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9 d'Octubre: la ambición valenciana de liderar un modelo federal para España

Mónica Oltra, Ximo Puig y Héctor Illueca durante un pleno del Consell.

Laura Martínez

8 de octubre de 2021 23:00 h

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España es una idea que se construye por oposición. Los mitos fundacionales surgen de conflictos en los que la parte vencedora escribe la historia. Nuestro imaginario como país se ha creado contra otro. Cierta idea de España se construye a partir de los visigodos asumiendo el cristianismo católico, la monarquía castellana expulsando a los musulmanes de Granada, la expedición de Hernán Cortés a la llamada conquista de América, las guerrillas contra el ejército napoleónico o una guerra civil en la que una parte se alza, toma el poder por la fuerza e instaura un régimen represivo contra la democracia. En esa narrativa, la idea de patria se crea contra y no a favor de algo. Escribió Ortega y Gasset en su España invertebrada que “las naciones se forman y viven de tener un programa para el mañana”. También que “los grupos que integran un Estado viven juntos para algo: son una comunidad de propósitos, de anhelos, de grandes utilidades. No conviven por estar juntos, sino para hacer juntos algo”.

Cuando falta proyecto, al Estado le saltan las costuras y crecen las tensiones. La progresiva erosión del sistema creado en la Transición a la democracia provoca tensiones que se solapan. Hasta que llegó la pandemia había una tensión que empañaba todas las demás: el encaje de Cataluña (sustituyendo a Euskadi como actor principal) y el anhelo de una parte nada desdeñable de la población catalana de salir del marco español. 

Pero algunas voces ya apuntaban que España se rompía por otras vías. Hoy se habla de una España bipolar, polarizada, fracturada, desigual. De conflictos entre centro y periferia, entorno urbano y rural, izquierda y derecha, arriba y abajo; de diferencias de renta, de derechos, de garantías, de acceso a los servicios públicos. Se habla de brecha generacional, de género, digital. Tan preocupante resulta la secesión catalana como la secesión de las élites, la España vaciada como la hiperurbanizada. Se han solapado la ruptura territorial, el precariado, la devaluación del contrato social o la pérdida de soberanía de los estados frente a las grandes corporaciones.

Las brechas se han acrecentado debido a las dos grandes crisis del primer cuarto del siglo XXI, con un fuerte impacto en los pilares del Estado de Bienestar, que han dejado víctimas de los recortes y de la privatización de servicios públicos. En paralelo, un sistema de financiación injusto deja a ciertas autonomías -la valenciana, a la cabeza- con un déficit de recursos que aumenta las brechas entre ciudadanos. El maltrato financiero a las autonomías es maltrato hacia el Estado de Bienestar y hacia sus ciudadanos.

La emergencia sanitaria ha acentuado un movimiento de actores autonómicos que reclaman avanzar en la cogobernanza, gobernar de forma compartida, y que proponen unos mínimos para todos los ciudadanos en un Estado que permita a sus pueblos actuar con mayor libertad. La pandemia, consideran algunos expertos, también ha dejado varias enseñanzas que refuerzan el Estado autonómico: la gestión descentralizada funciona frente a las crisis; se ha afianzado entre la ciudadanía la importancia de los servicios públicos y el diálogo entre territorios es una herramienta útil. Los apuntes son del profesor Joan Romero, catedrático de Geografía Humana, en la apertura del seminario España Polifónica, organizado por la cátedra Prospect Comunidad Valenciana 2030 junto a la Generalitat Valenciana. 

El profesor recordaba que la Constitución de 1978 preconfigura un Estado protofederal con el sistema autonómico, modelo que los pactos políticos han ido modulando según las mayorías y la correlación de fuerzas. “Visto en perspectiva histórica, hemos avanzado mucho en la parte de autogobierno y poco en gobierno compartido, los dos pilares fundamentales que dan significado al concepto genuino de foedus (pacto), donde el término federal tiene su origen etimológico”. Ese “foedus, foederis” es el concepto que las izquierdas periféricas han impulsado en los últimos años como alternativa para la vertebración territorial: avanzar hacia el Estado federal. 

Ahora, apuntaba, Romero, “la llamada España periférica ha dado un paso adelante y reclama el lugar, el reconocimiento, el respeto y los recursos que le corresponden. Ha dejado de ser espectadora para convertirse en protagonista”. En paralelo, ha crecido un discurso recentralizador y reaccionario: como España se construye frente a algo, aquellos que quieren erigirse en guardianes de la nación necesitan constantemente un enemigo contra el que cargar, aunque haya que inventarlo, exagerarlo, vestirlo de monstruo. He ahí la exaltación nacionalista del principal partido de la oposición en su convención, una oportunidad de actualización ideológica contaminada por el discurso de extrema derecha. Un proyecto anclado en la nostalgia que rebusca constantemente en el cajón de los mitos para reivindicar algo que imaginan que fue.

