperará, sí; pero nunca como antes. El azulejo que alicata pudientes baños rusos también pavimenta económicos colegios senegaleses. En el triángulo, pese a todo, aún miran con recelo al futuro.

Este reportaje fue publicado originalmente en Información Sensible y es obra de Última Fila

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