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“¿Qué hacéis aquí, picoletos?”: un tribunal militar rebaja la sanción a un guardia civil ebrio que amenazó a un sanitario

Imagen de archivo de un agente de la Guardia Civil.

Lucas Marco

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“¿Qué hacéis aquí, picoletos?”. Así recibió un agente del Instituto Armado, en plena borrachera, a dos compañeros en la plaza de Santiago Bernabéu de Almansa. La patrulla acudió al lugar el 1 de septiembre del 2019, a las cuatro de la madrugada, para prestar apoyo a los servicios sanitarios que atendían al guardia civil, destinado en el puesto principal de Jávea y perteneciente a la Comandancia de Alicante. El hombre, de baja, “había protagonizado incidentes anteriores”, según los hechos probados de la sentencia de la sección primera del Tribunal Militar Central que impone la pérdida de cinco días de haberes con suspensión de funciones al agente.

El uniformado “desprendía un fuerte olor a alcohol y tenía dificultad para mantener el equilibrio”. Los sanitarios convencieron al intoxicado para ser trasladado en ambulancia a un hospital al presentar dolor torácico. El guardia civil se mostró “muy nervioso” ante la presencia de sus compañeros y les espetó: “¿Qué hacéis aquí, picoletos?”, mostrando su placa y tarjeta de identificación.

Una vez la situación estuvo controlada, los agentes recibieron un segundo aviso. La ambulancia había sufrido un problema mecánico y el agente de baja se puso nervioso. “Contrariado por la espera y con una actitud de gran nerviosismo y hostilidad”, el agente le dijo a uno de los sanitarios “que le conocía, que sabía dónde vivía, que cuando le devolvieran la placa y la pistola se iba a enterar”. La patrulla tuvo que acompañar a la ambulancia al centro hospitalario sin que se registraran nuevos incidentes.

El técnico sanitario denunció al guardia por un presunto delito leve de amenazas pero el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Almansa archivó las actuaciones al haber renunciado el denunciante a cualquier acción civil o penal. 

Los agentes declararon que el agente mantenía una “actitud hostil”. El jefe de la Compañía de Almansa, por su parte, manifestó que el agente ebrio había protagonizado hechos similares y que “su conducta ha afectado a la imagen de la Guardia Civil frente a los ciudadanos”. La evaluación realizada por el gabinete de psicología de la Comandancia de Alicante indica que el uniformado sufre una “severa dependencia del alcohol junto a los rasgos anómalos de personalidad”.

Proceso de desintoxicación

Unos días después del incidente, el agente ingresó voluntariamente en un sanatorio de Murcia, en el que estuvo ingresado nueve días, para someterse a un proceso de desintoxicación. Un informe psiquiátrico concluyó que el agente padecía “depresión, trastorno adaptativo con sintomatología mixta en resolución y trastorno por abuso de alcohol”.

Un año después fue diagnosticado por la Junta Médico Pericial con un “trastorno ansioso depresivo con antecedentes de abuso de alcohol con repercusión conductual incompatible con el régimen de jerarquía y disciplina de la Guardia Civil”.

La defensa del guardia, que se acogió a su derecho a no declarar, recurrió la sanción de suspensión de funciones de diez días como autor de una falta grave en la “observancia de conductas gravemente contrarias a la dignidad de la Guardia Civil”. Debido a la naturaleza militar del Instituto Armado, abunda la sentencia, sus miembros deben mostrar un comportamiento intachable en todo momento, no solo en acto de servicio, también en relación con terceros.

La sección primera del Tribunal Militar Central ha estimado parcialmente el recurso del agente porque la instrucción debió haber tenido en cuenta las circunstancias atenuantes dada la situación psicológica derivada de la adicción al alcohol del agente. Así, la sentencia obliga a reintegrar al agente el importe de las retribuciones que le fueron restadas.

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