Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

La función comienza en las librerías: el teatro también se lee... y cada vez más

XIX Edición del salón internacional del libro teatral

Miguel Ángel Villena

Suena a paradoja, pero el teatro resiste no solo en los escenarios, sino también en las estanterías de las librerías. Frente a la irrupción masiva de nuevas tecnologías en la cultura, la fascinación por un texto interesante servido en directo por unos buenos actores resulta, hoy por hoy, imbatible.

El reciente Salón del Libro Teatral, celebrado en el teatro Valle Inclán de Madrid, ha demostrado la pujanza de la literatura dramática con 25 expositores y unas ventas que han superado en un 30% a las del pasado año. Desde sellos institucionales (Centro Dramático Nacional, Asociación de Autoras y Autores, Compañía Nacional de Teatro Clásico…) a editoriales especializadas en teatro (Antígona, Irreverentes, ArtezBlai…) pasando por grupos generalistas que también apuestan por los textos teatrales (Alianza, Cátedra…), el sector encuentra cada vez más lectores.

“Está fuera de toda duda”, señala el autor teatral Ignacio del Moral, “que la literatura dramática vive un auge en España en los últimos años. El público para estos libros lo hallamos entre estudiantes de Arte Dramático, entre los actores y profesionales del teatro y también entre buenos aficionados que desean leer las obras, una vez han visto la función”.

Presidente de Autoras y Autores de Teatro (ATT) y, al mismo tiempo, veterano y prestigioso guionista de cine y televisión, Del Moral goza de una inmejorable posición para subrayar este insospechado auge de la literatura dramática. “De todos modos”, matiza el optimismo, “hay que considerar que los autores teatrales no viven ni mucho menos de la venta de sus libros, como ocurre con otros escritores. Por supuesto que todos los autores aspiran a que sus obras suban a un escenario, pero en paralelo sus libros sirven como materia de estudio y de lectura”.

Más allá de Lope de Vega o Juan Mayorga

La librería Yorick, especializada en teatro y situada en pleno barrio madrileño de Lavapiés muy cerca del teatro Valle Inclán, sede del Centro Dramático Nacional, funciona como punto de encuentro de muchos teatreros. Profesora y librera, Encarnación Sancho explica que los libros de teatro no se limitan a las obras de Lope de Vega o de Juan Mayorga, sino que incluyen también textos de teoría y de técnica para los profesionales. “Además hay que destacar”, señala, “que las editoriales cuentan también con la posibilidad de exportación a países latinoamericanos que no disponen apenas de ediciones teatrales, salvo en Argentina y en México. En cualquier caso, el grueso de nuestros lectores proceden de la RESAD o de otras escuelas de arte dramático”.

Así pues, los expertos coinciden en apuntar a la proliferación de estas escuelas como una clave del mantenimiento de la literatura teatral porque, aparte de la oficial Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD) y de centros privados en Madrid, nuestro país cuenta con 14 escuelas de arte dramático vinculadas a instituciones públicas y universidades. Ignacio del Moral abunda en este dato y comenta que “la incorporación hace unos años de la dramaturgia y la dirección escénica a los estudios reglados significó un importante empujón para el buen momento que vive ahora la literatura dramática tras años de crisis”.

Hasta los años setenta del pasado siglo la lectura teatral funcionaba con normalidad y sin grandes cambios a través de una tupida red de grupos de teatro amateur, compañías profesionales y profesionales. En la preparación de un montaje las compañías solían leer la obra durante semanas antes de ensayar con decorados y en un escenario y resultaba indispensable contar con libros (muchos de ellos en ediciones de bolsillo) de los que se hacían copias manuscritas, más tarde a máquina o fotocopiadora.

La amplia base social de los aficionados 

Aquellos ambientes están magníficamente retratados tanto en películas (El viaje a ninguna parte, de Fernando Fernán Gómez; o Cómicos, de Juan Antonio Bardem) como en innumerables piezas teatrales que evocan aquellas épocas. Director de Artez, revista de artes escénicas, y editor, Carlos Gil destaca que la base social de los aficionados al teatro sigue siendo muy amplia. “El llamado teatro de base en barrios, colegios e institutos”, afirma, “es una realidad evidente y apuntala también el mantenimiento del libro teatral”.

Gil llama la atención sobre la implantación del teatro amateur en Cataluña, Valencia o el País Vasco y recuerda que grandes de la escena como Nuria Espert comenzaron su carrera en este tipo de compañías. A pesar de que se muestra alegremente sorprendido por esta pujanza del libro teatral, este editor alerta también sobre los peligros de “crear una burbuja de autoedición protagonizada por los autores para libros que luego apenas tienen recorrido” y aclara que “de textos dramáticos solo se venden bien los clásicos o los de autores consagrados”.

En cualquier caso y se mire como se mire, “el momento creativo excepcional” que vive el teatro, en palabras de Ignacio del Moral, se traslada a la literatura y a la edición. Al frente de una asociación que reúne a 370 autores, este hombre de teatro y de cine afirma que “el teatro es el espectáculo analógico por excelencia y está más vinculado a la lectura en papel de obras y textos. De hecho, el teatro tiene un futuro asegurado porque resulta insustituible”.

Según Del Moral, “no ocurre lo mismo con el cine”, ya que “peligra por la competencia de las series de televisión”. El teatro, en cambio, aunque acepta que será “minoritario y en muchas ocasiones precario”, contaría con mejor suerte, ya que “sobrevive y sobrevivirá”. El guionista de cine destaca además otro elemento: “La incorporación creciente de mujeres y de jóvenes a la literatura dramática, algo que no sucede en otro países”.

En la misma línea, la librera Encarnación Sancho apunta: “El buen aficionado al teatro o el actor o el director teatral no suelen conformarse con leer algo en Wikipedia, su curiosidad y su interés van bastante más allá”.

Etiquetas
stats