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CV Opinión cintillo

Las palmas pulidas, bruñidos los puños

Cuadro que representa a José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange.
22 de julio de 2025 06:01 h

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“Si existe el buenismo, entonces es que existe el malismo”. La frase es de Ana Noguera y la pronunció durante la presentación en València del libro de Pepe Reig En manos de la desinformación. Posverdad, posperiodismo, posdemocracia (Los Libros de la Catarata, 2025). La profesora de filosofía y expolítica se refería con malismo a la actitud de ciertos individuos (parece que cada día más) que hacen uso de la violencia, en cualquiera de sus versiones, para deambular por el mundo. Se incluyen aquí desde los simples paseantes de las redes sociales hasta los grandes líderes políticos que han decidido que el paso de la oca es una manera de circular por la existencia tan legítima como cualquier otra.

Van de malos por la vida, siempre con cara de cabreo, amenazando a diestro y siniestro como matones infantiloides de western de serie B. Su tosquedad contrasta con la elegancia y la finezza de un Henry Kissinger planeando en la sombra el golpe de Estado en Chile o de un Michael Corleone enviando a su hermano mayor a una muerte consciente y asumida.

Hay un debate sobre si la actual deriva autoritaria es comparable con el auge del fascismo en los años 30 del pasado siglo. Lo que está claro es que en las bravuconadas de Trump, Bolsonaro o Milei resuenan los discursos, e incluso la gestualidad, de Hitler y Mussolini mientras anunciaban la anexión de Checoslovaquia o la invasión de Abisinia.

Lo mismo ocurre con nuestros Ramiros, Onésimos y Joseantonios contemporáneos. Más incultos, menos retóricos, pero igual de violentos que sus predecesores, predican el descreimiento, la desesperanza y el egoísmo como virtudes teologales de una doctrina que, de aplicarse en plenitud, conduce inexorablemente a la esclavitud o el exterminio de amplios sectores de la población del país y a la guerra como único, que no como último, instrumento de la política exterior.

Como en el fascismo de toda la vida, la pose es importante: esa postura de macho impertérrito e insensible que, como eslabón superior de la Creación de Dios o de vencedor en la lucha por la supervivencia darwiniana se muestra insensible ante cualquier sufrimiento porque la sensibilidad es una debilidad que entorpece el triunfo del más apto.

Tomados de uno en uno, no tienen ni media hostia. Fuera de la cuadrilla de hienas que lideran morirían devorados como cachorros cojos de gacela en la sabana. Lo saben, y por eso apelan a gritos a los más bajos instintos de sus camaradas, de los que gustan cuanto más cuadrados, catetos y obtusos, mejor. Así es la geometría de la bestia.

Reñidos con la realidad que los desmiente una y otra vez, han de servirse de la mentira industrializada como materia prima para sus productos averiados. El problema es que cada vez hay más clientes dispuestos a comprarlos, muchos de ellos inconscientes del alto precio que pagarán por la adquisición.

Hoy, como hace un siglo, la gente sensata y de buena fe, nos sentimos impotentes porque no vemos la manera de pararles los pies

Y es cierto que hoy, como hace un siglo, la gente sensata y de buena fe, nos sentimos impotentes porque no vemos la manera de pararles los pies. Mientras ellos usan el mal como instrumento, en el discurso y en la acción, que vienen a ser lo mismo, nosotros nos devanamos los sesos sobre la manera de cercarlos, aislarlos y desactivarlos.

Pero, repito, no tienen ni media hostia, al menos los nuestros y de momento. Ellos lo saben pero nosotros parece que no. Tal vez sea el momento de ir puliendo las palmas y bruñendo los puños. Con sensatez y con la mejor intención, por supuesto.

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