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“No hay libertad de expresión en España para informar sobre la monarquía”

Rebeca Quintans.

Voro Maroto

La editorial vasca Ardi Beltza -cerrada por decisión del juez Baltasar Garzón- publicó en 2000 'Un rey golpe a golpe', una biografía sobre Juan Carlos I firmada bajo el pseudónimo de Patricia Sverlo.

16 años después, la autora de ese insólito libro -crítico con el monarca en un momento donde esa figura era ajena al escrutinio público- vuelve a la carga con una ampliación actualizada de aquel trabajo, 'Juan Carlos I, la biografía sin silencios' (Editorial Akal).

Rebeca Quintans, una periodista gallega afincada en Madrid, presenta su libro este viernes en Valencia en un acto coorganizado por la Unió de Periodistes. Antes, ha contestado un cuestionario de este periódico vía correo electrónico.

Su primer libro sobre Juan Carlos I fue publicado en 2000. La ampliación de esa obra ha llegado en 2016. ¿Como ha cambiado el tratamiento público de la monarquía en ese periodo?

Cambió momentáneamente el tratamiento de la figura del ex rey Juan Carlos. Punto. El tratamiento de la monarquía, ahora encarnada en Felipe y Letizia, sigue igual: se hacen hagiografías en lugar de biografías. Incluso en lo que se refiere a Juan Carlos, todo sigue igual en muchos medios y editoriales. Los críticos somos minoría, algo más numerosa, pero minoría. En los meses previos a la abdicación, con la crisis de Corinna, Botsuana y Urdangarín, parecía que hasta los dioses se hubieran conjurado contra él. Pero después de la coronación de Felipe, las aguas fueron volviendo poco a poco a su cauce, y todos los medios al redil de las pleitesías.

¿Ha recibido presiones o amenazas en relación con el libro?

Explícitas, sólo de mis padres y algunos amigos, que me aconsejaron que no me metiera en líos, que me dedicase a cosas más comerciales y con mejor reconocimiento social. No les hice caso. Bromas aparte, en este tipo de cuestiones no suele haber amenazas, no hay avisos. En primer lugar, porque no saben a qué te estás dedicando, qué te traes entre manos.... Y, en segundo, porque suponen -y suponen bien- que los límites están suficientemente asentados y claros para todo el mundo. Esa conciencia funciona como autocensura y no tienen que hacer nada. Si eres un insensato y no lo tienes en cuenta, te puedes llevar sorpresas muy desagradables. Si tienes claro que te quieres atrever y dar el paso, te tienes que preparar para las consecuencias, para lo que pueda venir a continuación. Yo he calculado los riesgos... pero no es una ciencia exacta y no siempre se acierta.

Para la primera edición, la del año 2000, asumimos que podría haber problemas con la justicia, que nos podían dar mucho la lata... pero estábamos seguros de que, al final, acabaríamos ganando. Nos asesoramos con abogados que nos dijeron que era muy probable que nos pusieran una querella, pero muy difícil que nos condenaran. Y el juicio sería más propaganda para el libro. Lo hablamos mucho. Incluso había un grupo de amigos periodistas que estaba dispuestos a promover una campaña de autoinculpación colectiva, presentándose ellos mismos en primer lugar en los juzgados como autores confesos del libro, si llegaba la ocasión. No llegó a suceder, porque nunca hubo querella. Cerraron la editorial y encarcelaron al editor, pero sin formular cargos relacionados con el libro; y lo retiraron todo al cabo de unos meses, como si hubiera sido una broma. Pudimos recuperarnos de aquello, aunque el daño y el sufrimiento causado fue enorme.

En el caso del libro actual, el respaldo de la editorial Akal es muy importante. También esta vez ha sido revisado por un equipo jurídico, y ha pasado el examen: si hay querellas, las perderán.

En lo que a mí respecta, si hubiera recibido presiones o amenazas, lo habría grabado todo y contado inmediatamente a los cuatro vientos. Es como suelo funcionar en mis pequeñas y grandes batallas cotidianas. Así que te aseguro que no recibo muchas (de los que me conocen un poco). Asumo que puedo tener que defenderme y sostener lo que he escrito en un juzgado, pero eso no me asusta. Estoy preparada para hacerlo.

¿Qué tratamiento ha recibido el libro de los grandes medios?

Lo de “grandes medios” habría que matizarlo. Si te refieres a los que tienen “grandes” accionistas con “grandes” intereses y “gran” poder (no sólo a través de los medios de comunicación)... Vamos, si te refieres a Prisa y compañía, tengo que decir que el tratamiento es una ausencia total de tratamiento: silencio informativo. El libro no existe para ellos. Se les ha invitado a presentaciones y enviado información, y han hecho caso omiso. Contábamos con eso. Sería muy raro, ¿verdad?, que hicieran una reseña en El País, donde además prácticamente sólo reseñan libros de sus propias editoriales.

Donde sí despierta más interés es en medios digitales y alternativos (mucho más grandes en profesionalidad y coraje), y en redes sociales como twitter. Y el tratamiento es muy bueno: sólo he recibido críticas constructivas y mucho apoyo. Salió de imprenta en mayo y va poco a poco despertando más interés. No hemos hecho ningún tipo de campaña publicitaria convencional, sino que estamos trabajando una promoción de presentaciones directas, confiando en el boca a boca, porque confiamos en el libro.

¿Hay libertad de expresión en España a la hora de tratar sobre la monarquía?

Por supuesto que no. Los periodistas no se atreven (por esa conciencia de los límites del español bienpensante); y si se atrevieran, se encontrarían con que no hay dónde publicar. Los medios, los “grandes medios”, están absolutamente blindados. A mí me ha pasado, cuando trabajaba como freelance. No se publica la información que tiene interés general, sino la que pasa todos los filtros de una censura encubierta sistémica.

La eclosión de internet y las redes sociales, ¿Ha debilitado el poder

o la influencia de los grandes medios?

Claro que sí. Imagínate lo que nos habría llegado de la crisis del PSOE, por ejemplo, si nuestra principal fuente de información continuase siendo El País. Ya no pueden manipular tanto. El tema de la Casa Real, sin embargo, sigue sin estar abierto. No pueden limitar ni los medios digitales independientes ni las redes sociales, pero sí las fuentes de información: hay un secretismo total en todo lo que se refiere a Felipe, a Juan Carlos, a Letizia..., mediante un control absoluto de todas las personas que pueden acercarse a ellos, por supuesto obligadas a una estricta confidencialidad.

Defina a Juan Carlos I.

Sucesor de Franco y, por mérito propio, todo un figura como persona: mató a su hermano, traicionó a su padre, engañó a su mujer, abandonó a su hija, utilizó a sus amigos y se sirvió de todos los españoles en su provecho personal.

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