Frente a los relatos nostálgicos y a las brechas, las izquierdas valencianas han articulado un relato vertebrador que ha tomado fuerza en los últimos años. Las formaciones que suman en el Gobierno del Pacto del Botánico -PSPV, Compromís y Unides Podem-Esquerra Unida- llegan al 9 d'Octubre de este año con un relato federalista en alza, capaz de entender España como una suma plural y diversa, un espacio en el que las distintas identidades, las historias, convergen en un proyecto con el bienestar ciudadano como fin último. Las identidades de sus pueblos no compiten, cooperan. “La única solución para encontrar una mayoría es que insistamos tanto en lo común como en lo diverso”, apuntaba la economista Rocío Martínez Sampere en el mismo foro.

En su diversidad ideológica, las ramas políticas que gobiernan en la Comunitat Valenciana apelan a distintas formas de federalismo. El presidente de la Generalitat Valenciana y secretario general del PSPV-PSOE, Ximo Puig, ha intensificado la cooperación entre territorios con una sucesión de reuniones con sus homólogos del arco mediterráneo. Puig, que desarrolla un “federalismo pragmático”, ha denominado a su proyecto “España policéntrica” o “España polifónica”, ha apelado a la vertebración territorial y ha lanzado propuestas como la descentralización de organismos administrativos, de armonización fiscal y de tributos que corrijan las desigualdades de renta. Lo ha expuesto en Barcelona, en Madrid, en A Toxa, en Sevilla y en su discurso en el debate de política general en las Corts Valencianes. El barón socialista pretende llevar al 40 Congreso del PSOE, que se celebrará dentro de unos días en València, propuestas para avanzar en un Estado federal e incrementar el autogobierno.

El federalismo de Compromís, la segunda rama del Pacto del Botánico, no va condicionado por una estructura de partido estatal e incide en el llamado valencianismo político. El exconseller de Transparencia por esta formación, Manuel Alcaraz, planteó una reforma constitucional que incluye la reforma del Senado para incrementar la representación territorial -la vocación de este órgano-, al tiempo que plantea la financiación autonómica “como un elemento integrante de la concepción general del Estado social”. Alcaraz, en un debate reciente, abogaba por “un valencianismo plural de la mayoría, que se centre en lo que une”, y ponía como ejemplo la reclamación de una financiación autonómica justa. La líder de la coalición y vicepresidenta de la Generalitat, Mónica Oltra, aboga por reformular el concepto de patria y sustituirlo por matria, en aras de un ideal que prime el cuidado a los ciudadanos, no la construcción del espíritu con la épica de la batalla. “Las personas están mejor atendidas y ven garantizados sus derechos cuanto más desarrollado está el Estado de las autonomías”, concluyeron ambos en un estudio conjunto.

Unidas Podemos, la tercera pata del Ejecutivo de coalición, aboga por una “república plurinacional”, en palabras de su exdirigente Pablo Iglesias. Su actual líder el Gobierno valenciano, el vicepresidente segundo Héctor Illueca, sentenciaba en una entrevista reciente con elDiario.es: “Hay que hablar de la reforma del Senado, que es antifederal, antidemocrático e impide a las comunidades autónomas participar en la función legislativa. La actual forma política del Senado excluye a las comunidades autónomas de cualquier posibilidad de participar en la construcción política del Estado. Es el momento de que la Comunitat Valenciana lidere el debate sobre la cuestión territorial y lo haga planteando la necesidad de evolucionar hacia un modelo federal que haga que nuestro Estado se parezca más a España”.

Para dibujar ese modelo será imprescindible recuperar el foedum, el pacto político para actualizar el constituyente. Se debe “impulsar una reformulación actualizada de la organización territorial del Estado. Menos vertical, más horizontal. Menos radial y centralizada y más descentralizada y en red. No solo debemos hablar de la España vaciada sino del vacío político que durante demasiado tiempo ha experimentado la España periférica”, apuntaba Joan Romero.

Esa España periférica, recordaba, “reclama nuevas formas de gobernanza sobre la base de tres principios fundamentales: respeto, equidad y reequilibrio territorial”. Tres pilares para llevar más allá la vertebración de la España autonómica.

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